¿Cómo afectará al consumo?

¿Supondría esta medida un menor impacto en la salud pública, como se pretende?

–En primer lugar, debido a los parámetros de alegalidad en los que se encuentra actualmente esta droga, muy parecida a una sustancia ilegal, toda regulación será positiva. Dicho lo cual, es importante distinguir entre la realidad técnica y la social. En caso de que la reglamentación en cuestión fuera dirigida hacia consumidores que están sometidos a un tratamiento médico, será importante que se regule el consumo llevándolo a un ámbito de normalización. Esto no significa que se vaya a establecer una apertura del consumo de cara a la sociedad en general, sino que esté enfocado hacia personas concretas; será fundamental que se acoten las posibilidades. En cualquier caso, las novedades en cuanto al consumo de cannabis deberán parecerse a lo que sucedió hace tiempo en España con la metadona. Es importante señalar que lo que de ninguna forma ocurriría sería una liberalización en torno al consumo del cannabis.

¿De qué manera afectaría esta idea a los planes de prevención de la FAD (Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción)?

–Como bien es sabido, nuestros planes de prevención siempre contemplan que las drogas existen y no van a desaparecer. Por ello, el objetivo principal de las campañas de la FAD es la concienciación de la sociedad, sobre todo por parte de los más jóvenes. Ojalá el problema de la droga se solucionara con su prohibición, pero está comprobado que no es así. Con el paso del tiempo, los planes de prevención se convierten, año a año, en un aspecto más importante. Antes de decidir si incluir o no una posible futura regulación del consumo del cannabis en España, habría que conocer los puntos concretos que se pretenden reglamentar. Asimismo, salvo en el caso del alcohol, la FAD no diseña planes enfocados a sustancias específicas.