Educación
¿Clases con YouTube o fotocopias en blanco y negro?
El pulso educativo. LA RAZÓN reúne a dos profesores, uno con 18 años de experiencia y el más joven con apenas unos años dando clases. Los dos saben que están en el ojo del huracán. Comparten ciertos puntos, pero también discrepan. Hay algo en lo que están de acuerdo sin dudas: que se incentive a los buenos profesores, pero no que se les rebaje el sueldo
LA RAZÓN reúne a dos profesores, uno con 18 años de experiencia y el más joven con apenas unos años dando clases. Los dos saben que están en el ojo del huracán
Es sábado por la mañana de un puente y en la pequeña aula que la Asociación de Profesores de Madrid tiene cerca de Atocha se han examinado varios alumnos que reciben clases de apoyo. Corregir exámenes en fin de semana no es una novedad para Carlos Fernández, presidente de la asociación y profesor de Matemáticas desde hace 18 años.
Esa misma tarde el aula se convierte en un improvisado «ring» de boxeo en el que se juntan para debatir sobre la situación de la educación en España el experimentado profesor y Lorenzo Sancho, un joven de 27 años que conoce la precariedad laboral actual. Hace unos años que se graduó en Magisterio Musical, pero las suplencias y las clases de apoyo se han convertido en su único contacto con la profesión. Como muchos recién licenciados, abrirse un hueco en la docencia le está costando más de lo que creía.
Los dos saben que se han convertido en el centro del debate. Lo abrimos: «¿Deberían examinarse los profesores cada cierto tiempo?» Están preparados para la pregunta. «Creo que se le está dando demasiada importancia a los conocimientos y no tanto a la capacidad que tenemos para transmitirlos y de adaptarlo a las circunstancias del colegio y del alumnado», afirma el profe de Mates. «Es como si me preguntas quiénes fueron los reyes godos. Obviamente, no me lo sé, pero mi trabajo es averiguarlo y sabérselo explicar a mis alumnos. Partiendo de la base de que ellos ni siquiera saben lo que es un godo, tendría mos que empezar por ahí», sostiene Lorenzo que imparte clases en Educación Primaria. «No es importante contar con millones de conocimientos porque la enseñanza es muy cambiante, pero sí que es básico que el profesor tenga curiosidad, ganas de aprender. Y es que nosotros nos hemos convertido en expertos en adaptar contenidos», responde Carlos que, al contrario que Lorenzo, no se formó en Magisterio, sino que cursó la carrera de Telecomunicaciones. «Uno de mis profesores de universidad fue el padre de Lorenzo», puntualiza.
Volviendo al combate: «Yo veo bien que nos evalúen. Todas las evaluaciones son buenas, pero lo que no queremos es que se juegue con los sueldos, que ya son muy bajos. ¿Qué plantea el filósofo José Antonio Marina (responsable de la elaboración del Libro Blanco de la Profesión Docente)?», se pregunta el presidente de la asociación. «¿Que los que no aprueben su prueba bajen de los mil euros? Eso no puede ser», argumenta. De acuerdo con el maestro, los docentes que trabajan en la escuela privada cobran un sueldo de unos 1.600 euros mensuales y los de la pública unos 200 euros más. «Si lo que buscan es bajarlo aún más, nos vamos a quedar sin profesores». Él propone otra fórmula: «Se podría fijar una base mínima para todos y dar incentivos para aquellos que superen la prueba. Creo que con esta fórmula todos los profesores estarían de acuerdo».
Lorenzo escucha y con las primeras frases de Carlos asiente. Está de acuerdo, pero cuando toca el punto de las evaluaciones no coincide tanto, sobre todo en lo que se refiere a poner a prueba los conocimientos del alumnado. «No creo en los exámenes. Es una fórmula anticuada. No es necesario hacerlos y menos en Primaria donde la evaluación continua debe ser más importante». Y formula su ideal de enseñanza. «Los chicos hoy no aprenden a aprender. Siguen memorizando como cuando lo hacía yo, pero así no se aprende ni se incentiva». Y pone un ejemplo que vivió durante la carrera: «En una asignatura, un profesor nos repartió a todos el mismo examen de un alumno de quinto de Primaria para que lo corrigieramos cada uno». Y enfatiza: «Al mismo examen le puntuaron con un 9 y con un 2. ¿Cómo es posible? ¿quién tiene razón?». Carlos le escucha atento, pero discrepa. Ahí va uno de sus ganchos. «Lorenzo, al igual que muchos jóvenes profesores ya tienen en mente el sistema educativo del futuro, que puede ser también el que plantea Marina, pero no es el actual ni el que vamos a tener de aquí a diez años. Yo estoy más aplastado por el peso de la realidad. Los exámenes y las evaluaciones son importantes. Sobre todo porque hoy por hoy, con ratios de 30 alumnos por aula la idea de Lorenzo no es viable». El docente más joven también tiene en mente cómo organizaría una clase, «sin pupitres individuales y con una mesa corrida, en la que el profesor sólo fuera un guía», un coordinador de la clase que plantea el temario y que «les enseña a aprender, pero no que les lleva de la mano y les da todo hecho», insiste.
