Medio Ambiente

El fuego y la indiferencia arrasan la Amazonia

Brasil, en Estado de Emergencia. El pulmón del planeta lleva ardiendo 17 días y los ciudadanos critican un silencio cómplice. Bolsonaro apunta a «una acción criminal de los ‘’oenegeros’’.

El fuego se extiende a través de los estados de Acre, Rondônia, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul / Reuters
El fuego se extiende a través de los estados de Acre, Rondônia, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul / Reuterslarazon

Brasil, en Estado de Emergencia. El pulmón del planeta lleva ardiendo 17 días y los ciudadanos critican un silencio cómplice. Bolsonaro apunta a «una acción criminal de los ‘’oenegeros’’.

La Amazonia, el pulmón del planeta, se desangra. Los incendios están asolando bastas extensiones de la selva amazónica con tal gravedad que Brasil ha decretado el Estado de Emergencia.

Desde el jueves, el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) ha detectado 9.507 nuevos incendios forestales, principalmente en la cuenca del Amazonas, hogar del bosque tropical más grande del mundo y que se considera vital para contrarrestar el calentamiento global. El fuego se extiende a través de los Estados de Acre, Rondônia, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, llegando a la triple frontera entre Brasil, Bolivia y Paraguay.

Un total de 68 áreas protegidas se han visto afectadas y los efectos del fuego, debido a la gran humareda y a las partículas tóxicas, están poniendo en peligro no solo las labores de extinción, sino también la salud de los indígenas que habitan estas zonas.

Pese a que se trata de un desastre sin precedentes –el fuego avanza unos 150 metros por minuto–, ha cundido el silencio mediático. Pero Twitter ha servido de altavoz de la indignación de los ciudadanos, que critican la falta de difusión de esta castástrofe ambiental, que no parece casual. Las ONG apuntan directamente a las políticas del presidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, que a principios de su mandato prometió un desarrollo de la agricultura y la minería en la región amazónica.

De hecho, el propio INPE afirma que «la sequía no explica los incendios, pero la retomada de la deforestación sí lo hace. El fuego es normalmente usado (por colonos y hacendados) para limpiar el terreno». Por declaraciones como esta, el presidente de este organismo fue despedido por el presidente brasileño, acusado de falsear las estadísticas que ponen de manifiesto la aceleración de la deforestación de la Amazonía desde que es presidente.

La explotación de Bolsonaro

Desde que asumió al gobierno, Jair Bolsonaro dejó en claro que la protección ambiental no iba a ser una prioridad para su gestión. Una de las primeras promesas de campaña fue la fusión de dos ministerios contrapuestos, Agricultura y Medioambiente. La decisión era rechazada por las organizaciones ambientalistas porque advirtieron que el ministerio responsable de incentivar la agricultura sería el mismo encargado de conceder licencias ambientales para la producción en áreas de preservación. Como no pudo hacerlo, nombró en la cartera de Medioambiente al abogado derechista Ricardo Salles, acusado de haber cambiado las propuestas del plan de manejo de un área de protección ambiental para favorecer a empresas privadas. Además, una de sus primeras medidas fue frenar la demarcación de tierras indígenas al decretar que esas decisiones pasa por el Ministerio de Agricultura.Por otro lado, Bolsonaro prometió abrir las tierras indígenas protegidas por la Constitución a la explotación minera y forestal, con la excusa de que los colonos podrán vivir de esas regalías. Asimismo, planea completar la construcción de Angra 3, una planta nuclear en la costa, entre las regiones de Sao Paulo y Río de Janeiro. Esta planta se complementará con una gran represa hidroeléctrica en Belo Monte, sobre el río Xingú, que forma parte del complejo pluvial del Amazonas.

Como las organizaciones ecologistas están cargando duramente contra su gestión, a la que acusan de destruir el pulmón del planeta –suministra el 20% del oxígeno a la Tierra–, Bolsonaro no ha dudado en culpar a los activistas directamente de provocar los fuegos: «Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ''oenegeros'' para llamar la atención contra mi persona, contra el Gobierno de Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos», declaró ayer ante los periodistas.