Cáncer
Células tránsfugas del cáncer
Un grupo de investigadores logra transformar células causantes de la leucemia en benignas para tratar este tipo de tumor.
Imagine, Dios no lo quiera, que acude al médico y éste le dice que ha detectado células cancerosas en su sangre, propias de cierto tipo de leucemia muy agresiva. Y que como terapia va a dejar que crezcan y se desarrollen, en lugar de tratar de matarlas y detener su avance. Quizás considere que el doctor o la doctora se han vuelto locos. Pero eso es lo que propone una nueva investigación dada ayer a conocer por médicos de la Universidad de Stanford. Y es que, como resultado inesperado de varias pruebas de laboratorio, han descubierto una prometedora técnica que puede provocar que las células causantes de la leucemia se desarrollen hasta convertirse en macrófagos, es decir, inocuas células de nuestro sistema inmunitario.
La leucemia linfoblástica aguda es un tipo de cáncer de la sangre y de la médula ósea que cursa de manera muy rápida. Provoca una sobreabundancia de linfocitos inmaduros. Una modalidad especialmente difícil de tratar es la que aparece con una traslocación cromosómica llamada Cromosoma Filadelfia. Los pacientes que la padecen tienen un pronóstico muy pobre. Los autores de este trabajo de Stanford trabajaban precisamente en la investigación de este cáncer. Para ello, tomaron muestras de la sangre de varios pacientes y las mantuvieron el mayor tiempo posible activas en una placa de observación. Necesitaban que estuvieran activas para poder estudiarlas durante todo el tiempo necesario. Pero contemplaron con asombro que algunas de esas células modificaban su forma y tamaño y empezaban a parecerse más a los macrófagos naturales del organismo.
La razón de ese cambio parecía un misterio, aunque los autores recabaron información de algunas publicaciones científicas antiguas que advertían de que un linfocito B de un ratón puede convertirse en macrófago cuando se expone a ciertos factores de transcripción, es decir a una serie de proteínas que se acoplan a partes específicas de su ADN.
Tras la observación, los investigadores han propuesto que los linfocitos inmaduros de la persona con leucemia son en realidad células progenitoras que están forzadas a permanecer en estado de poco desarrollo por alguna causa ajena a ellas. De manera que una alternativa de tratamiento podría hacer con ellas lo que se hizo con los linfocitos de los ratones: provocarles una maduración rápida. De ese modo, se convertirán en macrófagos que atacarán al resto de células tumorales.
Las nuevas células así desarrolladas cumplen dos funciones. En primer lugar, dejan de ser cancerosas y, en segundo lugar, se convierten en perros de presa de otras células malignas. De hecho, son las mejores herramientas para combatir el cáncer porque (igual que los perros de presa olfatean una prenda de la persona que quieren encontrar), las células han llevado en su interior la impronta química de un cáncer. Profesaron un día en las filas de la enfermedad y ahora son capaces de encontrar sus puntos débiles.
Estas nuevas células «tránsfugas» que un día trabajaron para el cáncer y ahora trabajan para el organismo sano pueden ser una clave para futuros tratamientos contra la leucemia. De hecho, ya existen algunos antecedentes. Otro tipo de leucemia (llamada promielocítica) se trata con ácido retinótico, que convierte las células cancerosas en otras células benignas llamadas granulocitos.
Los investigadores de Stanford esperan que ahora se abra el camino para una segunda terapia consistente en no matar a las células malignas, sino dejarlas evolucionar hacia estados diferentes no dañinos para el cuerpo.
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