Investigación científica

¿Atacar las lesiones medulares con la dieta?

Una investigación revela que los daños en la espina dorsal alteran la cantidad de microorganismos del aparato digestivo, lo que dificulta la recuperación.

La interrupción del microbioma intestinal con antibióticos antes de sufrir heridas en la médula espinal (izquierda) aumenta el número de células inflamatorias (derecha) en la región dañada de la espina dorsal
La interrupción del microbioma intestinal con antibióticos antes de sufrir heridas en la médula espinal (izquierda) aumenta el número de células inflamatorias (derecha) en la región dañada de la espina dorsallarazon

Una investigación revela que los daños en la espina dorsal alteran la cantidad de microorganismos del aparato digestivo, lo que dificulta la recuperación.

Cada vez se sabe más de la relación entre la diversidad de bacterias que tenemos en nuestro aparato digestivo y el estado general de salud que disfrutamos. Se ha relacionado la microbiota intestinal con enfermedades de todo tipo, desde las más obvias dolencias alimenticias hasta síndromes cardiovasculares. Incluso se han identificado algunos nexos de unión entre la tipología bacteriana de las tripas y el estado de ánimo.

Pero el último hallazgo al respecto es, sin duda, el más sorprendente de todos. ¿Tiene algo que ver el intestino con la capacidad de recuperación de los pacientes con lesiones medulares?

Investigadores de la Universidad del Estado de Ohio han descubierto que las lesiones de la espina dorsal alteran la cantidad y calidad de los microorganismos del aparato digestivo y que esos cambios pueden contribuir a aumentar la extensión del daño neurológico y dificultar una posible recuperación.

El estudio que así parece demostrarlo fue publicado ayer en el «Journal of Experimental Medicine».

El aparato digestivo del ser humano tiene miles de millones de bacterias. Todas juntas forman el denominado microbioma: la suma de los genomas de las diferentes especies de microorganismos a las que damos cobijo. Una de las líneas de investigación médica más prometedoras y novedosas consiste en el estudio de cómo evoluciona el microbioma y de cómo los cambios en el equilibrio de estas colonias de microorganismos pueden condicionar la salud de muchos órganos del cuerpo, no solo el aparato digestivo.

Se conoce como «disbiosis» a cualquier desequilibrio en el microbioma. Estas alteraciones pueden estar provocadas por muchas causas: el estrés, el consumo de medicamentos, una mala dieta, contaminación, enfermedades...

Básicamente, la disbiosis sucede cuando proliferan bacterias patogénicas que superan en actividad a otras bacterias no patogénicas. La disbiosis se ha relacionado con algunas enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1, la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple e incluso con desórdenes neurológicos, el aumento del dolor, el autismo o la depresión.

Cuando una persona sufre un traumatismo en la médula espinal, suele padecer algunas patologías secundarias, como, por ejemplo, pérdidas de función intestinal que conducen a disbiosis. Pero ¿hasta qué punto esta relación entre las bacterias y el traumatismo es reversible?

Los investigadores de Ohio han analizado ratones de laboratorio para demostrar que los daños en la espina dorsal alteran significativamente el equilibrio del microbioma digestivo. De hecho, inducen la migración de bacterias intestinales a otros tejidos del organismo y estimula la producción de células inflamatorias.

Los ratones que sufrían una mayor modificación en la diversidad bacteriana tendían a recuperarse peor del accidente medular.

w recuperar la movilidad Por ejemplo, se trató con antibióticos a un grupo de ratones a los que luego se indujo un traumatismo espinal. Sistemáticamente, estos ratones (a los que los antibióticos habían alterado el equilibrio bacteriano) mostraron mayores niveles de daño y peores tasas de recuperación. Por el contrario, cuando los animales heridos fueron alimentados con grandes dosis de probióticos (sustancias que estimulan la recuperación de la flora bacteriana) mostraron menos daño y recuperaron mejor parte de su movilidad.

Al parecer, los probióticos, sobre todo los que contienen grandes cantidades de regeneradores de lactobacilos, activan un tipo de célula del sistema inmune con propiedades antiinflamatorias. Además, ayudan a la secreción de moléculas que contribuyen a cierta regeneración neuronal.

Esta investigación refuerza, sin duda, la idea de que existe una clara conexión entre el aparato digestivo, el sistema nervioso central y el sistema inmune. Quizás sirva para diseñar estrategias de recuperación de daño medular que no sean tan «médulo-centristas» como las actuales y que comprometan a especialistas en microbioma, en neurología y en inmunología a la vez. Quién sabe si, en el futuro, parte de la recuperación de estos pacientes pase también por una dieta promotora de estas bacterias necesarias.