Tabaquismo
Los cigarrillos electrónicos son la segunda opción más usada por los españoles para dejar de fumar
Pese a ello, la penetración de este producto y del tabaco calentado es minoritaria en España. Sólo un 2% de los españoles emplea cigarrillos electrónicos (3% UE) y un 1% tabaco calentado (2% en UE)
Las alternativas libres de humo para abandonar los cigarrillos tienen una baja penetración en España. Según el Eurobarómetro 2024 elaborado por la Comisión Europea, el 24% de los encuestados españoles fuma cigarrillos, puros, puritos o pipa, mientras que un 2% emplea cigarrillos electrónicos, por debajo de la media de la UE, que asciende al 3%, y un 1% tabaco calentado (2% en UE). Además, si se analiza el consumo diario, se mantiene la misma senda. De los españoles que fuman, el 70% elige los cigarrillos manufacturados (68% media UE) y el 24% cigarrillos liados a mano (18% media UE).
Por lo que respecta a la iniciación en el hábito, el 86% de los españoles que fuma reconoce haber empezado con cigarrillos manufacturados (UE 79%), cifra idéntica a la de 2020. En cambio sólo el 2% se inició con cigarrillos electrónicos (3% UE), frente al 1% de 2020 (2% UE) y apenas 1% se ha iniciado con el tabaco calentado (en línea con la media europea), frente al 0% de 2020, por lo que no se podrían considerar como una vía de entrada masiva al tabaquismo.
Pese a su uso minoritario, las alternativas sin humo empiezan a verse como una opción para dejar de fumar. Una parte de los encuestados recurre a los cigarrillos electrónicos para dejar de fumar, concretamente es la segunda opción (7%) más empleada por los españoles; por detrás de la opción de dejarlo sin ayuda (14%). Escala una posición con respecto a 2020, cuando se situaba en tercer lugar. Además, el 47% de los fumadores españoles encuestados reconoce que el uso de tabaco calentado le ha ayudado a dejar de fumar o reducir su consumo (37% en UE), mientras que en el caso del cigarrillo electrónico es del 11% (27% UE).
Los expertos en reducción del daño insisten en la necesidad de informar a los fumadores sobre el menor riesgo de las alternativas libres de humo, que pueden llegar a reducir la exposición a sustancias tóxicas en un 95%, y de facilitar su accesibilidad, con una fiscalidad acorde a su menor daño. Países que han integrado estas alternativas en sus regulaciones y políticas sanitarias como una solución al problema del tabaquismo han logrado reducir la tasa de fumadores drásticamente. Es el caso de Suecia, que está a punto de convertirse en el primer país del mundo libre de humo, Reino Unido y Nueva Zelanda.
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