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«Fargo» nos deja helados

«Fargo» nos deja helados
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Es casi una costumbre que en muchos de sus discursos de agradecimiento las actrices aprovechen, y no digo que esté mal, para señalar el complicado lugar que sus iguales femeninas ocupan en la industria. Si bien es cierto que las actrices viven subyugadas por los cánones de belleza y la necesidad de estar siempre jóvenes y lozanas, y ha pasado mucho tiempo hasta que ha sido posible encontrar papeles que fuesen más allá del «florerismo», quizá sea el momento de cambiar el discurso, abandonar el victimismo y recuperar los alegatos emotivos en los que las anécdotas familiares provocaban sonrisas y llanto. Porque en la gala de los Globos de Oro de las tres categorías en las que se distribuían los galardones –drama, comedia y miniserie–, dos de ellas eligieron como ganadoras producciones creadas por mujeres. En una gala presentada por dos mujeres. Es decir, la industria puede ser muy cruel, pero cuando una producción merece ser reconocida no importa si su creador lleva falda o pantalón. O no importa más que otros factores.

Prueba de ello es el reconocimiento a «The Affair», que, si bien es cierto que pasa por ser una de las escasas producciones otoñales que merecen la pena en esta temporada, estaba en las quinielas de pocos seguidores de la gala. Pero la Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood es bastante amiga de premiar series nuevas y abrir los galardones a creadores desconocidos, y en la categoría de drama ni el atrevimiento ni las maquinaciones de Underwood en «House of Cards», ni los supuestos méritos que muchos resaltaban de «The Good Wife» fueron suficientes para imponerse como mejor drama, una categoría que en los últimos cinco años ha tenido cuatro ganadores diferentes. Y así, mientras que Kevin Spacey fue recompensado por su papel en la serie de Netflix, la producción de Showtime creada por Sarah Treem y su protagonista principal, Ruth Wilson, se hacía con sendos premios gracias al desconcierto existente en la categoría. La falta de una serie dramática que aúne con firmeza los aplausos de crítica y público desembocó en una elección de la que quizá el próximo año ni recordemos ni encontremos entre los nominados. «The Affair» no es mejor ni peor, es nueva. Y los Globos de Oro son así.

En la categoría de comedia, la merecida victoria de «Transparent» no sólo ensalza el trabajo de la creadora, Jill Solloway, sino que ofrece dos conclusiones muy interesantes. Por un lado, confirma la llegada de nuevos actores al universo seriéfilo como Amazon o Netflix, un hecho que aumenta la competencia entre las producciones, tanto en el mercado como a la hora de ser galardonadas. Por otro, da voz a historias valientes que muy probablemente nunca llegarían a nosotros de no ser por la aparición de nuevos formatos televisivos. Como la de Mort/Maura Pfefferman, un hombre de setenta años que decide contarles a sus hijos su condición de transexual. El reconocimiento a la valentía y el acierto de Solloway no estuvo solo, ya que también fue premiado el actor principal, Jeffrey Tambor, que lleva medio siglo en la profesión y que ha encontrado en Mort/Maura el papel que le faltaba para lograr el aplauso y el cariño de la crítica y el público.

Censura y correción política

En la categoría de mejor actriz de comedia, la sorpresa la dio la victoria de la intérprete de orígenes puertorriqueños Gina Rodríguez, protagonista de «Jane The Virgin». La desvergonzada serie de la cadena juvenil The CW se ríe de los tradicionales y exitosos culebrones mientras se preocupa por ofrecer la cara menos estereotipada de una familia latina que vive en Estados Unidos. Es decir, una normal de inmigrantes que lucha por conseguir sus sueños. Sin bandas, sin peleas, sin violencia. A pesar de ser un galardón que podía ir a parar a manos de cualquiera de las nominadas, el triunfo de Rodríguez va más allá de la mera victoria y pone rostro a otra minoría, por muy mayoritaria que sea: la comunidad latina. Y así, desde el humor, con historias poco habituales pero que están ahí, en el día a día, y que sin embargo no despiertan el interés de cadenas convencionales, los Globos de Oro han dado voz a dos colectivos tan importantes como el de los latinos y los transexuales. Y, a su manera, ponen sobre la mesa temas que la censura o la corrección política tan propia de las cadenas norteamericanas mayoritarias no permiten. Y eso es bueno.

En definitiva, otra noche de premios para todos los gustos en la que, a falta de series de primer nivel que ya forman parte de la historia de la televisión, el reconocimiento se lo llevó un drama sobre infidelidades, una comedia sobre una familia que se enfrenta a la transexualidad del padre y una miniserie que «adapta» una película mítica y por la que hace un año nadie daba un duro. Así es la ficción televisiva, imprevisible, a veces incomprensible, pero más plural y abierta que nunca. Y en estos tiempos en los que las libertades no pasan por su mejor momento, dejando a un lado los forofismos seriéfilos, esa ya es una buena noticia.

«Fargo» pasa sobre «True Detective»

En el duelo entre «True Detective» y «Fargo», que iba más allá de la mera ceremonia y aspiraba a consagrar a una de las dos como mejor serie del 2014, afortunadamente se impusieron la creación de Noah Hawley y su actor principal. La eficacia y la magia del universo «Fargo» superaron a la filosofía y el misticismo de «True Detective» (a la izda., Matthew McConaughey), confirmando que ni la ambición ni la complejidad hacen mejor a una serie. Quizá sí lo sea sobre la pantalla, pero no en la opinión de los críticos, y muchos espectadores, que conociendo la calidad de la creación de HBO, prefieren la de FX porque es más asequible, menos intensa y más cercana. Ya sea por el legado de los Coen o porque no necesitan de sesudos diálogos existenciales para disfrutar de una serie de televisión.