Opinión

¿Católico y masón?

"No ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas"

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

Nacida en Inglaterra la masonería, se expandió creando no poca inquietud en Roma. En 1738 Clemente XII pública la bula «In Eminenti apostolatus» con una condena del movimiento, confirmada por su sucesor Benedicto XIV y por los pontífices posteriores. León XIII llegó a publicar tres encíclicas contra los «partidarios del mal» y enemigos de la Iglesia.

Los padres del Concilio Vaticano II no abordaron este tema. En 1983, la Congregación para la Doctrina de la Fe, de la que era entonces prefecto el cardenal Joseph Ratzinger, hizo pública una declaración: «No ha cambiado el juicio negativo de la Iglesia respecto a las asociaciones masónicas porque sus principios siempre han sido considerados inconciliables con la doctrina de la Iglesia».

Asentado este principio, «la afiliación a las mismas- se refiere a las asociaciones masónicas- sigue prohibida por la Iglesia. Los fieles que pertenezcan a ellas se hallan en estado de pecado grave y no pueden acercarse a la santa comunión».

Cuarenta años después, este 15 de noviembre, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el cardenal argentino Víctor Fernández, asegura que a los católicos se les sigue prohibiendo unirse a la masonería, contestando a una carta de un obispo filipino alarmado por el continuo aumento de fieles de la masonería. «Quienes formal y conscientemente – prosigue el documento- sean miembros de logias masónicas y hayan abrazado los principios masónicos quedan comprendidos en las disposiciones presentes en la Declaración de 1983».

En 2016 el cardenal Ravasi, entonces presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, escribió una carta dirigida a sus «queridos hermanos masones» invitándoles a un «diálogo sincero con la Iglesia» pero la iniciativa no tuvo recorrido.