Europa

Alfredo Semprún

El lobo en la sierra de Madrid

Varias manadas de lobos se han establecido en la sierras a caballo entre Madrid y Castilla y León. Son pocos ejemplares, causan daños a los ganaderos, pero son termómetro de buena salud ambiental.

El lobo en la sierra de Madrid
El lobo en la sierra de Madridlarazon

Varias manadas de lobos se han establecido en la sierras a caballo entre Madrid y Castilla y León. Son pocos ejemplares, causan daños a los ganaderos, pero son termómetro de buena salud ambiental.

Que a escasos cien kilómetros de una de las ciudades más pobladas de Europa, rodeada de grandes cinturones industriales, subsista el lobo ibérico y sea capaz de criar es una buena noticia, aunque solo sea porque nos habla de la buena salud ambiental de las sierras del norte de Madrid, en general, y del gran Parque Nacional del Guadarrama, en particular. Por cierto, y dicho sea de paso, gran parte del éxito se debe a los vecinos de aquellos pagos, que a lo largo del tiempo y la vicisitudes han conseguido mantener los montes y prados casi pristinos. También, a las manos que repoblaron de árboles las sierras peladas. La cruz, sin embargo, está en la despoblación humana de unas comarcas que apenas tienen veinte habitantes por kilómetro cuadrado y que, bajo la irresistible atracción del imán de Madrid, han visto marchar a sus jóvenes generaciones. A lomos de la despoblación, hace ya varias décadas que el lobo cruzó el río Duero para reclamar sus viejos territorios de cría. Protegidos por la leyes y sin más antagonista que el hombre, pero, ahora, en forma del automovilista que les atropella, se han ido expandiendo y es seguro que han cruzado la frontera del Tajo, hacia las sierras de Cuenca. En Madrid, se han detectado, al menos, tres manadas de lobos, aunque parece que solo una vive y se reproduce en la región. Las otras dos, incluso, una posible cuarta, se desenvuelven a caballo entre Madrid, Ávila y Segovia.

La expansión del lobo ha ido detrás de la de su principal presa, el corzo, y del jabalí, pero el cánido no es, precisamente, tonto y en cuanto descubre que las ovejas y las vacas corren menos que los corzos y se defienden mucho peor que los jabalíes, pues ya tenemos planteado el sempiterno problema entre el lobo y el hombre. En el gráfico, con fuentes de la Comunidad de Madrid, se exponen los ataques al ganado atribuidos al lobo en la región y las partidas presupuestarias dedicadas a resarcir a los ganaderos. Es, sin embargo, un equilibrio difícil de sostener, porque, en último término, obliga a grandes gastos en medidas de protección del ganado, que no siempre salen a cuenta, y que trastornan la vida de los propietarios.