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Cómo saber y ganar espectadores

Convertido en todo un referente, el concurso presentado por Jordi Hurtado celebra esta semana su 17º aniversario respaldado por 1,4 millones de televidentes diarios

Jordi Hurtado, al pie del cañón de «Saber y ganar» desde 1997
Jordi Hurtado, al pie del cañón de «Saber y ganar» desde 1997larazon

El programa cultural por excelencia de la televisión española es ya un adolescente. Esta semana «Saber y Ganar» cumple 17 años en antena, manteniéndose así como el concurso más longevo de la pequeña pantalla española y uno de los más antiguos de Europa. Casi 4.000 programas avalan la trayectoria de este clásico formato de «quiz» que se cuela cada día a las 15:30 horas en nuestras casas para que podamos jugar en familia. Pero cuando ahondamos en los motivos por los que es un referente y cuál es la fórmula de su éxito nos encontramos con la respuesta de su director, Sergi Schaaff: «También quisiera saberlo yo».

«Saber y Ganar» posee una técnica sencilla: un presentador, el incombustible Jordi Hurtado, plantea una serie de preguntas a los concursantes. Ayer por la noche, el alma del programa celebraba con sus compañeros el aniversario. «Me siento agradecido y feliz por estar en un espacio como este, con compañeros como los que tengo. Es alucinante que sigamos con este humor y con esta alegría. Celebramos 3.920 programas; la meta son 4.000 en junio», asegura Hurtado. «No es un gran invento», asegura Schaaff a LA RAZÓN, mientras explica que ellos han sido los primeros sorprendidos en que su fórmula funcione. «Realmente nos dimos cuenta de su éxito cuando ya se emitía. Es un género de ''quiz'' muy universal. Al principio iba bien, pero nunca nos imaginamos que iba a durar tanto tiempo».

En constante evolución

El espacio carece de guión más allá de las propias preguntas, ya que su director «quería que fuese así. Tanto Jordi como Juanjo Cardenal (la voz en off) tienen una gran capacidad para improvisar, para hacer sus pequeños chistes y bromas y le dan frescura al programa. Si no, estarían con el pinganillo y el autocue». Pero para el realizador Nicolás Albéndiz, su sencillez es sinónimo de funcionalidad. «En mi labor no hay ninguna dificultad, al margen de estar escuchando a los concursantes, se entra en una rutina de planos que sólo se modifica si hay alguna reacción del concursante, alguna sorpresa. Es un proceso matemático, tiene que ser así, trepidante. Al telespectador lo educas en esos planos». Según Albéndiz «hacer una virgueria técnica puede ir en detrimento del programa».

A lo largo de sus 17 años de vida los cambios se han ido incorporando paulatinamente. «Creo que para que algo dure, algo tiene que cambiar. Yo me preocupo siempre en hablar con los concursantes, y les voy preguntando qué tipo de sección es la que más les gusta. Ese ''feedback'' me hace modificar el espacio en un sentido o en otro», asegura el director. Así, sabemos que «la pregunta caliente» es la favorita, «primero, porque requiere saberla y no tienes ayuda y segundo, porque permite jugar con la estrategia. Considero que el programa está mejor ahora que al principio». El éxito de «Saber y Ganar» también traspasa nuestras fronteras a través del canal internacional y los telespectadores hispanoamericanos participan animando o corrigiendo al equipo. «Nos escriben de China, Paquistán, Brasil y de Vietnam con asiduidad, cada mes recibimos muchas cartas», cuenta orgulloso Schaaff. Cuando el comentario deriva hacia el montante de los premios del concurso el director matiza que los concursantes «se llevan poquito y estaría bien subir la cuantía, pero no son los mejores tiempos, aunque lo he intentado varias veces». Pero se compensa ya que para los concursantes el premio es poder decir que «soy concursante de ''Saber y ganar'', que no ocurre en otros programas. Se participa por el placer de contestar». Para celebrar este cumpleaños tan especial, la dinámica del espacio se altera con programas especiales dedicados a los «magníficos» de 2013, los mejores concursantes, algo que, como explica su director, «ya tenía en mente para romper la rutina del programa diario». A Sergi Schaaff no le asusta el futuro: «Al final lo tiene todo, pero hoy por hoy la audiencia es muy fiel y triplicamos el share de La 2. Auguro que habrá ''Saber y ganar'' para mucho tiempo. Pensar que no acabe nunca no tiene sentido». Jordi Hurtado confía en ese «10,5 de ''share'', que es brutal. Lo que hemos conseguido es ser una marca de TVE y ser referencia, y no hay nada igual en la historia de la televisión».Para Albéndiz «estamos tranquilos gracias a que no hay un concurso que toque la cultura como éste, en el que hablamos de un escritor que ha destacado, o si fallece un artista le hacemos su homenaje. Es una ventana a la cultura a través del saber». Y aquí el que sabe, gana.

Aplausos justificados

Para grabar la friolera de 4.000 programas da la sensación de que hace falta un equipo enorme, pero como nos confirma su realizador «el programa se graba por bloques con cinco cámaras y un equipo técnico de RTVE de unas 25 personas, más el ayudante de realización. A esto hay que sumar el grupo de la productora y a los guionistas y encargados de las infografías». Para los despistados por los aplausos «son para justificar un público. Los aplausos enriquecen el programa y ayudan a su desarrollo».

Juanjo Cardenal, el «hombre invisible» de la cultura

Su voz a través del teléfono le delata. Poco se sabe de este licenciado en Filosofía Pura y Arte Dramático. Durante años, su cara fue desconocida hasta el programa especial del décimo aniversario. Para Juanjo Cardenal, la eterna voz en off del programa, su éxito radica en «un programa blanco, una fórmula sencilla, unos protagonistas cuya bandera es el trabajo, el estudio y la lectura, y, sobre todo, que a la gente le sigue interesando la cultura y no sólo los ''realities''». Participa activamente «en la confección de las preguntas. A veces las tienes que investigar y asegurarte de que la respuesta es correcta. Es un trabajo apasionante porque estás todo el tiempo estudiando, pero sin que nadie te examine». Un día normal de grabación «llego a las 08:30 horas a San Cugat y salgo a las 21:00 y grabamos cinco programas por jornada. Anteriormente nos hemos reunido el director, la subdirectora, Jordi y yo, y leemos todos los programas que vamos a grabar».Y aunque no le vemos, «estoy en el plató, soy el invisible, le decimos a los concursantes que miren hacia arriba, como si fuese la voz de la providencia, porque si me miran a mí, el espectador, que no lo sabe, pierde la referencia».