Incendios

Carmen, vecina desalojada en Gran Canaria: «Irme y dejar a los animales ha sido lo más triste»

Los animales son parte de su familia. «Dejarlos ha sido lo más triste, cerrar los ojos, marcharte y pensar: que sea lo que Dios quiera», comenta Carmen a LA RAZÓN con lágrimas en los ojos.

Los habitantes de ocho municipios –Moya, Valleseco, Firgas, Guía, Gáldar, Agaete, Tejeda y San Mateo– tuvieron que huir de sus casas
Los habitantes de ocho municipios –Moya, Valleseco, Firgas, Guía, Gáldar, Agaete, Tejeda y San Mateo– tuvieron que huir de sus casaslarazon

Los animales son parte de su familia. «Dejarlos ha sido lo más triste, cerrar los ojos, marcharte y pensar: que sea lo que Dios quiera», comenta Carmen a LA RAZÓN con lágrimas en los ojos.

Es un desastre sin precedentes que mantiene en vilo a los 9.000 vecinos desalojados. El incendio que empezó el sábado en Valleseco ha ido devorando la cumbre de la isla ante las miradas de vecinos y efectivos de emergencia. Los habitantes de ocho municipios –Moya, Valleseco, Firgas, Guía, Gáldar, Agaete, Tejeda y San Mateo– tuvieron que huir de sus casas con el miedo de no poder recuperarlas tal y como las dejaron.

Una de las evacuadas desde Moya es Carmen. Tiene una quesería y los animales son parte de su familia. Su economía depende de ellos. «Dejarlos ha sido lo más triste, cerrar los ojos, marcharte y pensar: que sea lo que Dios quiera», comenta a LA RAZÓN con lágrimas en los ojos. Afortunadamente le han informado que su casa no se ha quemado y que las ovejas no corren peligro.

La mayor parte de los que habitan la cumbre de la isla son personas mayores que tienen en casa y animales su sustento. Como en el caso de Juan José, ganadero del mismo municipio. Él sí pudo mover a sus vacas y cabras hasta un lugar seguro. «Qué iba a hacer, vivo gracias a ellas, las subí al furgón y las traje para aquí. Hoy estamos a salvo, ya veremos mañana», dice.

En el pabellón municipal se encuentra Santiago junto a otras 150 personas. Es de los altos de Moya y narra cómo sacó a sus animales durante la emergencia. «Cogí los dos tractores y los coches, y amarré 12 vacas y los sacamos como pudimos por un camino de tierra para que no se afixiaran».

Lazos emocionales

Pero no todos están dispuestos a dejar sus viviendas. Los lazos emocionales pueden más. Manuel, un jubilado, cuenta que le costó convencer a su esposa: «Mi señora no quería porque decía que cómo iba a dejar la casa, pero le dije que era una locura quedarse con el fuego encima. Y aquí estamos, esperando que esto pase pronto».

En los albergues se mira con preocupación el avance del fuego, el más virulento que se recuerda. Por eso no dejan de alabar el trabajo de bomberos, militares de la Unidad Militar de Emergencia y demás efectivos.

El teniente Nicolás Pérez, piloto de hidroavión, es uno de los que participa en ellas. Reconoce que trabajan con grandes dificultades no solo por el oleaje en el puerto, sino también por la mala visibilidad. No se considera un héroe, pese a que los habitantes lo traten como tal: «Hacemos nuestro trabajo, los que de verdad son héroes son los que están abajo, en el terreno cerca del fuego», comenta.

Lo que se espera ahora es que mejoren las condiciones meteorológicas para que las llamas bajen de intensidad y se pueda atacar el incendio. Según la AEMET, a partir de hoy bajarán las temperaturas y el viento soplará a componente norte, un aire más fresco y húmedo paraValleseco y Tejada, lo que hace que las previsiones sean un poco más optimistas que días atrás.