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De mayor no quiero ser científica

Solo el 4,2% de las chicas españolas de 15 años contempla dedicarse a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, según un estudio

Una adolescente en el laboratorio de ciencias de su colegio / C. Pastrano
Una adolescente en el laboratorio de ciencias de su colegio / C. Pastranolarazon

La brecha de género en las carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas empieza en las escuelas: solo un 4,2% de las adolescentes españolas de 15 años contempla dedicarse a alguna de estas áreas cuando sean adultas.

Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y recogido por Efe, que analiza en las regiones españolas los datos del informe PISA 2015 y los cruza con la influencia de la variable sexo en el interés por la ciencia.

Bajo el título «La educación científica en las Comunidades Autónomas. Conocimientos y competencias a la luz de PISA 2015», este informe pone de manifiesto que en España hay en general un problema con las vocaciones STEM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), aunque es más intenso entre las chicas.

Así, solo un 16,3% de los adolescentes de 15 años contempla trabajar en estas áreas -un 4,2% en el caso de las chicas-.

El documento, hecho público este martes, advierte de que precisamente estas carreras suponen los mayores nichos de empleo y salarios.

Según Francisco López Rupérez, director de la cátedra de Políticas Educativas de la Camilo José Cela, «parte de la brecha salarial es debida a la brecha de género en vocaciones STEM».

Las razones que explican esta brecha en España tienen que ver con los efectos de los sesgos de género de origen social, como por ejemplo, la transferencia de expectativas colectivas, el papel de los estereotipos y el impacto de las preferencias personales.

El informe recuerda que vivimos en una cultura masculina en la que el sentimiento de pertenencia para esas opciones es inferior para las mujeres que para hombres y existe una brecha en materia de autoeficacia, es decir, que las chicas necesitan más autoconfianza que los chicos para sentir que dominan las asignaturas de ciencias.

Por eso, el estudio insiste en que el sistema educativo debe esforzarse para que las chicas se orienten con mayor fuerza hacia las áreas STEM y para ello se debe trabajar, desde la docencia, en la autoconfianza de las alumnas, el apoyo de sus iguales y compañeros o el aumento de la implicación parental, en especial de las madres.

Y es que, un factor relevante en cuanto al éxito en ciencia es el papel de las madres y sus expectativas: las chicas que tienen éxito en ciencias tienden a tener madres con elevadas expectativas educativas y que se preocupan de los progresos escolares de sus hijas.

En general, para chicos y chicas recomienda organizar situaciones de aprendizaje en torno a las prácticas de laboratorio o a simulaciones virtuales, así como diseñar más experimentos.

La investigación aporta un diagnóstico por comunidades relacionando rendimiento académico en ciencias y vocaciones STEM.

La UCJC recuerda, tal y como señalaba el informe PISA 2015, que Castilla y León, la Comunidad de Madrid, Navarra y Galicia, en este orden, ocupan un lugar destacado en cuanto a rendimiento en ciencias, mientras que Canarias, Extremadura y Andalucía están en una posición «particularmente retrasada».

Cuando se compara Castilla y León con Andalucía, la diferencia equivale a un desfase escolar promedio, entre ambas comunidades, de más de un curso académico y medio.

En su informe, la UCJC coge estos datos y los relaciona con las vocaciones STEM y establece cuatro categorías.

En la categoría A o «cuadrante óptimo» -alta vocación, alto rendimiento- están Asturias, Aragón, Cataluña, Galicia, Madrid y Navarra, que se sitúan en una posición relativa destacada a la hora de adaptarse a las exigencias de la «cuarta revolución industrial».

La categoría B -baja vocación y alto rendimiento- incluye a Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja, que, según este informe, podrían pasar al primer grupo con facilidad incrementando los esfuerzos de sensibilización ante los atractivos de las profesiones STEM.

En la categoría C -alta vocación, bajo rendimiento- está el País Vasco; esta situación anómala podría interpretarse como la consecuencia de un contexto socioeconómico que anima a abrazar vocaciones STEM junto con «un sistema educativo que no es capaz de dotar a los alumnos de las herramientas intelectuales adecuadas para conseguir ese ideal personal».

En la categoría D o ‘cuadrante pésimo’ -baja vocación, bajo rendimiento- están Andalucía, Baleares, Canarias, Extremadura y Murcia. EFE