Vaticano

Becciu, primer cardenal a la cárcel por corrupción: 5 años y seis meses

El Vaticano condena al purpurado italiano y a ocho asesores a indemnizar a la Santa Sede con 200 millones de euros por malversación en el mayor juicio de la Iglesia

Por primera vez en la historia de la Iglesia, la Santa Sede condena a un cardenal por corrupción. Ayer, en torno a las cuatro de la tarde, el Tribunal del Vaticano daba a conocer la sentencia del juicio más amplio y complejo vivido en el Estado más pequeño del mundo que ha sentado en el banquillo a diez acusados, de los que nueve han sido considerados culpables. ¿El resultado? Cinco años y seis meses de prisión para Angelo Becciu por participar en la malversación de más de 200 millones de euros de la Santa Sede, esto es, un tercio de los fondos de la Secretaría de Estado.

Este purpurado italiano llegó a ser el sustituto de la Secretaría de Estado entre 2011 y 2018, esto es, el tercer hombre con más poder del engranaje católico. En términos civiles, sería lo más parecido a un ministro de Presidencia y del Interior, cargo para el que fue elegido por Benedicto XVI y respaldado por Francisco, aunque posteriormente le relevara, le designara prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y, finalmente, lo defenestrara quitándole todos sus honores cardenalicios, incluida la participación en un futurible cónclave.

Junto a la pena de prisión, Becciu ha sido inhabilitado de manera «perpetua» para ejercer cualquier cargo en la Santa Sede y tendrá que pagar una multa personal de 8.000 euros, a lo que se suma el pago solidario, junto a los otros ocho condenados, a una indemnización al Vaticano por el daño causado de 200 millones de euros. Además, el Tribunal del Vaticano ha ordenado el decomiso de unos 166 millones de euros a los condenados, entre los que se encuentras responsables de distintos organismos de la Santa Sede así como asesores financieros y abogados.

El presidente del Tribunal Vaticano, Giuseppe Pignatone, fue el responsable de leer el auto en la sala polivalente de los Museos Vaticanos que durante dos años se convirtió en un espacio judicial para acoger una vista oral que ha durado dos años con 85 audiencias, 69 testigos y miles de páginas de expedientes. Fruto de este proceso habría quedado probado que Becciu era parte activa de una operación que tuvo como epicentro la compraventa irregular de un edificio en Londres que generó un agujero de más de 139 millones de euros en el cepillo vaticano. El inmueble, que fue sede de los almacenes Harrods en el barrio de Chelsea, habría costado a la Santa Sede unos 350 millones de euros y luego fue luego vendido por 186 millones de libras. Esto llevó al fiscal y a los abogados a exigir 383 millones y 63 años de cárcel para Becciu y sus colaboradores.

Entre todas las penas suman 37 años por malversación, corrupción, blanqueo, estafa, abuso y falsificación de documentos. Para el cardenal, la fiscalía había pedido para el cardenal 7 años y tres meses de prisión, pero el Tribunal habría rebajado esta cifra al excluir al clérigo de su responsabilidad en la fraudulenta gestión de un fondo financiero.

Sobre el resto de imputados, la mayor condena de 7 años y medio de cárcel, ha recaído en Fabrizio Tirabassi, empleado de la Oficina Administrativa de la Secretaría de Estado Vaticana. Por su parte, a René Brülhart y Tommaso Di Ruzza, se les ha impuesto una multa de 1.750 euros. Su condena es significativa en tanto que refleja cómo la corrupción se había colado en los entresijos de los muros vaticanos porque Brülhart y Di Ruzza fueron en la etapa de Becciu el presidente y director de la Autoridad de Inteligencia Financiera (AIF) de la Santa Sede. En el grupo, también hay castigo para una mujer: la empresaria Cecilia Marogna, asesora del cardenal, condenada a 3 años y nueve meses de reclusión, con prohibición «temporal» para ejercer cargo público. De los diez imputados, solo ha sido absuelto el sacerdote Mauro Carlino, mano derecha de Becciu en tanto que era su secretario personal.

Pero, ¿se verá al cardenal Becciu entre rejas? Su entrada en prisión podría demorarse cuando sus abogados presenten el recurso a la sentencia, tal y como han anunciado. Este extremo podría darse en tanto que el propio purpurado ha defendido siempre su inocencia. Hace tan solo un mes se dejaba entrevistar en la Rai, con esta proclama: «Sigo proclamando mi inocencia y puedo decir que nunca he robado, nunca he mejorado mi posición económica: no tengo chalés, ni casas, ni pisos y mis cuentas son modestas».

Más allá de la decisión que adopte su defensa, hay quien considera que, una vez dictada la sentencia, Francisco, como magistrado supremo de la Santa Sede, podría indultarle. El propio Becciu ha llegado a defender que «el Papa me cree». Jorge Mario Bergoglio, a pesar de haber dado vía libre a los magistrados para ejercer su labor, ha mostrado su cercanía con el condenado en más de una ocasión. Incluso celebró el Jueves Santo pandémico de 2021 en la capilla del purpurado. Eso sí, el Papa también se ha visto traicionado por él. Durante la vista oral del proceso se presentó la grabación de una llamada telefónica entre el cardenal y el Papa –sin su consentimiento– fechada el 24 de julio de 2021, tres días antes de la apertura del juicio y diez días después de la operación de colón de Francisco, pedía al pontífice que dijera que le había autorizado a hacer pagos de varios cientos de miles de euros a una empresa. No logró arrancar ninguna confidencia del Papa.