Cáncer

Carmen, tumor de laringe: «Mi voz me dificulta tener trabajo»

Carmen sostiene una radiografía de laringe
Carmen sostiene una radiografía de laringelarazon

Hay que aprender de nuevo a reír –se acabaron las carcajadas–, a llorar –salen las lágrimas, pero no el llanto–, a respirar–su «nariz» es ahora el agujero de la tráquea–, a hablar –sin cuerdas vocales, la fuerza sale del diafragma–. Carmen Rodero, de 48 años, dice que «tenía tantas posibilidades de sufrir cáncer de laringe como de que me tocara dos veces la lotería»: mujer, apenas fumadora... Pero así fue. Ahora mismo cobra una pensión por invalidez absoluta que no llega a los 900 euros mensuales. Rompió con su pareja al año de su operación y tiene dos niños. Antes trabajaba en una consultora y le gustaría volver al mercado laboral. Pero ahora mismo hay dos cosas que se lo impiden: cuidar a sus pequeños y las dificultades que los pacientes como Carmen deben abordar a la hora de convencer a un empleador. Sí, la voz estigmatiza a aquellos que les han extirpado la laringe, «mucho más si eres mujer y además joven». «Tenemos más difícil acceder a un trabajo: nuestra voz causa rechazo. Sobre todo si es de cara al público». Voluntaria de una asociación de laringectomizados, Carmen está volcada en aconsejar a Alejandra, una joven operada del mismo tumor a los 12 años, que ha creado la fundación Ser fuerte es mi destino.