Qué ha cambiado en los últimos 20 años y por qué no se consigue un sistema competitivo? El graduado en Telecomunicaciones lo tiene claro: «El intento de normalización en las aulas de la inmigración no se ha hecho bien. No hemos contado con los recursos para que muchos de estos alumnos, que ni siquiera hablan nuestro idioma, puedan adaptarse a nuestra sociedad, a nuestro sistema educativo. Muchos llegan con déficit de conocimientos previos y como no se enteran de qué va la clase molesta al resto. En estas situaciones se debería bajar la ratio por clase». Lorenzo aporta un problema más: «la sexualización de los adolescentes. Cada vez se adelantan más las tonterías de esta edad». Y añade Carlos: «Si antes el punto más alto se daba en tercero de Secundaria, ahora aparece en primero e, incluso en sexto de Primaria».
¿Cómo ha sido la incorporación de las nuevas tecnologías? A pesar de lo que pueden imponer los estereotipos el profesor de más edad está tan puesto, o más, de lo que lo está el joven. «Yo tengo claro que tengo que incorporar las nuevas tecnologías. No se puede ir a clase y soltar el rollo. Sé que si quiero enseñar algo y captar la atención de mis alumnos tengo que ser didáctico. Si no, se meterán en YouTube y no tendremos nada que hacer». Él aún recuerda cómo los exámenes se hacían con fotocopias en blanco y negro. Eso sí, son los propios docentes los que deben ponerse las pilas. «No nos dan ningún recurso ni formación extra para que podamos especializarnos». Entonces, ¿qué opinión tienen de la propuesta del filósofo para que los profesores tengan que pasar un MIR?
El portavoz de los docentes de Madrid no acaba de verle el lado positivo. «No creo que pasar cinco años, como hace los médicos, de ‘‘residente’’ en un centro sea la mejor forma de ayudar al profesorado. Somos un gremio muy atípico y esa no creo que sea la solución». El profesor de Música no lo ve con tan malos ojos: «No me parece mal que, en lugar de las prácticas pasemos un año de residencia en alguna escuela, pero cinco me parece un exceso».
En el tema de la autoridad del profesor se juega el último asalto. «Creo que lo de reforzar la figura del profesor es algo arcaico. Se debe aspirar a una relación de respeto mutuo entre profesor y alumno». El profe de mates sonríe ante la respuesta de Lorenzo. «Muchos de los docentes de las nuevas generaciones tienen un concepto un poco ‘‘hippie’’ de la Enseñanza, son hasta blandos. Buscan evitar que el niño se traumatice».
Sus visiones
Lorenzo Sancho, el guía
- Tiene una idea de aula completamente diferente a la actual. Sin pupitres con una mesa central en la que se reúnan todos los alumnos.
- La figura del docente la compara con la de un guía, que no sólo ofrezca datos y obligue a sus estudiantes a memorizar cada dato. Considera arcaica la autoridad del docente. Cree que el respeto debe ser mutuo.
- Reniega de los exámenes y cree en la evaluación continua en exclusiva.
Carlos Fernández, el «coach»
- Reconoce que la realidad le lleva a no ser tan «idealista» como Lorenzo, pero apuesta por cambiar cosas como la ratio por clase. «Si bajara mejoraría la calidad educativa».
- Considera que los exámenes para los alumnos son necesarios y ayudan a los estudiantes.
- Apuesta por la incorporación de las nuevas tecnologías plenamente en las aulas, pero que también les ofrezcan recursos a los profesores.
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