Alumnos

Los profesores, bajo la lupa del director

Las comunidades autónomas han elevado el número de alumnos por clase
Las comunidades autónomas han elevado el número de alumnos por claselarazon

Para los alumnos, la figura del director suele pasar desapercibida, a no ser que sea uno de los profesores. Sin embargo, su persona genera (o generaba) respeto por los méritos que había adquirido para lograr el puesto y por sus amplios conocimientos. Su labor no es de mero gestor del centro, también debe conocer bien el sistema educativo y contar con cualidades a la hora de resolver conflictos. No obstante, a pesar de todo ello, los conflictos entre docentes y directores son una constante. En muchos casos por el poco acierto de la Administración a la hora de distribuir las plazas. Éste es uno de los problemas que busca eliminar la futura Lomce (Ley Orgánica de Mejora para la Calidad Educativa).

Añade un apartado al artículo 122.bis que se centra en la calidad educativa de los centros y que alude directamente a los directores: «Dispondrá de autonomía para adaptar los recursos humanos a las necesidades derivadas de los mismos». Entre las facultades que le otorga la nueva norma estatal, el director establecerá requisitos y méritos específicos para los puestos ofertados o podrá rechazar «mediante decisión motivada» la incorporación a puestos en interinidad de personal docente. Asimismo, cuando exista un puesto vacante, podrá proponer el nombramiento de los profesores que sean necesarios. Estos nuevos términos satisfacen, en parte, a este colectivo que desde hace años lleva reclamando adquirir algunas de estas competencias. «La ley es muy general y esperamos que las comunidades autónomas, las responsables de ponerla en práctica, lo hagan de forma efectiva», afirma José Antonio Martínez, presidente de la Federación de Directores de Centros Públicos (Fedadi).

Muchas veces se da el caso de que los docentes que el Estado decide que deben ir a cada colegio no se corresponden con las necesidades reales de éste y, por eso, la calidad educativa baja. José Antonio Martínez pone su centro, el IES Pío Baroja de Madrid, como ejemplo de estos conflictos. «Impartimos un ciclo de Formación Profesional de intérprete de lengua de signos, pero los profesores que nos envía la Consejería no suelen estar lo suficientemente cualificados como para impartirlo. Normalmente se han formado en esta área con un máster, pero no saben hablar con signos», explica. También en su escuela tienen programas específicos para alumnos conflictivos con necesidades especiales o que precisan de clases compensatorias. «Es el último recurso que les queda a muchos jóvenes antes de abandonar los estudios y por eso son tan importantes. Sin embargo, nos mandan al primer profesor que encuentran y no suele tener especialización», asegura. Por ello, gracias a la nueva redacción de la norma educativa, el director tiene la potestad para escoger al maestro que considere mejor cualificado.

Pero la elección del profesorado por parte del director también preocupa. «No queremos que se rechacen o elijan a ciertos profesores por amistad, sino que se llegue a un acuerdo en los perfiles que se buscan y que los sindicatos también puedan participar en las decisiones», sostiene el director. Anpe es una de las organizaciones sindicales que se han mostrado en contra de la medida y que, en su análisis del proyecto de reforma que ha presentado Wert, consideran que «se dota a los directores de unas atribuciones que sobrepasan, en mucho, las requeridas para cumplir con el principio de autonomía pedagógica. Rechazamos que el director del centro disponga de autonomía para adaptar los recursos humanos a las necesidades derivadas de los mismos», sostienen. El portavoz de los directores entiende su postura, pero considera que, «si se parte de la búsqueda de docentes capacitados y con méritos, no deben crearse problemas» como el que comenta la vicepresidenta de Anpe: «No queremos que se caiga en el ''dedazo''», afirma Carmen Guaita.

Otro de los puntos que han ido variando en la designación de los directores es su acceso al puesto. En los años 80, se elegían por decisión del Consejo Escolar. Es más, cuando una plaza se quedaba vacante, se escogía al sustituto entre el claustro de profesores. Los que querían optar al cargo se presentaban y sus compañeros, junto a alumnos y padres, determinaban quién era el más indicado para el puesto. Una mecánica que no siempre funcionaba y que, en ocasiones, obligaba a la administración a determinar a los gestores de los colegios por falta de candidatos. De ahí que se generaran, en varias ocasiones, conflictos entre docentes y director. La elección por parte del consejo escolar se mantuvo hasta 2002, cuando la LOCE (Ley Orgánica de Calidad Educativa) añadió un requisito: la presentación de un proyecto de dirección que valoran tanto el Consejo como miembros de la Administración. Eso sí, en esta comisión, el número de representantes docentes es mayor en comparación con los de la Administración. «Debemos tener en cuenta que el profesor no es el directivo de una empresa, por eso es importante que la comisión se divida al 50% entre maestros y personal administrativo», insiste el portavoz de los directores. Con la nueva norma, además del proyecto y de los méritos obtenidos, los profesores que quieran dirigir un centro también deberán contar con un curso de capacitación. Aún queda por determinar si el sistema de evalución por el que el director puede seguir al frente del centro.