Medio Ambiente
«Eco-hipócritas»: todo lo que realmente debe hacer para salvar el planeta
Greta Thunberg viaja en barco, pero advierten de que colabora con el lobby de la energía verde. Los duques de Susset dedican su Instagram al cambio climático y vuelan en jet privado. Limitar los vuelos, la compra de ropa y las horas en Netflix, las claves de un buen activista ambiental
Greta Thunberg viaja en barco, pero advierten de que colabora con el lobby de la energía verde. Los duques de Susset dedican su Instagram al cambio climático y vuelan en jet privado. Limitar los vuelos, la compra de ropa y las horas en Netflix, las claves de un buen activista ambiental
En solo una semana los efectos del cambio climático y de la inacción de los políticos ante la mayor crisis medioambiental de la historia se han hecho ver con una virulencia que está empezando (al fin) a sacudir conciencias. Gran Canaria ha sufrido el incendio más grave que se recuerda en la isla, con 12.000 hectáreas quemadas y una parte del parque de Tamadaba, reserva de la Biosfera, afectada. Y la región amazónica se está devastando a un ritmo sin precedentes: en lo que va de año los focos de fuego se han incrementado un 82% respecto al mismo periodo del año pasado según el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) y desde hace 20 días se consume el pulmón del planeta ante la mirada impasible de la comunidad internacional. Este último revés climático parece ser la gota que ha colmado la paciencia de muchos ciudadanos, que ante la falta de eco mediático han utilizado sus redes para mostrar su indignación. Twitter e Instagram pueden ser unas herramientas maravillosas de presión a gobiernos y medios para que actúen ante la urgencia climática, sí, pero también constituyen el mejor escaparate de hasta qué punto el activismo ambiental y la preocupación por la destrucción del planeta es mero postureo.
¿Los mismos que publican en sus perfiles ilustraciones de la Madre Tierra enferma estarían dispuestos a dejar de montar en avión durante un año, comprar ropa nueva o ver vídeos en «streaming»? Seguramente la respuesta sea no. Pero es que hasta el símbolo por antonomasia contra el cambio climático, Greta Thunberg, ha sido tildada de «eco-hipócrita». Ahora, que surca el Atlántico en el velero de Pierre Casiraghi, el hijo de Carolina de Mónaco, rumbo a la cumbre del clima que se celebrará en Nueva York, se empieza a dudar de que su causa sea ajena a intereses económicos. ¿Y si la misma que está dispuesta a sufrir una odisea marítima en un barco cero contaminante fuera una herramienta del lobby de la energía para multiplicar sus beneficios?
La mentira de Greta
Esa es la versión que maneja el periódico «The Times», que en un extenso artículo firmado por Dominic Green advierte: «El fenómeno Greta también ha involucrado a lobistas verdes, relaciones públicas, eco-académicos y a un grupo de expertos fundado por una rica ex ministra socialdemócrata de Suecia con vínculos con las compañías de energía del país. Éstas se están preparando para la mayor bonanza de contratos gubernamentales de la historia: la ecologización de las economías occidentales. Greta, lo sepan o no ella y sus padres, es la cara de su estrategia política», advierte el periodista.
Curiosamente, el perfil de Instagram de esta joven activista es la que recomiendan seguir los duques de Sussex. Cada mes, Harry y Meghan dedican su cuenta a un tema que les preocupa y julio lo centraron en el cambio climático. «Solamente ahora estamos comenzando a notar y comprender el daño que hemos estado causando. Con casi 7,7 billones de personas habitando en esta Tierra, cada elección, cada huella, cada acción marca una diferencia», escribían parece que no demasiado convencidos, porque no han dudado en utilizar dos veces en una semana un jet privado para sus vacaciones al sur de Francia y a Ibiza. Unos viajes que según la BBC emitieron 9,4 toneladas de CO2 a la atmósfera. Pero los que critican a la pareja, quizá deberían aplicarse también en coger menos aviones, o simplemente optar por dejar de volar. Alguien que viaja de Londres a Nueva York genera las mismas emisiones que un europeo al calentar su casa durante un año entero, según la Comisión Europea. Así que para no caer en la «eco-hipocresía», dos suecas han lanzado una campaña que anima a los ciudadanos de su país a dejar de volar durante al menos un año. Alemania, incluso, se ha planteado limitar los vuelos mientras la industria de la aviación ya ha advertido de los empleos que se podrían destruir si prosperan estas iniciativas....
Si de verdad se quiere preservar la salud de la Tierra, los «instagramers» (y sus seguidores) también deberían dar ejemplo y, en vez de enseñar cuatro modelos diarios, apostar por las marcas sostenibles o por la reutilización de prendas. La industria de la moda es, según la ONU, la segunda más contaminante por detrás de la petrolífera. Basta un dato: para cultivar, procesar y teñir un kilo de algodón, con el que se pueden confeccionar aproximadamente cinco camisetas, se gastan nada menos que 13.000 litros de agua. Para ser un buen eco activista: mejor dejar de ir de tiendas que darse duchas cortas. Y no tener a Rosalía como un símbolo a seguir, A la cantante catalana le encanta los abrigos de la marca danesa Saks Potts, elaborados con piel de cordero y forro de poliéster, un material que tarda en descomponerse nada menos que 200 años. Puede ser igual de incoherente, para la Generación Z tan preocuada por el medioambiente, alabar a esta «celebritie» allí por donde pisa, que tener cuatro pares de zapatillas en el armario y levantar la pancarta de «No hay planeta B» en las manifestaciones del «Friday for Future» promovidos por Greta Thunberg.
También tendrán que estar dispuestos a limitar el consumo de series. Según explica el estudio de Greenpeace, «Clicking Clean: How Companies are Creating the Green internet», los servidores que almacenan la información de internet están impulsados por electricidad, que a su vez está producida por combustibles fósiles contaminantes como el gas natural y el carbón. «Si Internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo», afirma el informe. Más datos para dejar de consumir «Juego de Tronos» sin freno y optar por un libro si lo suyo es el eco activismo: ver vídeos en «streaming» supone la emisión de 300 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera cada año, según un estudio de la consultora francesa The Shift Project. De estas emisiones, un tercio son causadas por plataformas como Netflix o HBO. Otro tercio proceden de la visualización de vídeos pornográficos, así que tampoco es una actividad «eco-friendly».
El transporte contamina más
Por cierto, para los «foodies» de Instagram, mucho se dice de lo que contamina la producción de carne: se ha llegado a comparar con la industria del transporte en términos de contaminación, cuando lo cierto es que esta industria es responsable del 28% de los gases de efecto invernadero y la ganadería de un irrisorio 3,9%, según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU. Pero, ¿acaso se han parado a pensar que el consumo de aguacate, el «super alimento» de moda, también está dejando una gran huella hídrica? Para producir un kilo hacen falta nada menos que 2.000 litros de agua, 10 veces más que lo que necesitan los tomates.
Ahora, y con los datos, en la mano, cada uno podrá elegir si ser consecuente con lo que predica en las redes y lo que hace en su vida cotidiana. O, por el contrario, convertirse en un «eco-hipócrita» a la altura de Leonardo DiCaprio. El actor de Hollywood más comprometido con el planeta, voló casi 13.000 kilómetros en su jet privado, de Cannes a Nueva York, para recoger un premio por su activismo. Sumado a sus excursiones en su yate, el quinto más grande del mundo. ¡Qué difícil es ser rico y ecologísta a la vez!
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