
Frutas
¿Cómo saber si las fresas que comes son de España o de Marruecos?
Conocer el origen de las fresas no únicamente por una cuestión de sabor, sino también de salud, sostenibilidad y apoyo al producto local

En plena temporada de fresas, muchos consumidores se enfrentan a una duda que va más allá del precio o el aspecto: ¿de dónde vienen realmente las fresas que estoy comprando? Aunque a simple vista todas puedan parecer iguales, lo cierto es que no todas las fresas son iguales en sabor, textura ni garantías sanitarias. España y Marruecos son dos de los grandes productores de esta fruta en Europa y el norte de África, y cada vez más fresas procedentes del país magrebí se cuelan en los lineales de los supermercados europeos. Saber identificarlas es clave para un consumo más informado y consciente en favor del producto local.
¿Cómo saber si las fresas que comes son de origen español?
Según la normativa europea y española vigente, todos los productos frescos envasados, como las frutas, deben llevar de forma obligatoria el país de origen visible en su etiqueta. Por tanto, si compras fresas en una bandeja o caja cerrada, lo primero que debes hacer es mirar esa pequeña pero valiosa información que suele aparecer junto al código de barras o en la zona lateral del envase.
Frases como “Origen: España” o “Procedencia: Marruecos” deben estar claramente indicadas si está envasado. En caso de duda o si no aparece la información, es totalmente legítimo pedir aclaraciones al personal del establecimiento.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) recuerda que en el caso de productos frescos vendidos a granel, como muchas frutas o verduras en fruterías y mercados, la ley también obliga a exhibir el origen en un cartel visible, aunque no esté envasado. Si esa información no se muestra, es motivo suficiente para sospechar y pedir explicaciones.
Más allá de etiquetas, distinguir entre una fresa española y una marroquí a nivel visual no es fácil: ambas pueden compartir tamaño, color y forma. Sin embargo, algunos expertos en el sector agrícola y consumidores habituales coinciden en ciertos matices. Las fresas nacionales, especialmente las de Huelva (zona líder de cultivo en Europa), suelen tener un aroma más intenso, una carne más jugosa y un sabor más equilibrado entre dulzor y acidez. En cambio, muchas de las importadas desde Marruecos se caracterizan por tener una textura algo más seca y un sabor menos pronunciado, debido, entre otras cosas, a las variedades cultivadas y al tiempo que pasan en transporte.
Además, hay un factor logístico que puede darte pistas: la temporada. En España, la campaña de recogida de fresas suele comenzar a finales de enero y se extiende hasta junio. Si encuentras fresas en grandes cantidades fuera de ese margen (por ejemplo, en diciembre o en pleno otoño), es muy probable que sean de importación.

¿Por qué importa tanto el origen?
Más allá de las preferencias personales, el país de procedencia de las fresas que comemos puede tener implicaciones relevantes. Las frutas cultivadas en España están sometidas a estrictos controles sanitarios, fitosanitarios y laborales que garantizan tanto la seguridad del alimento como los derechos de quienes las producen.
Además, apoyar el producto nacional ayuda a sostener un sector agrícola que en los últimos años se ha visto presionado por la competencia internacional y el aumento de costes.
Por otro lado, diversos estudios, como los realizados por instituciones europeas de salud alimentaria, han advertido de la mayor presencia de pesticidas y el menor nivel de trazabilidad en productos frescos procedentes de terceros países, como Marruecos. Aunque la Unión Europea impone ciertos estándares mínimos a las importaciones, los controles no siempre igualan a los que se exigen dentro de la UE.
Independientemente del origen, conviene recordar que las fresas son frutas que se consumen crudas y que, durante su cultivo, están expuestas a tierra, productos fitosanitarios y manipulación humana. Por ello, es fundamental lavarlas bien antes de consumirlas, especialmente si provienen de países fuera de la Unión Europea, donde los controles pueden ser más laxos.
Por ello, saber si estás comiendo fresas españolas o marroquíes es más sencillo de lo que parece si sabes dónde mirar. Y elegir con criterio además de tu experiencia gastronómica, también contribuye a un modelo de consumo más responsable, saludable y comprometido con el entorno.
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