Ciencia

Descubren por qué echamos de menos nuestra cama

Una parte del cerebro se mantiene vigilante al dormir en un sitio nuevo

Descubren por qué echamos de menos nuestra cama
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No siempre resulta fácil conciliar el sueño en una cama que no es la propia. Es como si los primeros días en nido ajeno durmiéramos «con un ojo abierto»

No siempre resulta fácil conciliar el sueño en una cama que no es la propia. Mucha gente tiene ciertas dificultades para dormir la primera noche que pasa en su destino de vacaciones, cuando duerme en un hotel por motivos de trabajo... extrañan su propio espacio, su habitación, su colchón.

Los investigadores de las bases neurológicas del sueño no han encontrado una explicación muy convincente a este fenómeno pero lo cierto es que no se trata de un problema menor. Muchos pacientes acuden a las consultas de los especialistas porque están obligados a pasar periodos intermitentes fuera de casa y les cuesta adaptar su descanso. Es como si los primeros días en nido ajeno durmiéramos “con un ojo abierto”.

Pues resulta que casi podemos decir que, literalmente, eso es lo que ocurre. Al menos así lo sugiere una nueva investigación llevada a cabo por expertos de laUniversidad Brown de Estados Unidos. Al parecer, cuando no estamos acostumbrados al entorno en el que dormimos el hemisferio izquierdo del cerebro se mantiene algo más activo, en un estado aparente de semialerta. Es lo que llaman “el efecto de la primera noche” y que, por cierto, tiene una importante influencia en las investigaciones sobre el sueño. Dado que la calidad del mismo suele ser considerablemente peor en la primera noche que pasamos en una habitación determinada, cuando un equipo de neurólogos quiere hacer estudios sobre el sueño de un paciente debe tener en cuenta este factor distorsionador.

Los autores de este nuevo trabajo han puesto en marcha tres experimentos distintos para determinar las constantes neurológicas de 35 voluntarios que durmieron en tandas de dos días, separadas por una semana, en un laboratorio. En todos los casos encontraron que durante la primera noche en el laboratorio, una red de neuronas concretas del hemisferio izquierdo se activaba más, sobre todo en la fase del sueño conocida como “onda lenta” o Fase Delta.

Tras constatar esto, los científicos trataron de estimular los dos hemisferios mientras el paciente dormía. El hemisferio izquierdo se estimula emitiendo un suave pitido en el oído derecho y viceversa. En estas circunstancias, los pacientes tendían a despertarse más fácilmente si oían el pitido en el oído derecho. Es decir, su lado izquierdo del cerebro estaba más alerta.

Pero estas diferencias ya no se aprecian en la segunda noche de estudio es como si, una vez reconocido el espacio en el que se va dormir, la alerta del hemisferio izquierdo desapareciera.

Esta asimetría regional de la actividad delta en el cerebro durante la primera noche de pernoctación no había sido nunca antes detectada en seres humanos. El dato ha sido corroborado mediante electroencefalografía, magnetoencefalografía y resonancia magnética. Todos estos aparatos no parecieron incomodar especialmente a los pacientes a la hora de quedar dormidos.

El resultado de la investigación es sorprendente, pero no responde a todas las preguntas sobre este curioso fenómeno del sueño. Es evidente que muchos animales tienen un afinado mecanismo de alerta que les permite huir de depredadores y peligros aún estando en pleno sueño. ¿Contamos los humanos con algo similar?

En nuestro cerebro existe un racimo de neuronas llamado “red neuronal por defecto” que siempre se mantiene activa cuando el órgano pensante está en reposo. Se cree que es la responsable entre otras cosas de los momentos en los que nuestra mente divaga, cuando soñamos despiertos o cuando se nos queda “la mente en blanco”, por ejemplo cuando estamos aburridos escuchando un discurso. Pero no sabemos si está también implicada en este “efecto de la primera noche”.

Incluso no está claro que este estado de alerta durante el sueño sea exclusivo de un hemisferio o si se trata de una misión que ejercen ambos hemisferios por turnos.

Lo que sí es evidente es que, por primera vez, los neurólogos han determinado que, al menos la primera noche en entornos extraños, nuestro cuerpo duerme con “un ojo abierto”. O con un hemisferio...