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El último aviso de Julia

La abuela del bebé presuntamente degollado por su madre advirtió al hospital que dio el alta a su hija de que «no estaba curada»

Zaida Pulido, con su hija en brazos
Zaida Pulido, con su hija en brazoslarazon

Como cada 15 de agosto, la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de la pequeña localidad toledana de La Villa de Don Fadrique vivió su día grande, aunque la celebración de este año estuvo fuertemente marcada por el dolor y la incomprensión. Justamente el día anterior y en aquel mismo templo, el pueblo dio el último adiós a Alfredo, el bebé que presuntamente murió degollado a manos de su madre en el altar de la capilla del cementerio municipal, justo antes de que esta comenzara a gritar que «tenía el demonio dentro».

El suceso, que dejó a todos los vecinos consternados, aún sigue siendo el tema imperante en los comentarios que se escuchan por las calles de La Villa. Para el importante número de forasteros que deciden pasar estos días en sus tierras de origen, el asunto les suena como algo lejano, pero entre los fadriqueños el desconcierto es mayúsculo. Nadie se explica cómo pudo ocurrir un episodio tan atroz en el seno de una familia «normal» conocida «de toda la vida». Y, sin embargo, la conducta de la presunta culpable, Zaida Pulido, comenzó a llamar la atención de sus allegados desde hace unos tres meses. Pese a la normalidad a la hora de llevar a su otra hija –de tres años– a la guardería o de pasear con ella por la calle «como una madre más», la mujer sufría algunos episodios de locura.

Concretamente, la depresión que padeció después de dar a luz a Alfredo le afectó sobremanera. «Desde hace algunas semanas ella no estaba bien. Llevaba bastante tiempo con el diablo y cosas de esas», afirma una residente del pueblo. «Hablaba de demonio y de salvar su alma», apunta otra fadriqueña. «He visto cosas en ella que no eran normales. Desde que tomó la comunión creo que no volvió a la iglesia, salvo para bautizos, comuniones o bodas. No le gustaba la religión, pero desde el parto no dejaba de ir a misa. Iba casi todos los días y también comulgaba. Se solía poner en el último banco y a veces te miraba como si estuviera ausente», explica la feligresa.

Julia, abuela de la víctima, fue la primera que advirtió que algo no iba bien en la cabeza de su hija y decidió que sería ella misma la que tendría los niños consigo. La situación siguió empeorando con el tiempo. «La familia ha tenido muchos problemas últimamente», reconoce una vecina del barrio en el que reside la abuela. Al parecer, la situación que se vivió el miércoles antes de que se cometiera el brutal crimen no supuso la primera vez en que Zaida intentara llevarse a sus hijos ante la negativa de su madre. «Algunas noches ha habido escándalo en la casa. Ya ha pasado en otras ocasiones que vino a por los niños y su madre no se los quería dar. Tenía que ir la Guardia Civil», sostiene la vecina.

Sin ir más lejos, hace dos semanas el comportamiento de Zaida, gritando por la calle de madrugada con velas, quemando papeles y echándose agua por encima provocó que fuera llevada al centro psiquiátrico preventivo de Alcázar de San Juan. Allí no le detectaron nada y, a la vuelta, la preocupación de Julia creció. «Llamó al hospital porque decía que le habían devuelto a su hija sin curar. Le respondieron que la volviera a llevar, algo que la mujer no puede hacer por sus propios medios», relata la allegada.

La abuela y la bisabuela del bebé fallecido han sido las que más han sufrido los actos de Zaida. «Toda la familia ha permaneceido en el pueblo desde el miércoles, y en el funeral ya se les veía algo más calmados. Estos dos días han estado con ellos un equipo de protección civil y los servicios médicos del municipio», indica Jaime Santos, alcalde de La Villa de Don Fadrique.

Mientras tanto, la presunta filicida permanece internada de forma no voluntaria y bajo custodia médica en el Hospital La Mancha Centro de Alcázar de San Juan. El Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha reconoció en un comunicado que «a vista de su situación clínica, el médico forense que la ha examinado ha determinado que por el momento no podrá prestar declaración ante la autoridad judicial». Por su parte, la familia de Zaida, así como los testigos de los hechos, han pasado estos días por los juzgados de la localidad toledana de Quintanar de la Orden para hacer las pertinentes declaraciones en un caso que permanece bajo secreto de sumario.

Un corazón de peluche

En el lugar en el que se desarrollaron los hechos, la capilla en la que fue asesinado el pequeño Alfredo, permanece un corazón de peluche junto con una nota que reza «Descansa en paz, bebé. Toda España llora tu muerte». Además, según afirmó el concejal de Urbanismo, Obras Públicas y Medio Ambiente, Carlos Mendoza, la capilla del cementerio permanecerá precintada durante siete días a petición de la Guardia Civil hasta que se puedan realizar las investigaciones que esclarezcan lo ocurrido.