Salud global
El desafío de China: de la lucha contra el SARS‑CoV‑2 a la aparición de una nueva neumonía
El brote de Mycropasma pneumoniae ha vuelto a poner al país asiático en el epicentro de la salud pública mundial
Han pasado cuatro años desde que el mundo quedó atónito por la aparición de los primeros casos de SARS‑CoV‑2 en la ciudad china de Wuhan. Lo que parecía ser un brote local desencadenó la explosión de una inesperada pandemia global que ha dejado un legado devastador de sufrimiento, pérdida y transformación en todos los rincones del planeta. Desde entonces, la segunda economía mundial ha experimentado avances científicos y médicos sin precedentes, así como desafíos sociales, económicos y emocionales de una magnitud inimaginable.
Desde el inicio de la pandemia, China ha estado en el epicentro de una crisis sanitaria mundial. Con una respuesta casi inmediata, el país implementó medidas drásticas y sin precedentes para contener la propagación del virus, como el confinamiento masivo, el rastreo de contactos o la construcción acelerada de hospitales especializados. Estas acciones, aunque para algunos extremas, demostraron ser efectivas para frenar la expansión del virus y controlar la situación dentro de sus fronteras. Los dirigentes chinos, que presumían hasta finales del año pasado de tener la tasa más baja de víctimas mortales, aclamaron su respuesta como una "gran victoria" y un "milagro en la historia de la humanidad".
Sin embargo, tras el abandono de la severa política de cero contagios, un tsunami de Ómicron provocó millones de infecciones y más muertes en dos meses que las registradas en Estados Unidos en más de tres años. Lo interesante es que, una vez que la virulencia del virus remitió, los medios de comunicación chinos apenas hicieron mención a la pandemia, como si ésta jamás hubiera existido. Sin embargo, la sombra de la misma persiste.
Lo que desencadenó la avalancha de contagios sigue siendo un misterio. Existen varias hipótesis dominantes, pero todas carecen de evidencias capaces de dilucidar la causa de la devastadora crisis global. Los expertos han pedido que se siga investigando en Wuhan, donde se cree que se originó el brote. Sin embargo, la indagación científica se ha visto frenada en ocasiones por la resistencia de Pekín.
Síndrome del pulmón blanco
A medida que el gigante asiático ha logrado cierto grado de estabilidad tras eliminar las estrictas restricciones hace un año, ha surgido un nuevo desafío. La nueva variante JN.1 de Covid se ha extendido rápidamente por todo el mundo. En particular, en China continental se ha registrado un aumento de la afluencia a los hospitales pediátricos, donde se han notificado casos de neumonía del "síndrome del pulmón blanco” y un aumento de fallecimientos desde noviembre, generando una nueva ola de inquietud internacional en el ámbito de salud pública.
Tras una petición de la OMS, el pasado 22 de noviembre, las autoridades sanitarias chinas ampliaron la información requerida e indicaron que desde mayo de 2023 se había producido un repunte de las consultas externas e ingresos hospitalarios de niños con neumonía por Mycoplasma pneumoniae, seguido de una tendencia a la baja tras alcanzar el pico en septiembre. La infección causada por la bacteria se detectó principalmente entre la población de 5 a 14 años, mientras que el resto de ciudadanos se vio afectado por diversos virus respiratorios como la gripe A/H3N2, el adenovirus o el VSR. Los síntomas de esta neumonía pueden variar desde tos persistente y fiebre hasta dificultad para respirar y dolor en el pecho. Aunque generalmente no es mortal, puede resultar grave en personas con sistemas inmunológicos debilitados. Como dato tranquilizador, no se encontró ningún patógeno nuevo.
En opinión de los científicos, esta bacteria presenta una elevada resistencia a los fármacos, lo que hace ineficaces los antibióticos que normalmente se recetan a los menores, por lo que puede provocar enfermedades más graves. El problema existe desde hace años ya que China tiene un nivel de resistencia a los antibióticos macrólidos muy superior al de otros países, según un documento de 2013 del Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, lo que hace en gran medida ineficaces las recientes peticiones de los médicos para que los padres no almacenen medicamentos ni se los den a los niños sin consultar a profesionales médicos.
La lección aprendida
Las autoridades chinas intentan ahora encontrar un equilibrio entre la transparencia y no causar miedo o indignación entre la población. Se han apresurado a destacar los casos causados por patógenos conocidos y han lanzado una campaña para informar de los síntomas causados por ellos. Al mismo tiempo, insisten en que su sistema sanitario no se ha visto desbordado, y que tienen capacidad suficiente para hacer frente a cualquier situación.
De acuerdo con los últimos resultados oficiales de vigilancia, el número de personas, en su mayoría niños, que necesitan tratamiento a nivel nacional ha mostrado una tendencia a la baja. Según el portavoz de la Comisión Nacional de Salud, Mi Feng, una vez más la nación ha "satisfecho eficazmente" las necesidades sanitarias, con la ampliación de recursos médicos, incluidas más camas hospitalarias y el aumento de la capacidad de las clínicas ambulatorias y de urgencias.
Además, se están llevando a cabo investigaciones exhaustivas para comprender mejor la naturaleza y el alcance de la enfermedad, y se está trabajando en el desarrollo de tratamientos eficaces y vacunas específicas. La experiencia adquirida durante la lucha contra el SARS y la covid ha proporcionado a China una base sólida para hacer frente a esta nueva amenaza.
Sin embargo, la alarma mundial ante el brote emergente ha planteado al país asiático varias cuestiones relevantes para una gestión adecuada y el control exitoso de las infecciones de las vías respiratorias. Entre ellas, la vigilancia proactiva, la apertura, la comunicación eficaz, la detección precoz y la notificación de patógenos responsables, así como el estado del país con respecto a la resistencia a los antimicrobianos.
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