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La gran familia del Lolita

La serie de Antena 3, que se emite hoy en «prime time», reivindica los lazos de unión que se establecen entre los cómicos en un cabaret

Atresmedia
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Personas desubicadas que encuentran su refugio en el sitio más inesperado: por ejemplo detrás de las bambalinas del Lolita Cabaret, un lugar de espaldas a la Gran Vía que ha vivido tiempos mejores al que la crisis le ha pillado con el paso cambiado y que, por aquello de que el roce hace el cariño, forman una familia para lo bueno y para lo muy malo. Los lazos sanguíneos y los que procuran las tablas y los focos se van entrecruzando sin solución de continuidad. En el tronco de árbol que no entiende de genealogía está Dolores Reina (Beatriz Carvajal), que tiene una hija (Violeta) y dos nietos, pero que, por azares de la vida y voluntad propia, se ha convertido en la matriarca de toda la compañía. En las antípodas está don José Luis (Luis Varela), un empresario que llega para comprar el cabaret acompañado de un sobrino. Don José Luis no termina de entender el ecosistema humano al que ha llegado, donde abundan los abrazos y los besos intergeneracionales, la sensación de permanencia a una familia que va más allá de las ligaduras artísticas aunque poco a poco va entrando en vereda. Ése sería en esencia el argumento de «Bienvenidos al Lolita», la serie producida por Globomedia que Antena 3 emite hoy en horario «prime prime».

El estado natural de don José Luis es la perplejidad ante una situación que Luis Varela conoce a pies juntillas. Con doce años debutó en la obra «La torre sobre el gallinero», en 1955, bajo la dirección de Fernando Fernán Gómez. Desde entonces ha hecho más giras de las que el lector pueda imaginar y sí, formaba parte de dos familias: la suya propia y la que tenía en las distintas compañías en las que ha trabajado. «El universo de ''Bienvenidos al Lolita'' no me es ajeno. Yo crecí como actor en compañías que hacían dos funciones diarias sin un día de descanso. A eso hay que sumar las giras por el norte de España, que duraban meses... Estaba más tiempo con mi familia teatral que con mi esposa y mis hijos. Había momentos de gran soledad y los compartías con ellos. Eso crea un gran lazo», dice Luis Varela. El productor ejecutivo de la serie, Alex Pina, que algo conocía de lo que se cuece en las compañías teatrales, sabía que era el escenario adecuado para fusionar ambos mundos: el profesional y el familiar. «Era una tradición de los cómicos de antaño con el cabaret moderno, con el añadido de que, como ninguno tiene mucho dinero, viven juntos en el hotel que hay arriba del cabaret. Eso te daba infinitas posibilidades dramáticas: al tiempo que se ve una actuación musical en el escenario, entre bambalinas aparece uno de los hijos de Violeta pidiendo la cena y una costurera del espectáculo se la da... Sí, es una familia, nada convencional, algo extraña pero que funciona», afirma Pina.

Recién venidos del futurismo de «El barco» o la comedia de «Los hombres de Paco», en las que los personajes también establecían relaciones cuasi familiares además de unos romances que no dejaron indiferentes al espectador, Alex Pina explica cómo se quiso que «Bienvenidos al Lolita» transitase entre la comedia y el drama. «Es difícil encontrar el tono, todavía lo estamos madurando», dice no sin olvidarse de que «estamos intentando conciliar dos mundo aparentemente en colisión: la modernidad y el punto de trasgresión que aporta un cabaret con el clasicismo y la tradición de otros personajes».

Para todos los públicos

Varela confiesa que «muchos de mis compañeros veteranos me dicen: ''Pero si después de lo que hemos trabajado por España, rodar una serie está tirado''. Sí y no, porque nos pasamos doce horas diarias encerrados en un plató y también allí hay confidencias». Varela, con casi 70 años de profesión a sus espaldas, «que no me pesan», insiste en que la «profesión de un cómico y las relaciones que establecemos entre nosotros son muy difíciles de entender para el resto de la sociedad». Alex Pina comparte esa opinión, por eso cree que «Bienvenidos al Lolita» conecta al espectador con la realidad del mundo del espectáculo. «Ahí tenemos a una matriarca, Dolores Reina, que se ocupa de todos; a una vedette, Roxy, que hace de tía de los niños, a don José Luis, que ejerce de abuelo con los de la compañía más que con los propios... De ahí que desde Globomedia se diga que esta serie es costumbrista y familiar. Todas las franjas de edad de la audiencia se pueden sentir representadas».

Varela, el mejor abuelo

El actor interpreta al personaje que asiste asombrado a ese extraño ambiente familiar del cabaret, algo que le permite disfrutar aún más de su papel. «Es un negociante de provincias muy tradicional porque no ha visto otra cosa. Desconoce el mundo de la bohemia, de la farándula. Incluso lo rechaza, pero poco a poco se va integrando porque ve que la gente se ayuda, incluso a él, que termina convirtiéndose en el abuelo que nunca tuvieron los hijos de Violeta (Natalia Verbeke)», explica, y ahonda en que lo que más le gusta de la serie «es el sentimiento de unidad que existe, de ayudarse los unos a los otros. Sí, viven una situación de crisis, pero están decididos a salir juntos. Es tan real...».