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Amenaza sideral
El asteroide 2012 DA14 cruzó hoy sobre el cielo nocturno de Sumatra (Indonesia) a sólo 27.860 kilómetros de la Tierra, y continuó su travesía cósmica a unos 28.100 kilómetros por hora, informó la agencia espacial estadounidense NASA.
El pasaje cercano del asteroide 2012 DA14 supone una oportunidad única para estudiar en detalle uno de estos interesantes objetos, verdaderas reliquias de la formación del sistema solar, hace unos 4.600 millones de años.
Los asteroides son los supervivientes de aquellos «ladrillos» con los que se formaron los planetas. Como son pequeños, el material que los compone ha sufrido mucho menos. Será analizado por decenas de telescopios y radiotelescopios alrededor del mundo. Se intentará determinar su composición, tamaño, forma y densidad; se verá cómo rota y se estudiarán los efectos que la gravedad de la Tierra tenga sobre él (puede incluso romperse por las fuerzas de la marea). Todo esto nos permitirá conocer cómo es por dentro lo que, además del interés científico, tiene un interés mucho más terrenal: nuestra propia supervivencia.
La Tierra ha sufrido múltiples colisiones desde su origen; numerosas cicatrices en forma de cráteres lo certifican. El impacto de un asteroide de tan sólo 10km de diámetro pudo causar una de las mayores extinciones que conociera nuestro planeta, la de los dinosaurios. Afortunadamente un evento de estas características ocurre cada cien millones de años. Pero impactos de cuerpos más pequeños son mucho más frecuentes. En 1908 un asteroide o cometa de tamaño similar al del DA14 impactó contra la Tierra en la región de Siberia llamada Tunguska. Arrasó decenas de miles de kilómetros de bosque. Ayer mismo, un meteoro de unos pocos metros de diámetro cayó en la región rusa de los Urales. Viendo sus imágenes y las fotos de cómo quedó Tunguska en 1908, podemos hacernos una idea de la catástrofe que tendría lugar si un objeto como DA14 impactara cerca de una gran ciudad. Y se estima que un objeto como DA14 impacta contra la Tierra cada siglo.
Conocer cómo son estos cuerpos y con qué frecuencia ocurren estas colisiones nos permitirá idear formas para desviarlos o destruirlos, o establecer estrategias de supervivencia para el caso en que lo primero sea imposible.
Aunque la trayectoria del meteorito de Rusia sugiere que no es un trozo de 2012 DA14 y no tenemos razón fundada para temer por una «lluvia» de objetos cayendo sobre nuestras cabezas, estos dos objetos celestes llaman nuestra atención sobre la importancia de buscarlos, seguirlos y estudiarlos.
* Investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias
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