Paleontología

Nuevas pistas sobre el origen de la cultura europea

El análisis de 180 genomas antiguos revela la influencia de las poblaciones orientales.

Uno de los restos analizados, cuya antigüedad va de los 2.000 a los 6.000 años años a. C.
Uno de los restos analizados, cuya antigüedad va de los 2.000 a los 6.000 años años a. C.larazon

El análisis de 180 genomas antiguos revela la influencia de las poblaciones orientales.

Aún quedan muchas preguntas por responder sobre el origen de los europeos. No conocemos realmente cuál fue la mezcla de influencias culturales y genéticas que convergieron en este lugar del planeta para configurar la población que hoy habita el continente. Algunas de esas preguntas podrían tener respuesta en la investigación publicada ayer en «Nature». A partir de estudios de ADN antiguo, se ha podido demostrar que los primeras poblaciones neolíticas del Europa descendieron de emigrantes de Anatolia.

La dinámica poblacional de aquella era tiene un gran peso en la comprensión de la prehistoria europea. Hasta ahora los modelos de cómo creció la población humana en el continente sostienen que se produjo un aumento repentino de la densidad poblacional entre las comunidades agrícolas y ganaderas del oriente medio (debido al éxito de su modelo de vida) que condujo a una necesaria expansión de esas comunidades en busca de nuevos territorios. Este movimiento de personas llevó consigo la expansión de la agricultura como modo de vida entre los primeros y más primitivos europeos. Datos de registros genéticos han validado esta tesis al descubrir trazas de movimientos desde la Anatolia neolítica hacia áreas más occidentales del continente.

Pero lo que nunca ha quedado claro es cómo se mezclaron esas poblaciones migrantes con los habitantes largamente asentados en Europa. De hecho, algunas tesis sostienen que poblaciones de oriente pudieron cruzar grandes extensiones del continente sin apenas interactuar con los indígenas. De hecho, parece que los invasores agricultores convivieron durante un tiempo con locales cazadores-recolectores, sin intercambiar culturas. ¿Cuándo y cómo se produjo la fusión? ¿Cómo dejamos los europeos de ser nómadas cazadores a sedentarios agricultores y granjeros como influjo de la presencia de colonos del Este?

El nuevo trabajo ha recogido restos de 180 genomas del Neolítico y el calcolítico en excavaciones de Alemania, Hungría y España. Los resultados demuestran que la relación entre ambas culturas fue más compleja de lo que se creía. En los tres lugares estudiados la llegada de los emigrantes agricultores desencadenó un largo proceso de encuentros con los indígenas cazadores que no terminó de cerrarse hasta muchos siglos después. El proceso no tiene nada que ver con una historia de sustitución de una cultura por otra. Más bien se trató de una lenta y complicada mezcla de identidades. De hecho, los datos muestran que los genomas más recientes tienen mayor cantidad de herencia de los cazadores originales que genomas incluso más primitivos lo que sugiere que hubo diferentes riadas de dotación genética, diferentes momentos en la historia en los que los encuentros entre unos y otros pobladores fueron más o menos intensos alternativamente.

Cada región tiene su propio patrón de mezcla genética. Eso sugiere que el fenómeno de inculturación fue complejo y desperdigado. En otras palabras, nos se experimentó una sustitución brusca de una cultura primitiva por otra más moderna sino que se fueron adquiriendo nuevos recursos y maneras de vivir de forma descentralizada.

El origen de la cultura Europea se enriquece gracias a este trabajo de manera más que interesante. No solo se demuestra que los estudios de genomas antiguos son útiles para la investigación de los flujos humanos sino que se evidencia que hubo un largo proceso de permeabilización de la nueva cultura que terminó convirtiendo a los cazadores europeos en una civilización agrícola moderna. Somos lo que somos gracias a esos siglos de goteo lento, pero seguro.