Medios de Comunicación

Se apaga «la voz»

El presentador y actor de doblaje Constantino Romero falleció en Barcelona a los 65 años

Constantino Romero en una imagen de archivo del programa «Alta tensión»
Constantino Romero en una imagen de archivo del programa «Alta tensión»larazon

Sólo esa voz magnética y penetrante, capaz de susurrarnos al oído el rumor de las estrellas que tintinean en el firmamento hollywoodiense, podía despedirse del gran público dejando flotar en el aire el inolvidable «That's all folks!» («Eso es todo, amigos»), que pronunciaba el tímido y entrañable personaje de los Looney Tunes de Warner Bros. Seis meses después de escribir esa frase en su Twitter –red social a la que era asiduo– con la que anunció su retiro profesional, Constantino Romero fallecía ayer en Barcelona a los 65 años como consecuencia de la enfermedad neurológica que padecía. «Ha sido uno de los grandes de la historia audiovisual española durante casi medio siglo», aseguraba el presidente de la Academia de Televisión, Manuel Campo Vidal, tras conocer la triste noticia.

Su voz le dio el carisma, pero su carácter, natural y cercano, fue el que le abrió las puertas del éxito como comunicador. Se prodigó con gloria tanto en radio como en televisión, donde alcanzó la popularidad gracias al concurso «El tiempo es oro», de Televisión Española, un espacio ideado por el realizador Sergi Schaaff (artífice del longevo «Saber y ganar») que condujo entre 1987 y 1992. Luego daría el salto a la privada de la mano de Antena 3, en la que presentó distintos formatos y cosecharía éxitos como «La parodia nacional» y «Alta tensión». Sus últimos trabajos televisivos estuvieron ligados al canal regional de Castilla-La Mancha, su tierra natal (aunque se trasladó siendo niño a Barcelona, nació en Albacete), en el que estuvo trabajando hasta principios de 2011.

De Eastwood a Connery

Locutor, presentador, y actor de doblaje, Constantino Romero también probó con éxito las tablas de la mano de Mario Gas, gracias a quien debutó en el teatro con «La ópera de perra gorda». Junto a él vendrían otros títulos como «Orestiada» y «A Electra le sienta bien el luto». No es de extrañar que el fallecimiento de «el hombre que brillaba en todo lo que hacía», tal y como lo define el ex director general de TVE Jordi García Candau, despertase tristeza en muchos compañeros de escena como Emilio Gutiérrez Caba, quien aseguró que Romero era «una persona encantadora en el sentido absoluto de la palabra».

Al margen de su periplo catódico y teatral, si hay una faceta por la que Constantino Romero es reconocible –ya que reconocido era por casi todas las aventuras profesionales que emprendió–, ésa es sin duda como actor de doblaje. No sólo supo modular la peculiar gravedad de su voz para dar un carácter propio a intérpretes de la talla de Clint Eastwood, Roger Moore y Sean Connery, también se ha convertido en «la voz» de algunas de las escenas cinematográficas más admiradas y recordadas por los espectadores. En la memoria colectiva, Constantino Romero pronuncia el «sayonara, baby» de Arnold Schwarzenneger en «Terminator», el revelador «yo soy tu padre» de Darth Vader en «La Guerra de las Galaxias» y hasta el «recuerda quién eres» del espectral Mufasa, en «El Rey León». Fue él quien vio antes que nadie «atacar naves en llamas más allá de Orión»: pero, al contrario de lo que le ocurría al replicante Roy Batty (Rutger Hauer) en «Blade Runner», nada hay que lamentar: la voz de Constantino Romero sigue aquí, vibrante y sonora, y nunca se perderá como «lágrimas en la lluvia».