Meteorología
China se ahoga bajo las aguas
Algunas ciudades de los alrededores de la capital han sido deliberadamente anegadas para que sirvieran de "foso" de protección
Mientras miles de personas amenazadas por la crecida de los ríos han sido evacuadas este fin de semana en el noreste de China, en las afueras de Pekín continúan despejando los escombros procedentes de las inundaciones que han obligado a suspender cientos de vuelos, destrozado carreteras, cortado el suministro eléctrico y dejado barrios en ruinas. El gigante asiático se enfrenta a unas lluvias sin precedentes que afectan a algunos de sus territorios, mientras que otros sufren un calor estival abrasador y una sequía que hace peligrar sus cosechas.
En este comienzo de la temporada de tifones en el Pacífico Norte, las tormentas con lluvias inusualmente torrenciales y vientos feroces han inundado amplias zonas de Asia Oriental, con China entre los países más castigados. El pasado 28 de julio, el tifón Doksuri golpeó la costa meridional del país, en la provincia de Fujian. A continuación, se dirigió hacia el norte, en dirección a Pekín, para disiparse y transformarse en una tormenta algo más débil, pero que arrojó hasta 745 milímetros de lluvia sobre la capital en 5 días, es decir, una cantidad 4 veces superior a la precipitación media de la ciudad en estas fechas. Además, sus últimos coletazos anegaron la cercana ciudad de Tianjin y la provincia de Hebei.
Se trata del mayor diluvio que ha azotado Pekín en 140 años, provocando inundaciones que han causado la muerte de al menos 20 personas, destruyendo carreteras, desbordando los sistemas de drenaje, cortando el suministro eléctrico y obligando a evacuar a miles de residentes. Por ello, tras días de lluvias torrenciales se tomó la controvertida decisión de desviar las aguas lejos de la capital, lo que provocó protestas y angustia al resultar deliberadamente anegadas ciudades vecinas para que sirvieran de "foso" de protección de Pekín.
Así, las autoridades de la provincia de Hebei, limítrofe con Pekín, abrieron compuertas y diques en siete zonas bajas de control de inundaciones para evitar el desbordamiento de ríos y embalses en la capital china y en la otra metrópoli de la región, Tianjin. Esa medida provocó una inundación aún mayor en la ciudad adyacente de Zhuozhou, que ya había estado luchando por contener sus propias crecidas tras la rotura de un dique y el desbordamiento de un río local, que dejó sus calles y barrios convertidos en un lago fangoso, con casas y negocios destruidos.
Asimismo, más de un millón de personas se han visto obligadas a evacuar la provincia y los pueblos adyacentes, en la periferia de Pekín. En algunas zonas, las aguas han dejado sin electricidad y sin conexión a Internet ni a la telefonía móvil a una población que ha pedido ayuda desesperada en Internet para encontrar a cientos de personas desaparecidas.
La crisis de Zhuozhou ha desatado la ira generalizada, ya que al parecer las ayudas tardaron en llegar a algunas zonas, dejando a muchos desamparados. Además, los supervivientes se han quejado de que no se les avisó con suficiente antelación de la crecida de las aguas y se preguntan si se les compensará por sus pérdidas. En particular, los damnificados han denunciado lo que perciben como una directiva más interesada en apaciguar a los dirigentes nacionales de Pekín que en salvaguardar a millones de ciudadanos chinos afectados.
Sin embargo, a pesar de la tragedia de los acontecimientos recientes, la ciudad de Pekín conoce bien los desastres naturales. La capital se ha visto afectada al menos siete veces por inundaciones que han causado víctimas en las dos últimas décadas. El episodio más letal se produjo en julio de 2012, cuando la ciudad recibió 190 milímetros de lluvia en un día, lo que provocó riadas torrenciales que acabaron con la vida de 79 personas.
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