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Detenido por sus bacterias

La microfauna de los zapatos, los libros y hasta del mando a distancia puede descubrir al culpable de un crimen

Detenido por sus bacterias
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Un mundo lleno de bacterias, dispersas por doquier desde nuestra piel, nuestra saliva, nuestro pelo... Eso podría ser el escenario de un crimen. Si ahora los miembros de la policía científica se afanan en encontrar restos biológicos de tamaño suficiente como para ser analizados (tejidos, semen, vello...) en el futuro no muy lejano quizás rastreen trazos microscópicos del criminal y de su víctima: busquen bacterias.

Así lo sugiere un estudio piloto publicado ayer en la revista «Microbiome», según el cual las pequeñas huellas microbianas depositadas por un individuo es sus aparatos de uso cotidiano (teléfono, zapatos, mandos a distancia, libros...) pueden ser usadas para determinar dónde ha estado anteriormente, qué lugares ha visitado y cuál ha sido el trazo de sus movimientos pasados.

Las bacterias de la piel humana juegan un papel determinante en la configuración del ambiente de nuestos hogares, centros de trabajo, hospitales... De hecho, buena parte del aroma peculiar que cada casa tiene, depende de la tipología de sus ácaros. Incluso las condiciones de temperatura y humedad de cada estancia van en función de las especies de bacterias que anidan en las paredes y en el mobiliario. Podríamos decir que cada casa tiene su propia, personal y única huella bacteriana.

Pero esa huella no es intransferible. Cuando visitamos un lugar, dejamos parte de nuestra biota en él y, al mismo tiempo, nuestras manos, nuestra ropa y la suela de nuestros zapatos adquieren parte de la microfauna de ese sitio.

El estudio de ese intercambio de microorganismos entre el ser humano y su ambiente tiene implicaciones evidentes para la investigación forense. El autor de este nuevo estudio, el experto en ciencia forense de la Universidad de Chicago Simon Lax, reconoce que «anteriormente ya se ha usado la microbiota para identificar qué persona ha utilizado un objeto determinado». Por ejemplo, la colonia bacteriana hallada en el teclado de un ordenador puede servir para demostrar si un sospechoso escribió en él o no. Pero nunca antes se había planteado la posibilidad de analizar el tránsito de esta microbiota de un lugar a otro y seguir así el rastro de los movimientos de una persona.

Para probar si esto es posible, se pidió a varios voluntarios que recogiesen, cada hora, muestras de bacterias de las pantallas de sus teléfonos móviles, de la suela de los zapatos y del suelo de los lugares que visitaran durante dos días. Después de ese periodo, el análisis de las bacterias de los zapatos permitió encontrar relaciones entre ese cultivo y la microfauna de los lugares visitados. De manera que se demostró que la comunidad bacteriana del suelo de cualquier lugar deja huella en las suelas. En otras palabras, estudiando microscópicamente las suelas se puede establecer qué camino han seguido. Curiosa paradoja, porque hasta ahora el estudio de las suelas consistía justamente en lo contrario: en buscar la huella que los zapatos dejan en el suelo, no la que el suelo deja en los zapatos.

Los investigadores se han mostrado realmente sorprendidos de lo fuerte que es la conexión entre las bacterias de una suela y los lugares transitados. De hecho, con un programa informático suficientemente potente que albergara datos sobre la microfauna de los principales edificios de una ciudad, sería sencillo reconstruir los movimientos de cualquier persona durante los dos últimos días. También se han encontrado restos bacterianos en las pantallas del teléfono móvil, posiblemente derivados de la manipulación con las manos de los zapatos. Pero en este caso las probabilidades de éxito del rastreo son menores. Primero porque la cantidad de material es más reducida y segundo, porque en este tipo de superficies las bacterias permanecen menos tiempo.

En cualquier caso, está claro que ha nacido una nueva herramienta para una disciplina como la microbiología forense que es cada vez más requerida en el escenario del crimen.