Cáritas

Del hotel a los hogares. El «tupper» solidario

Flora y Ana. Beneficiarias de un proyecto de la Fundación Altius y el Banco de Alimentos

Flora y Ana. Beneficiarias de un proyecto de la Fundación Altius y el Banco de Alimentos
Flora y Ana. Beneficiarias de un proyecto de la Fundación Altius y el Banco de Alimentoslarazon

En la madrileña Ronda de Segovia, la Fundación Altius ofrece, en colaboración con el Banco de Alimentos, menús que cada día donan algunos hoteles de la capital y que se reparten entre 60 familias en dificultades que, en total, suman un total de 240 personas. Hasta allí se acercaron ayer Ana y Flora, que, aunque con circunstancias y problemas diferentes, se benefician de la comida, pero también de la orientación laboral, pues el fin último de la fundación es que estas personas sean capaces de salir adelante por sus propios medios. Ambas atienden a LA RAZÓN con una sonrisa en la boca, aunque no tiene que ser fácil hablar de su situación públicamente, sobre todo, porque nunca habían tenido que recurrir a este tipo de ayudas sociales.

«Accedí a este proyecto gracias a una amiga que ya se había beneficiado de él. Pasaba por un momento muy crítico económicamente, pues no tenía empleo. Siempre había trabajado, incluso en buenos lugares, de modo que pedir ayuda me costaba mucho. Sin embargo, lo que más me impactó fue la atención y la acogida que me brindaron. Me ofrecieron ayuda para encontrar trabajo y comida», narra Flora, divorciada y madre de tres hijos, uno de ellos todavía a su cargo.

Aunque ha accedido a un trabajo a tiempo parcial, éste no es suficiente y sigue necesitando ayuda. Lo que más valora, al margen de la ayuda material, es el apoyo moral: «Cuando una está desanimada o tiene baja la autoestima, nos ayudan con una sonrisa, con abrazos. Siempre he salido muy motivada de aquí».

Ana vive una situación parecida, no tiene hijos a su cargo pero vive sola. Tiene un pequeño empleo que no le alcanza ni para pagar el alquiler de su vivienda y, por eso, necesita soporte. Recuerda que la primera vez que pidió ayuda, lloró; la situación hoy es diferente, más esperanzadora: «Hay que mantener la esperanza, porque si no, no es posible seguir adelante. Tengo algo a media jornada; es poco, pero siempre hay algo».

Flora es de la misma opinión, la de que no hay que perder la esperanza. De hecho, bromea diciendo que le manden a ella todo aquel que esté deprimido, que ella tiene optimismo para todos. Aunque están en una situación precaria, tienen un pensamiento para las personas que sufren todavía más.

Lo que no aceptan es la corrupción entre la clase política. «Me dan pena, porque son personas que actúan mal y así les va. Nada queda oculto, todo se sabe. Han malgastado tanto dinero... y yo he tenido que sufrir y trabajar mucho para mantener a mis hijos. Tanto dinero para llevar una vida que no es buena. Yo no quisiera verme en ese papel, saliendo en la televisión como mala gente», concluyó Flora.