Educación

Los padres denuncian el uso de las aulas para agitar la huelga

Las familias exigen que se impida utilizar los colegios para fines no académicos. Los jóvenes se sirven de salones de actos, aulas, y gimnasios para asambleas o pintar pancartas

El instituto en el IES Juan Gris de Móstoles, ayer, durante una asamblea
El instituto en el IES Juan Gris de Móstoles, ayer, durante una asamblealarazon

«¡Afíliate al Sindicato de Estudiantes para luchar y para tener un local sindical en tu instituto! Así podremos organizar comités para hacer pancartas, carteles, panfletos y repartirlos por clase».

«¡Afíliate al Sindicato de Estudiantes para luchar y para tener un local sindical en tu instituto! Así podremos organizar comités para hacer pancartas, carteles, panfletos y repartirlos por clase». Este es uno de los mensajes que pueden leerse durante estos días en los institutos de Educación Secundaria. Ese y otros que incitan a los alumnos a hacer «huelga general estudiantil» en toda España durante tres días a partir de hoy. Entre las reivindicaciones plasmadas en la cartelería, figuran: la retirada inmediata de la contrarreforma educativa de Wert (al que también piden que dimita), la supresión de la obligatoriedad de la religión católica en la enseñanza pública y el derecho a aprender en catalán, gallego y euskera «que el franquismo erradicó».

Nada más ser pegados en tablones, pasillos y puertas de clase, algunos profesores aprovechan para retirarlos, confiesa a LA RAZÓN el jefe de estudios de un instituto que prefiere mantenerse en el anonimato. «Es lamentable que un sindicato tan radical trate de manipular de semejante manera a nuestros alumnos. Nunca he entendido por qué los estudiantes tienen que tener un sindicato, cuando no son asalariados... Cuentan a los chicos mentiras... Veinte años de docencia y no he conseguido que un solo alumno me diga por qué hace huelga, para la mayoría se convierte en un día de fiesta», explica indignado. «El primer día los alumnos no se suelen enterar de que hay huelga; y la mayoría acude; sin embargo, el segundo y el tercero, los chicos convencen a los padres y, como es gratis, que no les quitan sueldo como ocurre a los profesores, se convierte en una jornada de fiesta». Sin embargo, «las huelgas no ayudan al alumno, se pierde el ritmo de la clase y, si tienes una materia organizada, se acaba notando».

El colectivo de padres Madrid Educa en Libertad ha tomado cartas en el asunto y ha denunciado «el uso indebido de las aulas para preparar acciones y movilizaciones y organizar una nueva jornada de huelga en la enseñanza». Su portavoz, Alicia R. Calle, ha criticado que tanto el Sindicato de Estudiantes como la asociación de padres Ceapa, utilizan los espacios públicos para llenarlos de carteles y ocupan el tiempo de estudio para la movilización política de nuestros hijos, menores de edad».

La plataforma se pregunta para qué queremos la escuela pública: «¿para adoctrinar en las aulas? ¿Para movilizaciones políticas?, ¿Esta es la escuela pública que estamos pagando? ¿Esta es la educación que queremos para nuestros hijos, con un fracaso escolar del casi el 30%? Y los inspectores de la Comunidad de Madrid, ¿hacen algo para evitar estas movilizaciones dentro de las aulas?», añade.

Madrid Educa en Libertad está recabando firmas para solicitar a la Consejería de Educación y a las Áreas Territoriales de la Comunidad de Madrid que eviten con urgencia la politización.

«Nada positivo»

Otras asociaciones de padres, como Concapa, comparten ideas similares. «No podemos permitir que las aulas sirvan para adoctrinar política y sindicalmente a los alumnos», explica su presidente, Luis Carbonel. «La convocatoria no plantea nada positivo. Rechaza los recortes, pero para eso no hace falta perder días de clase, hay que buscar otras alternativas, sobre todo cuando estamos a la cola de Europa rendimiento académico y de la formación de nuestros jóvenes depende su futuro».

Begoña Ladrón de Guevara, de la asociación de padres Cofapa, también es de las que cree que las movilizaciones no deben afectar al estudiante, porque «lo que se está haciendo es involucrar a los niños en un problema que no les corresponde y que lo único que provoca es la pérdida de clases y una mayor crispación».

Que un sindicato pueda colgar carteles en un centro educativo depende del director. «Yo he permitido que se pongan tres del Sindicato de Estudiantes instando a la movilización», explica Juanjo Nieto, portavoz de la Plataforma para la Mejora de la Escuela Pública y director de un instituto madrileño. Eso sí, «si al final no hay clase, ¿cómo vamos a vender que somos estupendos en educación?».

La protesta educativa llega a límites insólitos. El director del Instituto de Secundaria de Valdemoro Maeso Bravo, fue suspendido durante diez días a finales del curso pasado por abuso autoridad al permitir que se pusieran una decena de retretes en el patio, en los que se colocaron carteles críticos contra la política educativa de Lucía Figar.

En noviembre, la Consejería de Educación de La Rioja envió una circular a los directores de los centros en la que recordaba que está prohibido colocar pancartas, carteles y otros objetos en espacios públicos sin su autorización, una medida no exenta de polémica, ya que se llegó a criticar a la Consejería por «impedir la libertad sindical en los centros».

Mientras, el Sindicato de Estudiantes sigue adelante con su convocatoria, apoyada por la Ceapa, la asociación de padres próxima al PSOE. El presidente del sindicato de alumnos, Tohíl Delgado, manifestó a LA RAZÓN que su objetivo es «reeditar el calendario de protestas del pasado mes de octubre contra los recortes y la Lomce». Además, pide la dimisión del actual ministro de Educación, José Ignacio Wert, «porque no podemos aceptar un ministro que prepara una involución del sistema educativo que nos devuelve a un modelo de escuela franquista», dice.