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Poniente reina en Madrid

Varias de las piezas de la exposición –como las del momento del ataque de Stannis Baratheon en la batalla del Muro–, que reúne más de 70 objetos
Varias de las piezas de la exposición –como las del momento del ataque de Stannis Baratheon en la batalla del Muro–, que reúne más de 70 objetoslarazon

Hoy se inaugura «Juego de Tronos. La exposición» se podrá ver hasta el domingo

Abrumadora. Ésa es la sensación que procura «Juego de Tronos. La exposición», una experiencia visual y sensorial que hace al visitante vivir la ilusión, también la desazón, de ser uno más de esta serie vibrante y pasional que muestra lo mejor y lo peor de la condición humana sin anestesia. Canal + y la cadena HBO se han esmerado para que, desde hoy y hasta el próximo domingo, los que puedan verla viajen en este puente de mayo al destino más deseado por millones de espectadores de todo el mundo: Poniente. 74 contenedores, 17 aviones y cuatro tráilers la han traído a la capital, después de la muestra que se haya visto en Londres, Estocolmo y Tel Aviv. «Hemos elegido los objetos y el vestuario más representativos de las cuatro primeras temporadas», explicaba Elana Loewenthal, la directora de marketing internacional de HBO. En total son más de 70 piezas auténticas, con la excepción de la réplica del Trono de Hierro, de la que Canal + es responsable, y que ha recibido las bendiciones de la cadena. ¿Se siente uno poderoso sentándose en el trono? Rotundamente, sí y también eleva los bajos instintos, no sea que al levantarse de él otro se lo apropie con malas artes. Bien lo saben los Lannister.

Otra de las piezas más codiciadas será la espada de la montaña, tan descomunal como su leyenda, ya que mide alrededor de 1,60 centímetros y pesa más de 25 kilos. No se puede coger, pero sí agarrar su empuñadura.

Sacudidas emocionales

Dividida en varias áreas, es un festín para los admiradores de la ficción. Una de las más atractivas, por la sacudida emocional que supuso a los fans, es «Desembarco del Rey». En ella se recoge una de las escenas más impactantes de la cuarta temporada: la boda púrpura, en que se liberó a Poniente del yugo del sádico y atormentado Joffrey Lannister, dejando a su amante desconsolada mientras Tyrion iba recuperando terreno. Entre los objetos hay uno al que se van los ojos a las primeras de cambio: la mano de oro de Jamie Lannister, además de las flechas y la ballesta de Joffrey, y la que utilizó Tyrion para asesinar a Tywin Lannister o el vestido de novia de Margaery, para cuya confección se dedicaron 200 horas. «Meereen» recoge el patrimonio de Daenerys, que decide quedarse en ese lugar en vez de viajar a Poniente para hacerse con el Trono de Hierro. El vestido que luce en una Meereen recién liberada, la cadena de dragón que usa para poner los grilletes a los dragones para que no ocurran más desgracias y la maravillosa máscara Meerenense. Es un suma y sigue de personajes, indumentarias y objetos, un aluvión de estímulos que justifican por qué «Juego de Tronos» está considerada como la sublimación de una superproducción para la pequeña pantalla.

La exposición toma una dimensión mayúscula con su despliegue interactivo. Los asistentes podrán registrarse en su web oficial (www.gotexhibit.com) para jurar fidelidad a un Casa. A partir de ahí recibirán un vídeo de bienvenida y un código para participar en este viaje que, no es que sorprenda, estremece igual que divierte. Hay dos experiencias que se pueden compartir en las redes sociales y que permiten a los asistentes vivir en sus carnes algunas de las experiencias de la ficción. Porque en «Juego de Tronos» casi todas las muertes son traumáticas. En «Abrasado por un dragón», los participantes serán grabados como si estuvieran siendo quemados por uno de ellos. Y se podrán echar más de una risa al convertirse en un caminante blanco, donde posarán ante un croma donde serán fotografiados transformados en aquellos temibles personajes.

La joya de «Juego de Tronos. La exposición» es escalar el muro, donde se puede experimentar, según la sensibilidad de cada cual, un torbellino de emociones que pueden pasar de la risa al llanto. A través de un exquisito trabajo de realidad virtual en 4D, que utiliza la tecnología Oculus Rift, el visitante se mete en el ascensor de poleas del Castillo Negro. Gracias a unas gafas y unos auriculares, literalmente se empieza a alucinar. En 90 segundos mágicos, se notan las vibraciones de un ascensor rudimentario y, a través de ventiladores, se siente el frío. Se disfrutan de todas las vistas, mirar desde lo más alto, cruzar el muro y... Mejor es vivirlo.