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El fuego arrasa 9.000 hectáreas de monte
Una zona de alto valor ecológico como la Sierra de Gata (Cáceres) ha quedado devastada por el incendio que ha calcinado ya cerca de 9.000 hectáreas, según el Ayuntamiento de Moraleja, que ayer calificaba este desastre natural como el «Prestige extremeño».
El viento se alió ayer con el fuego para obstaculizar las labores de extinción y no hizo más que propagar las llamas. El incendio obligó a desalojar a unas 3.000 personas de los municipios de Hoyos, Acebo y Perales que fueron realojadas en el Centro de Formación Agraria de Moraleja, además de en un polideportivo y lo que se conoce como el almacén de trigo de esta localidad. Hasta el municipio de Coria fueron trasladadas también parte de los vecinos de estos municipios que fueron instalados en dos colegios y una residencia de ancianos.
A media tarde de ayer los habitantes de estas dos últimas localidades pudieron volver a sus domicilios mientras que los de Hoyos hicieron noche en la localidad de Moraleja. Sin embargo, otras localidades limítrofes se encontraban ayer en alerta debido a la intensidad del viento, la condensación de humo y la escasa visibilidad. Al cierre de esta edición la localidad de Cilleros se encontraba en situación de riesgo y ayer los vecinos se vieron obligados a llevar mascarillas y toallas mojadas. Los habitantes de Villamiel y San Martín de Trevejo tuvieron que ser trasladados también a Moraleja por la humareda. Tres carreteras que comunican con Hoyos, Perales y Acebo estuvieron ayer cortadas por la Guardia Civil, aunque algunos vecinos trataron de volver a sus casas por caminos vecinales.
«Una zona preciosa y desconocida como la Sierra de Gata ha quedado arruinada y calcinada. Estamos en una situación crítica», lamentó ayer la teniente de alcalde del Ayuntamiento de Moraleja, Yolanda Vegas. «Estamos teniendo serias dificultades por las altas temperaturas y el cambio de dirección del aire, lo que hace difícil hacer frente a todos los focos», añadió. De hecho, a lo largo de la tarde surgieron nuevos focos por la zona de Zarza y Mayadas.
«El fuego sonaba como un soplete en las copas de los árboles» relata Jesús al recordar la madrugada del viernes cuando tuvo que abandonar junto a su familia su casa de Hoyos. El suyo fue el tercer pueblo tras Acebo y Perales del Puerto en ser desalojado por el incendio. Jesús y sus vecinos ya fueron avisados a las 11:30 de la noche de que el pueblo podía peligrar debido a las fuertes rachas de viento que complicaban las labores de extinción. «A las 2 de la mañana, cuando salimos del pueblo, era un infierno. Las llamas bajaban a toda velocidad hacia las casas. Con el viento a 60 km por hora no había quien lo controlase, ni bomberos ni nadie», narra. Asustados tanto por la fuerte humareda como por las impresionantes llamas Jesús partió hacia Moraleja con su mujer, sus dos hijos y su madre, a la que habían acogido tras ser desalojado Acebo. Sólo cogieron la documentación y se montaron en el coche. La pena que sentían les impedía mirar atrás. No quería irse pero «tenía a mis hijos presos del pánico y decidí llevármelos». Aguantó pocas horas en los edificios que se habían habilitado en Moraleja para los afectados. La incertidumbre sobre si su casa se había quemado pudieron con él y las fotos que le pasaban los vecinos que bajo su responsabilidad habían decidido permanecer en el pueblo le ayudaron a decidirse. «Vimos que no había peligro y decidimos volver. Con un poco de cabeza, no hay peligro alguno». Aun estando las carreteras cortadas Jesús se sirvió de «atajos» para conseguir llegar a Hoyos: «Por la mañana me subí como pude y volví a Moraleja con la familia. Encontré cerdos por la carretera porque algunos vecinos habían soltado a sus animales para que pudieran huir y no se quemaran. Muchos necesitábamos saber que nuestra casa estaba bien. A la una de la tarde regresamos todos y desde entonces hemos estado limpiando y quitando toda la ceniza. Pensamos que podrían venir personas de otros pueblos desalojados y si nos marchábamos habría sitio para acogerlos».
Cuando llegó Jesús a su pueblo, se encontró todos los alrededores del pueblo quemados. «El fuego, a merced del viento, rodeó al pueblo completamente de manera que ahora te asomas a la ventana y da pena observar el panorama tan dramático». Cerca de la puerta de su casa varios efectivos de bomberos trabajan para que las llamas no se aviven. Aún quedan pequeños coletazos, sobre todo por los castaños que se prendieron», se lamenta. Por fortuna, dentro del pueblo sólo algún tejado o alguna palmera han ardido por culpa de las pavesas.
Sin embargo, no todos los vecinos del municipio optaron por abandonar el pueblo cuando recibieron la señal. Se calcula que un 30 por ciento de los vecinos decidieron voluntariamente quedarse en el municipio para proteger a los animales ayudar a los equipos de extinción de incendios.
«Hace doce años ocurrió un incendio similar, aunque de menor intensidad y esta vez, cuando hemos visto el humo asomar por San Martín de Trevejo hemos pensado que íbamos a tener el fuego en el pueblo», manifestó Juan, otro vecino de Hoyos desalojado. «Nos dieron el aviso de que había que desalojar el pueblo por megafonía y personal del Ayuntamiento fue avisando casa por casa. La gente estaba muy nerviosa. Me han dicho que en Acebo un vecino ha perdido 120 ovejas otras 7 casas han resultado calcinadas y otro vecino de Hoyos ha perdido 80 cabras», añadió.
La situación generó ayer una corriente de solidaridad de vecinos e instituciones que ofrecían su ayuda a los damnificados por el incendio.
María Jesús Torero, una vecina de Moraleja, debido a su trabajo en una empresa de la construcción conoce a multitud de residentes de pueblos de la sierra. Ayer decidió prestar su ayuda a los vecinos «en cualquier cosa que pudiera ayudarles». Cuando conoció la noticia decidió ofrecerse como voluntaria para ayudar a servir los desayunos, comidas y cenas en el Centro de Extensión Agraria. «La gente estaba muy desanimada con la situación y es muy desolador ver a familias abatidas por las circunstancias que les ha tocado vivir pero afortunadamente la gente de la zona está volcadísima, estamos recibiendo agua, fruta, ropa interior, productos de higiene....La gente viene con los maleteros llenos, es un despliegue bárbaro pero todo lo que se hace parece poco y es que te sientes identificado porque la sierra somos todos».
Más de 500 efectivos y numerosos medios aéreos y terrestres, entre los que se cuentan 18 helicópteros y seis hidroaviones, procedentes de varias comunidades autónomas españolas y Portugal trataban ayer de controlar el incendio forestal declarado el jueves en la comarca cacereña de Sierra de Gata. Ayer estaba activado el Nivel 2 de peligrosidad.
Durante la tarde de este sábado se han incorporado a dichas labores de extinción nuevos retenes y autobombas procedentes de Castilla-La Mancha, que se suman a los efectivos del Plan Infoex de lucha contra incendios, así como los desplazados hasta la zona desde otras comunidades autónomas, como Andalucía y Castilla y León, así como por la Unidad Militar de Emergencias (UME) y el Ministerio de Medio Ambiente. También se sumaron medios de Protección Civil procedentes de la localidad portuguesa de Castelo-Branco.
Por su parte, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama) ha desplegado un amplio dispositivo de medios aéreos de gran capacidad, y medios terrestres para apoyar a Extremadura en las tareas de extinción del incendio forestal que al cierre de esta edición aún no estaba controlado en su totalidad.
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