Australia
El cometa Lovejoy ilumina las noches de enero
Esta semana y la siguiente son las óptimas para observar el paso del cometa Lovejoy C/2014 Q2 por nuestros cielos gracias a que la Luna brilla menos. El espectáculo astronómico se puede disfrutar a simple vista, aunque con prismáticos y telescopios se podrá ver mejor la larga cola del cometa.
El cometa Lovejoy (C/2014 Q2) cruza estos días el sistema solar interior. Se divisa en los cielos oscuros del hemisferio norte desde finales de diciembre, pero es ahora, a partir del 12 de enero, cuando han mejorado las condiciones para su observación debido a la diminución del brillo de la Luna.
El núcleo del cometa se puede distinguir a simple vista, pero para observar su cola se recomienda usar prismáticos o, aún mejor, telescopios. De hecho, fue gracias a un pequeño telescopio de 20 cm de diámetro como se descubrió este objeto desde Australia. Lo hizo el astrónomo aficionado Terry Lovejoy –de ahí el nombre del cometa– el 14 de agosto de 2014.
La órbita del cometa tuvo su máxima aproximación a la Tierra (perigeo) el pasado 7 de enero –situándose a 70 millones de km de nuestro planeta– y pasará por el punto más cercano al Sol (perihelio) el día 30 de este mes.
Durante este tiempo se moverá por las constelaciones de Liebre, Eridanus, Tauro, Aries y Triángulo. Las predicciones de los astrónomos señalan que el cometa puede alcanzar su mayor brillo (con una magnitud aparente de alrededor de 4) a mediados de enero. Se encontrará cerca del cenit y pasará al suroeste de las Pléyades.
La coma o cabellera que envuelve el núcleo del cometa es de color verdoso por la fluorescencia de los gases que, como el cianógeno o el carbono di y triatómico, son activados por la radiación solar ultravioleta. En las partículas de polvo que constituyen tanto la coma como la larga cola también se refleja la luz blanca del Sol.
Como la mayor parte de los cometas, Lovejoy procede de la nube de Oort, situada en los confines del sistema solar, a una distancia aproximada de 1 año-luz del Sol. Estos objetos contienen material primigenio de la nebulosa que originó nuestro sistema solar, por lo que resultan de gran interés para conocer su evolución.
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