Entrevista
"El compromiso del católico con España es indeclinable, no puede renunciar"
Rafael Sánchez Saus, director del Congreso Católicos y Vida Pública, desvela las claves del foro que se celebra este fin de semana
Cuenta atrás para el Congreso Católicos y Vida Pública que se celebrará entre el viernes y el domingo en la facultad de Económicas de la Universidad San Pablo CEU. Organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación San Pablo CEU, afronta su 25 cumpleaños bajo el lema «Vivir, compartir, anunciar. Evangelizar». Y lo hace con «cifras récord» de participación, como certifica el director de este foro de formación y reflexión, Rafael Sánchez Saus. Ya superan los 1.300 inscritos, más de la mitad presenciales, y esperan llegar a los 1.500, un 40% más que el año pasado. Como plato fuerte de estas jornadas, la presencia en la clausura de Magnus MacFarlane, fundador y de Mary’s Meals Global, asociación católica galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2023.
¿Dónde se encontraba en aquel primer congreso de 1998?
Estaba absolutamente fuera de juego porque ni formaba parte de los propagandistas ni imaginaba que mi vida fuera a transcurrir por esos caminos. Fue en torno a 2005 cuando vivo un proceso de conversión después de años de haber estado alejado. A través de la Asociación Católica de Propagandistas volví al apostolado y a la Iglesia. Eso sí, recuerdo perfectamente cómo a partir de ahí me enrolé en los congresos desde 2006.
¿Qué supone llevar las riendas precisamente cuando se cumplen 25 años de andadura?
Por suerte, asumo este aniversario cuando ya es mi quinto congreso como director. Estoy seguro de que, si hubiera sido el primero, me habría desbordado el sentimiento de responsabilidad. Sigo manteniendo la misma ilusión y la conciencia clara de que soy un heredero llamado a preservar el legado y proyectarlo lo más lejos que se pueda. Vivo este servicio con especial agradecimiento impagable a todas la asociación y quien confío en mí para estar ahí, esto es, al presidente Alfonso Bullón de Mendoza.
¿A quién hay que recordarle más que los católicos han de estar en la vida pública? ¿A los propios cristianos o a la sociedad?
En principio, se lo tienen que creer los católicos porque todos estamos constatando que hay una especie de brazos caídos en la vida de la Iglesia en estos años por circunstancias complejas, tanto de carácter eclesiástico como propiamente del contexto español y, en general occidental. No nos podemos permitir dejarnos atrapar en esta especie de cansancio. Además, tenemos bastante que aportar en una sociedad de que a veces se busca salida a la desesperada a tantos problemas. A lo largo de la historia de España, los católicos han sido una pieza esencial en las empresas de éxito de nuestro país y ante la grandes crisis.
Ante la incipiente amnistía, ¿qué debe o puede hacer un católico?
Lo primero que tiene que hacer es rezar por España, cosa que nuestros padres y abuelos lo hacían con toda naturalidad y así nos lo enseñaron, pero que ahora se ve incluso como «facha». Hasta rezar nos han hecho ver que es cosa de «fachas», cuando la historia está en manos de Dios, aunque sea nosotros quienes la encaminemos. Este sentido providencialista de la existencia, de creer que Dios es el Señor de la historia, tiene que ir acompañado de nuestra acción y compromiso. El compromiso del católico con España es indeclinable. Los católicos españoles tenemos que hacer ver que España ha adquirido su honda personalidad a lo largo de los siglos como consecuencia de su condición católica y no podemos ignorar ni renunciar a esta esencia. Desde esta conciencia, cada uno que lo haga lo que exija su deber.
En la presentación del congreso, el cardenal Antonio María Rouco Varela explicaba que un católico no debe disociar su vida privada de su vida pública. ¿El cristiano vive una especie de esquizofrenia entre lo que vive de puertas para adentro y para afuera?
Absolutamente. Tengo en eso una experiencia directa porque soy un universitario desde los 17 años como estudiante a mi labor docente. Desde ahí he experimentado cuántos docentes creyentes que entran por la puerta de la facultad prescinden de su condición de católicos para no señalarse, aun estando implicadas en sus parroquias o cofradías. Esta tendencia se fraguó en la Transición y ha devenido en un paso atrás vergonzante en medio de la sociedad.
¿Será un congreso de aniversario autorreferencial?
En absoluto. Por una parte, habrá una conmemoración destacable en una sesión extraordinaria de la mañana del viernes que nos recuerde de donde venimos. Pero esa celebración no se comerá al congreso de este año, que tiene su propia misión y sus propias ponencias, talleres y mesa redonda. No es bueno que en las circunstancias actuales se hiciera un congreso de autobombo, tenemos que estar en la brecha.
Y en esa brecha, la palabra clave del lema es «evangelizar». ¿Cómo hacerlo sin proselitismo como piden los Papas?
Fundamentalmente dando testimonio. Hay que vivir, compartir y anunciar el Evangelio desde las circunstancias cada uno, de una manera más o menos intensa o expresa según el espacio en el que se mueva. Si entendemos proselitismo como presión, está muy mal. Pero eso tampoco nos puede llevar a renunciar al anuncio explícito de Cristo.
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