
Investigación
Células inmunes para combatir las proteínas que dañan el cerebro
Este descubrimiento abre nuevas vías de investigación para luchar contra enfermedades como el alzhéimer

La ciencia lleva más de tres décadas tratando de combatir el alzhéimer con una estrategia de una sola dirección: eliminar la concentración de una sustancia llamada Beta-amiloide que dificulta el correcto funcionamiento de las neuronas. De las pocas cosas que se saben sobre esa enfermedad incurable y aún en buena medida misteriosa, una ha capitalizado la mayor parte de los esfuerzos clínicos: la certeza de que en algunos seres humanos ese péptido Beta-amiloide se acumula de manera descontrolada en el sistema nervioso e inicia la cadena de acontecimientos neurológicos que conducen al alzhéimer. Si fuéramos capaces de eliminar esas concentraciones estaríamos más cerca de una cura para el mal.
Pero, ¿y si existiera una alternativa a la que no estamos prestando atención? ¿Y si en lugar de empeñarnos en eliminar el exceso de sustancia dañina desde fuera, logramos que sea el mismo cuerpo en que se deshaga de ella? Esta novedosa aproximación protagoniza una de las investigaciones científicas que más han llamado la atención. Un equipo de neurólogos de la Universidad Northwestern en Estados Unidos sugiere que es posible potenciar células del sistema inmunitario del cerebro para erosionar las placas de Beta-amiloide dañinas. La idea puede revolucionar el futuro abordaje de esta enfermedad, pasando de estrategias farmacéuticas paliativas a inmunoterapias que activen el propio sistema de defensa del cerebro.
No es la primera vez que se intenta formular algo parecido a una «vacuna» contra el alzhéimer. Pero las anteriores versiones chocaron una y otra vez con graves efectos secundarios, principalmente procesos de inflamación cerebral.
De hecho, autoridades sanitarias como la FDA americana han llegado a aprobar medicamentos basados en anticuerpos para combatir Beta-amiloide. Pero su uso es muy controvertido: los resultados no son espectaculares y los riesgos son muy elevados.
En esta ocasión, los expertos de la Universidad Northwestern han utilizado una tecnología novedosa para determinar la posición de genes específicos en el ADN de un tejido. Se llama transcriptómica espacial. En realidad, esta técnica se conoce desde hacer lustros, pero nunca se había empleado en ensayos clínicos con tejidos cerebrales de enfermos de alzhéimer. Esta herramienta permite conocer la expresión de ARN mensajero a nivel celular en una zona determinada de un tejido. Tiene una capacidad topográfica muy útil para conocer el lugar exacto donde se produce un fenómeno de transcripción de información genética. Sería como usar un visor que localiza exactamente el punto donde se ha producido, por ejemplo, una pequeña fuga en una manguera. En este caso, en lugar de una fuga, se detecta el lugar donde se están activando los genes.
Los autores del trabajo han aplicado esta tecnología a muestras de cerebros donados post-mortem por pacientes de alzhéimer. Al comparar con los cerebros de enfermos que habían recibido algún tipo de inmunoterapia con aquellos que no la habían recibido, afloraron interesantes diferencias.
Las células inmunes neurológicas de los primeros, llamadas microglía, no solo habían eliminado parte de la acumulación de Beta-amiloide sino que parecían haber ayudado a mantener más sano el entorno de otras células nerviosas. Lo más destacado del estudio es que ha sido capaz de detectar diferentes familias de células de microglía. Algunas de ellas son excepcionalmente eficaces a la hora de eliminar placas de proteína perjudicial. También se ha descubierto que la región donde se hallan esas células tienen un efecto claro sobre su capacidad curativa.
Conocer qué células son las más eficientes y en qué zona del cerebro pueden funcionar mejor es clave para el desarrollo de inmunoterapias contra el alzhéimer. Al fin y al cabo, la inmunoterapia no es otra cosa que la selección de células inmunes para que sean modificadas en laboratorio y reprogramadas para combatir un determinado agente patológico. Es importante elegir bien a las candidatas.
Se sabe que la enfermedad de alzhéimer es una reacción en cadena. La acumulación de Beta-amiloide activa la siguiente pieza del dominó, una alteración patológica de otras proteínas, y esta pieza cae para activar otra más: el comienzo del deterioro cognitivo. Para llegar a curar el mal es necesario que el paciente reciba una terapia inmunitaria justo en el primer momento, antes de que se desencadene la reacción.
Esta nueva tecnología es un paso fundamental para lograrlo. Como ejemplo ilustrativo, este hallazgo permitiría que el vecino aprendiera a deshacerse de la basura antes de que la acumulación de residuos comience a descomponerse y aparezcan las primeras «cucarachas».
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