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Hawking: «Dios sí juega a los dados»

El físico Stephen Hawking, antes de comenzar su charla "El origen del Universo"en la segunda sesión del II Festival Starmus
El físico Stephen Hawking, antes de comenzar su charla "El origen del Universo"en la segunda sesión del II Festival Starmuslarazon

No fue fácil convencerle, pero Stephen Hawking accedió a ser el invitado de honor del Starmus. Desde la localidad británica de Southampton, partió a bordo de un crucero de lujo, el Oceana, con un séquito de nueve enfermeras, para llegar a Tenerife el pasado día 13. La expectación era máxima entre periodistas, científicos y, sobre todo, estudiantes, que tenían precio rebajado para ver las conferencias: 150 euros, de los 250 que costaba el registro. Y es que sus palabras sobre el supuesto carácter «destructivo» del bosón de Higgs han dado la vuelta al mundo.

Hace unos días, en el prólogo del libro del festival, Hawking hizo una referencia sobre el bosón descubierto por el CERN en 2012, la partícula encargada de dotar de masa al resto y, sin la cual, no existiríamos. Según su opinión, el campo de Higgs –ese espacio en el que las partículas elementales interactúan con el bosón y adquieren su masa– «tiene la preocupante característica de que podría convertise en metaestable a energías superiores a 100.000 millones de de gigaelectronvoltios». Una situación que podría provocar una desintegración del vacío del Universo, lo que daría pie a una burbuja de vacío expandiéndose a la velocidad de la luz. Algo, dijo, que se produciría dentro de una franja de tiempo superior a la edad del Universo.

La organización de la cita anunció que Hawking revelaría «en exclusiva» sus novedades, pero lo cierto es que ha repetido la misma idea. El campo de Higgs, «al no estar dotado del estado más bajo de energía», daría pie a una «burbuja de vacío» que «podría golpearnos y destruirnos por completo».

Durante su conferencia, Hawking repitió las ideas que ha plasmado en obras como «Historia del tiempo». Planteó el Universo como «la historia de un objeto tridimensional que evoluciona en el tiempo», siendo este último la «cuarta dimensión». Defendió su idea de un Universo sin fronteras. Y también se centró en la posibilidad de hallar una teoría que explique todos los fenómenos físicos. «Somos el producto de las fluctuaciones cuánticas en el Universo muy temprano. Dios realmente ¡juega a los dados!», dijo ayer. Una referencia a Einstein, que, cuando se le nombró la teoría de la mecánica cuántica, afirmó que «Dios no juega a los dados», pues supondría que el Universo se habría creado por azar.

Y hablando de Dios, también tocó el tema de la religión, aunque sin variaciones respecto a sus obras previas, en las que trataba el tema con ambigüedad. «No me hacía gracia que me entregaran a la Inquisición», bromeó, en referencia a una anécdota con Juan Pablo II, que le pidió a él y a un grupo de científicos que no indagaran sobre el principio del tiempo. En todo caso, afirmó que el hecho de que exista vida en la Tierra tiene algo de inexplicable. «Aunque somos muy débiles y poco significativos a la escala del Cosmos, eso nos hace, en cierto sentido, los señores de la Creación».