Sociedad
El creador de la moka descansará en la cafetera que él mismo inventó
Renato Bialetti falleció a los 93 años y sus restos fueron guardados en una cafetera de 24 tazas
Renato Bialetti, conocido por ser el inventor de la cafetera italiana, falleció a los 93 años en Ascona, donde fue incinerado.
Renato Bialetti, conocido como "el pequeño hombre del bigote"y por ser el inventor de la cafetera moka, falleció a los 93 años e Ascona, donde fue incinerado. Los restos fueron trasladados a Casale Corte Cerro, cerca de su localidad natal para oficiar un funeral en su memoria, informa el diario italiano "La Stampa". En el altar, entre las flores, estaba el ataúd como marca la costumbre, pero lo más llamativo era la cafetera, de 24 tazas, la más grande de los modelos que vendía, que contenía las cenizas del fallecido, su invento, su símbolo, su objeto más preciado. Por encima, una caricatura de Paul Campani con el rostro del pequeño hombre del bigote.
Realmente, el inventor de la cafetera fue su padre, Alfonso Bialetti, que comenzó a fabricarla en 1933 en Omega, una zona llena de fábricas y donde vendía la cafetera para uso doméstico. Renato tuvo la visión comercial necesaria para perfeccionar la máquina y promocionarla. El éxito fue rotundo y hoy en día existen en el mundo más de 300 millones de unidades de la cafetera.
Su amigo Gian Luigi Dado dijo en el funeral que "ni si quiera era capaz de explicar el éxito de su cafetera. Pero, de hecho, el secreto de su éxito erá él. Su manera de hacer y de interpretar la situaciones".
El éxito de Bialetti duró hasta 1986, año en el que vendió la compañía, que acabó en manos de la familia Ranzoni de Brescia. Bialetti comenzó a disfrutar de su jubilación entre Ascona, Vantón del Tesino y la villa en Pallanza, en el lago Maggiore. Sus tres hijos fueron los que decidieron que su último viaje lo realizara en una cafetera. La escena podría ser divertida en cualquier otra situación, pero en el caso del pequeño hombre del bigote era más que un símbolo, una muestra de orgullo de los más de 200 familiares, amigos y vecinos que asistieron al funeral y que en lugar de desfilar junto al ataúd, pasaron junto a la cafetera para admirarla, tocarla, acariciarla, quererla. Cuando todo acabó, una sobrina cogió el símbolo familiar y lo trasladó a la tumba familiar en el cementerio de Omegna para que descanse en su urna, en su invento, en su objeto más preciado.
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