Nueva York

El Gobierno no incluirá el síndrome de Down como supuesto para abortar

Esta enfermedad quedará al margen de la lista de malformaciones de la nueva ley del aborto

Jorge tiene seis años y es un apasionado del fútbol
Jorge tiene seis años y es un apasionado del fútbollarazon

Justicia ultima ya su Proyecto de Ley sobre la nueva Ley del Aborto, que incluye como principal novedad la posibilidad de interrumpir voluntariamente el embarazo si un médico constata que el feto padece una malformación grave o incompatible con la vida.

El Ministerio de Justicia ultima ya su Proyecto de Ley sobre la nueva Ley del Aborto, en el que se incluirá como principal novedad la posibilidad de que la mujer pueda interrumpir voluntariamente su embarazo cuando un médico constate que el feto padece una malformación grave o incompatible con la vida, sin necesidad de contar con el dictamen de otro facultativo donde se indique que esa circunstancia afecta a su salud psíquica o física, ya que se dará por supuesto ese extremo. Pero cualquier tipo de malformación del feto no justificará que se le prive del derecho a nacer, sino que esa anomalía fetal deberá estar incluida en una especie de «lista cerrada», que tendrá como base las fijadas por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), a las que se añadirán otras que aún están por determinar, aunque previsiblemente se pueda concretar antes del miércoles de esta semana.

En todo caso, según confirmaron a LA RAZÓN fuentes próximas al Gobierno, sí hay un aspecto que está decidido y que es más que relevante: el hecho de que el feto padezca una anomalía que derive en que el bebé nazca con síndrome de Down no estará entre los supuestos que permitirán a la embarazada abortar. Este síndrome es una alteración congénita ligada a la triplicación total o parcial del cromosoma 21, que origina retraso mental y de crecimiento y produce determinadas anomalías físicas. Así, esta enfermedad quedará al margen de la lista de anomalías que se incluirán en el «catálogo» de malformaciones que darán luz verde a que una mujer pueda abortar. Y es que, como ha señalado en distintas ocasiones el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, «No existen fetos de primera y de segunda clase».

Esta decisión, de excluir el aborto en los supuestos en que el feto esté afectado por el síndrome de Down permitirá también a España cumplir con la «Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad», y, directamente relacionado con el mismo, las «Observaciones» que el Comité encargado de velar por el mismo realizó a los estados firmantes del convenio. El mencionado Convenio se aprobó en Nueva York en septiembre de 2006 y España lo firmó el 21 de abril de 2008. El artículo 10 de ese convenio, en el que bajo el epígrafe «Derecho a la vida», se recoge literalmente que los estados partes firmantes del mismo «reafirman el derecho inherente a la vida de todos los seres humanos y adoptarán todas las medidas necesarias para garantizar el goce efectivo de ese derecho por las personas con discapacidad en igualdad de condiciones con las demás». De esta forma, se considera que el permitir ese derecho a las personas con discapacidad es básico y el primer requisito por garantizar su derecho a la vida y evitar que pueda nacer por el mero hecho de que el feto tenga algún tipo de minusvalía o discapacidad.

Equipo de trabajo

Desde que el Ministerio de Justicia recibió los informes preceptivos del Consejo General del Poder Judicial, del Consejo Fiscal, del Comité de Bioética y del Ministerio de Sanidad, creó un equipo de trabajo que se reúne dos veces por semana para determinar cuál será la propuesta que se presente definitivamente ante el Consejo de Ministros. La línea de trabajo principal consiste en incluir un supuesto más a los dos que ya se recogen en el actual anteproyecto, es decir, el riesgo para la salud física o psíquica de la madre y violación, aunque con importantes restricciones, ya que sólo se permitirá abortar por esta causa si la anomalía del feto es incompatible con la vida en las 22 primeras semanas de gestación.

En todo caso, en la nueva normativa se establecerá de forma clara y taxativa los supuestos en los que la malformación del feto sea tan grave que conlleve una afectación del daño psíquico de la madre, y, por tanto, susceptible de encajar en la licitud del aborto. En este sentido, no en todos los casos podrá ser interrumpido el embarazo por el mero hecho de que el feto sufra algún tipo de malformación, sino sólo en aquellos casos que se hayan tipificado, como una especie de «lista cerrada» de malformaciones incompatibles con la vida. Con esta limitación, el Ejecutivo quiere evitar uno de los coladeros de la norma ahora vigente, que en su artículo 15. b dice que «excepcionalmente, podrá interrumpirse el embarazo por causas médicas siempre que no se superen las 22 semanas de gestación y que exista riesgo de graves anomalías en el feto».

Jorge / Tiene seis años y es un apasionado del fútbol

«Cuando llega a casa es uno más. No marco diferencias entre los tres hermanos»

Son tres y desde hace seis años han vuelto del revés la vida de Inma y Rafael. Rafa, Jorge y Rocío nacieron el mismo día y cumplían el sueño de la pareja de ser padres.

«Era nuestro cuarto intento de inseminación artificial y al final lo conseguimos y vinieron los tres de golpe», cuenta su madre mientras los tres juguetean en el salón de la casa. Les chiflan las fotos. A las 12 semanas de gestación, en una de las muchas pruebas que se hacen, la del pliegue nucal, le indicaba que uno de los tres niños podía tener una discapacidad, pero no era definitivo.

Semanas más tarde le detectaron «un punto en el corazón», pero tampoco era definitivo. Aún así, «no nos importaba porque nosotros queríamos tener a los tres», insiste la madre. Jorge nació el último y, aunque es el pequeño, para Rocío y Rafa es uno más. Juegan y se pelean con él sin plantearse que es distinto a ellos. «A sus amigos, cuando va Jorge con ellos, sólo les dicen que les expliquen las cosas despacio».

El vínculo que tienen como trillizos es mucho más fuerte que la discapacidad. Sólo hay algo que les separa, sobre todo a Rafa y a Jorge: una camiseta. Uno es del Real Madrid y el otro, del Atlético de Madrid: «No sabes lo mal que lo pasó Jorge cuando su equipo perdió la Copa de Europa. Estaba supernervioso». En casa, mientras no se hable de fútbol, comparten todos los juegos porque no van al mismo colegio.

Rocío y Rafa van al Brains, donde ejerce Inma de profesora, mientras que Jorge va al María Corredentora, un centro especial en el que los niños avanzan en función de sus capacidades, no tienen temarios cerrados.

«Saben cómo estimularles, pero cuando llega a casa es uno más. No marco diferencias entre los tres hermanos».