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Crítica de libros

El agua, agua es

La Razón
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Sin agua, no puede existir la vida. El cuerpo humano está compuesto en un 70% de agua, la sangre en un 80%. En España, el agua acabó siendo sinónimo de «insolidaridad», es decir, el mundo al revés. En lugar de ayudarse mutuamente entre comunidades, se dedicaron a hurtarse el agua o a negársela. Y, todo porque «sanZPdelasruinas» decidió, nada más llegar al poder, cargarse el Plan Hidrológico Nacional del Gobierno de Aznar. Como suele suceder con los mediocres, destruyeron sin un auténtico plan alternativo. Así estamos de «secos».

Empero, estaríamos peor de no ser por los pantanos y embalses que nos legó Franco. Asumo que a los socialistas, lo de hacer e inaugurar pantanos se les debió de antojar «insoportablemente franquista», por eso «idearon» las desaladoras, importándoles un pimiento si eran o no viables, a qué coste, y sus daños colaterales. La cuestión era dejar sin agua, a modo de «premio» por haber votado al PP, a las comunidades «traidoras». El agua carece de ideología política. Por consiguiente, la ciudadanía haría bien en comprender la trascendencia de este concepto. Politizar el agua no trae sino malas consecuencias para todos. Los antiguos egipcios rezaban a sus dioses para que la crecida del Nilo cada año fuese abundante, pues del agua depende la vida o la muerte de las cosechas. Desde hoy, ¡agua sin fronteras!