Ciudad Lineal

El twitter de la Poli, el éxito de una nueva arma

La Policía, enganchada a Internet y con más de 1,1 millones de seguidores en Twitter, es ya un referente en la lucha contra el delito también por las redes sociales.

«Bailando. Bailaandoooo. ¡Y mientras te flipas tu bolso o móvil están mangandooo! Evita esta versión de la canción del verano». Es uno de los tuit de la Policía, que, enganchada a Internet y con más de 1,1 millones de seguidores en Twitter, es ya un referente en la lucha contra el delito también por las redes sociales.

Y gracias a ellas, la Policía Nacional ha cosechado importantes éxitos, como recopila en un libro el responsable de dichas redes sociales en el cuerpo, Carlos Fernández Guerra, que explica a Efe las razones por las que este organismo ha ido ganando seguidores superando al FBI estadounidense.

Un libro que, bajo el título “@policia: las historias de un éxito” y que presentará el martes el director de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, repasa la breve historia de la entrada del cuerpo en las redes sociales -desde marzo de 2009- y de cómo ha ido consolidándose como un “arma” más para la persecución de delitos y, sobre todo, como una herramienta “muy útil” al servicio de la seguridad.

Desde acabar con puntos de menudeo de droga, detener a huidos de la justicia o a ciberdelincuentes que amenazan a famosos por la red, impulsar la donación de sangre tras el accidente de tren de Santiago de Compostela y lanzar campañas contra el acoso escolar, hasta poner el foco contra los bulos del ébola, el Twitter de la Poli tiene resultados “operativos”.

Si cabe más importantes son los efectos que no se miden, en palabras de Fernández Guerra, porque los canales que el cuerpo tiene abiertos en internet -la “joya de la corona” es sin duda su perfil @policia- han logrado que la institución se haya abierto al ciudadano y, por tanto, que éste conozca el trabajo del cuerpo y se implique en su seguridad.

Muestra de ello fue el más de un millón de visionados que tuvieron en Youtube los 36 segundos de la detención del presunto pederasta de Ciudad Lineal, los 200.000 “me gusta” en su cuenta de Facebook o las decenas de miles de tuit en apoyo a la actuación de la Policía tras la manifestación del pasado 22 de marzo y que acabó con 67 agentes heridos.

“Con las redes sociales, y especialmente con su Twitter, la Policía tiene el ‘call center’ más potente del mundo”, destaca este periodista, que asegura que este perfil difunde al día entre 6 y 9 tuit y recibe más de un centenar de mensajes, respondidos en su mayoría de forma privada por el equipo de prensa del cuerpo.

La gente consulta lo que le preocupa o pregunta si está siendo víctima de algún fraude. Y se da respuesta de forma seria pero con un lenguaje coloquial y cercano que Carlos Fernández define como “gobierno abierto” e “inteligencia colectiva”.

Porque para llegar al internauta y lograr la complicidad de quienes se mueven por la red, un público fundamentalmente joven, “hay que emocionar y, por qué no, impactar o indignar, pero siempre con el objetivo de la seguridad”.

“No se trata de ofender a nadie, pero tampoco de distanciarse del ciudadano. Hay que expresarse como se expresan esas personas”, deja claro el “jefe” de las redes sociales de la Policía, que bromea: “El mayor error que se puede cometer si estás implicado en esto es no arriesgar aún a riesgo de equivocarte”.

Meteduras de pata que no esconde y asume Carlos, como el polémico mensaje del porro. “Estuve cinco días sin dormir”, confiesa entre risas antes de decir que de los tuits de los que verdaderamente se arrepiente son de aquellos que nunca fueron lanzados y que deberían haber salido.

Ahora la “obsesión” de la Policía es que sean las redes sociales del cuerpo las que precisamente sirvan para concienciar a los más jóvenes sobre su uso, sobre los problemas que pueden tener si no las emplean con seguridad.

El cerebro tuitero del cuerpo no tiene dudas de que el papel de @policia no tiene por ahora freno. Todo lo contrario. Desde hace dos años no deja de crecer y “sigue y sigue”. La fórmula tal vez sea más sencilla de lo que puede parecer: una ciudadanía joven enganchada a las redes sociales y el trabajo de casi 70.000 agentes.