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Robots que son críticos de arte
Científicos crean varios dispositivos que analizan las exposiciones artísticas.
Científicos crean varios dispositivos que analizan las exposiciones artísticas.
Hay robots pintores, como e-David, desarrollado por la universidad alemana de Konstanz, androides músicos como Shimon, concebido por el Georgia Tech Center o Kuka, un brazo robótico que esculpe y fue ideado por la Universidad Carleton (Canadá). Y hay críticos humanos que se dedican a comentar, a menudo con sorna y un vocabulario críptico que roza lo esnob, la obra de estos creativos de metal, pero ahora ha llegado la venganza de los robots: ellos mismos se han vuelto críticos de arte y juzgan todo tipo de expresión artística humana.
Uno de los primeros exponentes de esta tendencia es Novice Art Blogger, creado por el arista británico Matthew Plummer Fernandez. Es cierto que no se trata de un robot físico, más bien es un programa informático plagado de algoritmos de aprendizaje que analiza las obras de arte del mismo modo que lo haríamos los humanos. Sus críticas están disponibles en Tumblr y tienen la franqueza gramatical del traductor de Google combinadas con un Rappel de «after». Quizás el mejor ejemplo para comprender la definición sea leer una crítica hecha por Novice a la obra «La muerte y el conquistador de Aubrey Williams»: «Un primer plano de una pizza, de hecho parece una pizza decorada para parecer un Angry Bird». Al igual que la mayoría de nosotros, el programa lo que hace es, analizar visualmente una pieza e intentar dar una explicación a la percepción que obtiene de ella. De hecho, Novice abre su red social asegurando que «estoy experimentando el arte por primera vez y éstas son mis opiniones». Como programa tiene un defecto, que al mismo tiempo es su gran virtud: jamás da una crítica negativa. Su diseñador, Plummer Fernandez asegura que «Novice no realiza juicios, tiene una inocencia infantil que es su parte más noble y eso le permite que la gente se identifique más con sus opiniones que con las realizadas por los críticos». Es cierto que Novice no tiene una formación artística que le permita dar referencias históricas, citar tendencias ni fundamentar sus opiniones, pero tiene menos de tres años de edad y su «cerebro» irá aprendiendo, y lo que carece de sensibilidad seguramente lo compensa con honestidad e imparcialidad. ¿Qué utilidad tiene este robot más allá de lo anecdótico? Un software capaz de analizar imágenes e identificar, a partir de ellas, las deducciones y hasta las emociones humanas es una representación de una inteligencia artificial muy avanzada, porque, la verdad, si miramos la pintura, es cierto que parece un primer plano de una pizza. Sólo que un robot se atrevería a decirlo. Otro ente cibernético que está comenzando a realizar comentarios artísticos es Berenson, un androide que lleva una bufanda, un gorro y un abrigo y se inspira en el crítico estadounidense Bernard Berenson. Si no fuera por su piel metálica, Berenson podría estar sentado en un café parisino sin desentonar... si pudiera sentarse, claro. Detrás de este robot se encuentran el ingeniero electrónico Philippe Gaussier y el antropólogo Denis Vidal. El caso de Berenson es un poco diferente a Novice: si este último hacía una evaluación de las obras, el primero analiza las expresiones faciales de quienes acuden a una exhibición y las diferencia en positivas o negativas gracias a su simulador neuronal Prométhé. Desde luego no es un crítico al uso y su opinión sobre una obra varía según cuántas personas la vean, pero es una nueva orientación de lo que la crítica podría representar. El peligro que podría tener es convertirse en un juez de los «talent shows» tan de moda en la televisión ahora mismo que juzgan como talento cantar en el idioma de las gallinas o romper avellanas con las posaderas, dos recientes casos, verídicos, de supuestos talentos.
En este caso, lo innovador de la tecnología que presenta Berenson yace en su «cerebro», Prométhé, un sistema artificial de neuronas capaz de identificar emociones humanas y darles un significado positivo o negativo.
Finalmente, el último ejemplo de crítico robótico es kulturBOT 3.0. Producto de la mente de Frauke Zeller, del University College de Londres, y de David Harris-Smith, de la Universidad McMaster de Canadá, es un híbrido tecnológico con cuerpo de aspiradora (el electrodoméstico inteligente Roomba) y un software específico que analiza, mediante una cámara, exposiciones artísticas y las comenta en su propia cuenta de Twitter. El objetivo no sólo es innovador ,sino que en palabras de sus creadores busca «explorar esa delgada línea que divide el arte de los objetos artísticos, las interacciones entre humanos y robots». De hecho, ahora mismo, Harris y Zeller están desarrollando la siguiente generación de este robot que contará con la misma aspiradora pero también con el sistema Xbox Kinect, para hacerse una composición de la sala de la exhibición y determinar cómo los humanos interactúan con el arte. «Estamos pensando en una cruza entre R2D2 y Pinocho», explica Harris. KulturBOT está construido con material de descarte (su cabeza es un colador) y no pretende más que destacar qué pensamos del arte. En este sentido, explora una pregunta que todos los aficionados nos hemos hecho alguna vez al ver piezas muy extrañas (por ser diplomáticamente correctos): ¿quién determina qué es arte? ¿Es la obra, el crítico, el público...? La aplicación de este robot en tecnologías futuras es más difusa que los ejemplos anteriores, pero quizás tenga mayor alcance en el futuro, uno en el cual los seres humanos construyamos con herramientas y tecnologías disponibles los robots que precisemos.
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