Incendios

Desánimo y resignación entre los vecinos un mes después del incendio de Larouco (Orense)

El mayor de la historia de Galicia, al sobrepasar las 31.000 hectáreas arrasadas

VILAMARTÍN DE VALDEORRAS (OURENSE) 12/09/2025.- Ana Sánchez camina entre las viviendas quemadas en San Vicente de Leira, en Vilamartín de Valdeorras (Ourense). Se cumple un mes del mayor incendio de la historia de Galicia, el que se originó en Larouco (Ourense) el pasado 13 de agosto y que calcinó más de 30.000 hectáreas. Los daños son aún visibles y los vecinos recuerdan con estupor lo sucedido mientras afrontan con desesperanza la reconstrucción. EFE/Brais Lorenzo
Se cumple un mes del mayor incendio de la historia de Galicia, el que se originó en Larouco (Orense) que calcinó más de 30.000 hectáreasBrais LorenzoAgencia EFE

Los vecinos de la comarca de Valdeorras recuerdan con desánimo y resignación el incendio originado en Larouco (Orense) el 13 de agosto, el mayor de la historia de Galicia, al sobrepasar las 31.000 hectáreas arrasadas.

Los daños aún son visibles, con decenas de viviendas afectadas que, un mes después de la tragedia, esperan poder volver a reconstruir.

El primer foco se declaró en el lugar de Seadur y afectó a municipios como O Barco, O Bolo, Carballeda, A Rúa, Petín, Rubiá, A Veiga y Vilamartín, en Ourense; así como a Quiroga, en Lugo, hasta que se dio por extinguido el día 31.

En uno de los núcleos más afectados por ese gran fuego, el de San Vicente de Leira, afrontan hoy con desesperanza la reconstrucción de un lugar que ya estaba prácticamente abandonado.

Lo cuenta a Efe Enrique, que perdió la casa de sus padres junto a otras tres construcciones más, entre ellas una bodega y un establo.

"Aquí no pudimos defendernos de las llamas porque este pueblo se desalojó completamente. Esto era un infierno, estar aquí era terrible", relata.

Echa la vista más atrás y viaja al tiempo en el cual, donde ahora hay ceniza, antes existía "un paraíso de castaños, de biodiversidad".

Habla de todo tipo de especies, desde corzos a jabalís, además de una flora que se ha perdido y de un ecosistema que "ha quedado destruido y que se tardará años en volver a recuperar".

Enrique se remonta al pasado, cuando en los años 80 la zona era "próspera", con industrias dedicadas a la pizarra asentadas en el territorio y que daban de comer a centenares de familias.

Sin embargo, en las últimas décadas se produjo un paulatino "abandono", propiciado además por las dificultades en la comunicación, ya que tiraron la carretera que les unía con Vilamartín y les dejaron con un camino "de urgencia".

"Es lo de siempre. A los políticos se les llena la boca al hablar del medio rural, de que lo van a apoyar, pero el pueblo si quedó abandonado fue precisamente por cuestiones políticas", considera.

Asegura que, si hubiera gente en el mundo rural, "todo estaría más cuidado", porque "el agricultor es el verdadero jardinero del medio".

Para la reconstrucción afirma que todo va a depender de las indemnizaciones y pide al Gobierno gallego que garantice la "seguridad", ya que ve peligroso andar por calles que parecen de zonas de guerra.

Pedro, otro de los perjudicados, tuvo más suerte. Su vivienda resultó parcialmente dañada, no del todo, pero perdió uno de sus vehículos, que ardió completamente. Afirma que en la aldea quedaron afectadas en torno a 70 construcciones y deja un recado a las administraciones para que algo así "nunca vuelva a suceder".

"Hay que prevenir, porque lamentar de poco vale. Estas cosas hay que prevenirlas en invierno, no en verano", opina.

Para él, esto era algo que "se veía venir" y añade que, si no se toman las precauciones debidas, el fuego "va a volver", porque el monte a la larga "volverá a estar como estaba".

"Un verano con altas temperaturas, tres meses sin llover... pues todo esto es combustible. Luego llega un momento en el que no hay medios para combatirlo", declara, aunque se reconforta con que al menos "no hubo pérdidas humanas".

Con menos ánimos ven la situación otros como Joaquín, que perdió su vivienda habitual y asegura que quedó "sin nada", con "apenas la ropa que llevaba puesta".

"Tuvimos que salir porque venían llamas de todos lados", rememora, para añadir: "esto ya no tiene arreglo" y "no hay nada que hacer".

"Uno está ya aburrido de estas cosas", reconoce, al igual que Mercedes, que dice tener "los ánimos muy bajos" tras perder la casa de sus padres junto a los recuerdos "de toda una vida".

"No quedó nada, ni una foto, ni un plato, ni una manta. Nada en absoluto", declara esta mujer, que aguarda que un drama así jamás vuelva a repetirse. (José Carlos Rodríguez/Efe)