Videos

La huella de la vida en Marte

El rover revela que el Planeta Rojo exhuma metano en un ciclo estacional

El rover Curiosity sobre la superficie de Marte/Nasa
El rover Curiosity sobre la superficie de Marte/Nasalarazon

El rover 'Curiosity"encuentra diferentes compuestos orgánicos en el suelo de Marte

Desde hace casi seis años, desde que el 6 de agosto de 2012 el instrumento SAM tocara suelo marciano por primera vez a bordo de la nave Curiosity, todos los esfuerzos de los científicos que lo dirigen estaban encaminados a experimentar momentos como éste. SAM quiere decir Sample Analysis at Mars (Análisis de muestras en Marte) y su misión es, entre otras cosas, detectar si en el suelo marciano existen moléculas orgánicas. Desde ayer podemos decir con nuevas evidencias que sí, que existen moléculas orgánicas. Al menos existen compuestos aromáticos, tiofénicos y alifáticos incrustados en muestras de terreno excavadas del interior del Cráter Gale del planeta rojo. No se asusten, que vamos a explicarlo. Y vamos a explicar por qué el hallazgo es tan importante.

La presencia de materia orgánica bien preservada es una señal clave para entender el potencial su habitabilidad. Los compuestos orgánicos son moléculas que contienen carbono y que, hasta donde alcanza nuestro modelo de explicación biológica, pueden ser precursores de organismos vivos primigenios.

La revista «Science» publicó ayer el resultado de dos investigaciones que demuestran que Marte es un planeta con presencia de algunos tipos de estos compuestos acompañados de otra molécula de gran interés biológico; el metano.

La mera existencia de estas moléculas es una noticia de gran interés para la exobiología (la ciencia que estudia a vida fuera de nuestro planeta). Un compuesto orgánico puede ser la huella de una forma de vida extinta, puede ser el alimento para alguna forma de vida futura o, simplemente, puede ser un tesoro de información sobre las condiciones de habitabilidad de un mundo.

Un equipo internacional de científicos ha analizado las muestras extraídas desde el interior del cráter Gale por el instrumento SAM y ha sido capaz de diferenciar en ellas moléculas orgánicas allí preservadas desde hace 3.500 millones de años. Las moléculas se hallaban durmientes en los limos lacustres del fondo oscuro del cráter, como un testigo de la evolución del planeta esperando a que alguien o algo se tope con él. Al mismo tiempo, otro equipo de expertos ha estudiado muestras de la atmósfera de la zona (no del suelo) y ha encontrado huellas evidentes de la presencia variable de metano, cuya abundancia cambia en función de las estaciones. Anteriormente, se habían detectado pequeñas cantidades de metano atmosférico en el planeta pero el origen de este compuesto había sido muy debatido.

Resulta que en la Tierra, las grandes cantidades de metano que se emiten a la atmósfera son producidas en su mayor parte por la actividad biológica, por la vida terrícola. Pero pueden existir otras explicaciones no biológicas para dar razón de la presencia de cantidades de metano más pequeñas.

Ahora, los científicos han podido detectar con mejor precisión el comportamiento de ese metano extraterrestre. Durante tres años marcianos (el equivalente a 55 meses en la Tierra) la nave Curiosity ha extraído muestras de aire de su entorno. En ellas se ha detectado un rastro de fondo de metano que cambia en cada paso de estación en Marte. Al final del verano en aquel planeta se llega al máximo de metano (unas 0,65 partes por 1.000 millones)

Los autores de la investigación creen haber hallado la causa de la variabilidad de este comportamiento. Grandes cantidades de gas podrían haber sido confinadas en cristales de agua fríos llamados clatratos. Con los cambios estacionales de temperatura, se libera al entorno más o menos cantidad de metano. ¿Pero de dónde procedía el gas original? ¿Es una pista sobre la posible presencia de vida en el planeta?

La respuesta a esta pregunta sigue siendo un misterio desde que en el año 1976 la misión Viking de la NASA comenzara a buscar rastros de moléculas orgánicas en el planeta vecino sin encontrar rastro de compuestos de este tipo. Pero los astrobiológos sabían entonces que Marte era el mejor candidato fuera de la Tierra para encontrarlos. Y siguieron intentándolo. ¿A qué se debe tal empeño?

Los compuestos orgánicos son moléculas que contienen carbón y que despiertan un gran interés en la ciencia. Muchos de ellos no son producidos por la actividad biológica. En todo el universo aparecen variantes de estas moléculas producidas abióticamente y esparcidas por el cosmos a lomos de cometas, asteroides o nubes de polvo interestelar.

Pero en la Tierra, la mayor parte de los compuestos orgánicos no tiene esa procedencia. Aquí la vida se basa en la producción y el uso de cuatro tipos principales de compuestos orgánicos: hidratos de carbono, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos. Son los ladrillos con lo que se originó la vida terrestre hace unos 4.800 millones de años. Marte es el planeta más cercano a nosotros y puede que hace miles de millones de años tuviera un aspecto no muy diferente al de nuestro mundo entonces. Muchos científicos creen que en Marte también pudieron acumularse esos ladrillos vitales.

De ser así, el planeta sería o habría sido un gran candidato para albergar vida. Pero incluso en el caso de que no hubiera sido así, el hallazgo de compuestos orgánicos es de vital importancia. Se estima que en Marte se depositan unas 300 toneladas de compuestos orgánicos abióticos procedentes del espacio al año. La superficie marciana tiene miles de millones de años de antigüedad. Con ese ritmo de depósito, en Marte tendría que haber moléculas orgánicas por todas partes... ¿Por qué las sondas Viking no las encontraron? ¿Cómo desaparecen o se degradan tantas toneladas de material?

Era necesario volver a intentarlo. Y eso es lo que ha hecho el instrumento SAM de la nave Curiosity. En 2015 halló sus primeras pistas sobre la posible presencia de orgánicos en Marte. Pero las pruebas estaban altamente contaminados con restos de percloratos producidos en las tierras saladas y limosas del fondo del cráter Gale. Ahora, el resultado es rotundo: «Los datos de la nave Curiosity parecen confirmar que hace 3.500 millones de años Marte era un planeta habitable con condiciones comparables a las de la Tierra de entonces», afirma en su reseña sobre el hallazgo la científica del departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Utrech, Inge Loes ten Kate.

Precisamente cuando estos compuestos orgánicos aparecieron en Marte, la vida comenzaba a aflorar en la Tierra. Fuimos dos planetas hermanados por las mismas condiciones de habitabilidad. Nunca antes había tenido tanto sentido como ahora preguntarse si hubo otra vida en el Sistema Solar, incluso si sigue existiendo oculta entre las rocas del Marte... Nunca antes hemos estado tan cerca de responder a la gran pregunta de la ciencia: ¿Hay otras formas de vida ahí fuera?