
Sociedad
España sube al tercer puesto de la OCDE en esperanza de vida
Recupera la posición después de tres años de un severo bache por la covid. La media está en 84 años de media

La recuperación de la esperanza de vida en España, de nuevo en 84 años en 2023 tras tres años de un severo bache por la covid, le ha permitido volver a la tercera posición de la OCDE que ya tenía antes de la pandemia, sólo por detrás de Suiza y Japón. En su informe Panorama de la Salud publicado ayer, la OCDE destaca que la media de la esperanza de vida en los 38 países miembros de la organización fue de 81,1 años en 2023, nueve décimas más que en 2021.En el caso de España, la progresión entre 2021 y 2023 fue de siete décimas, pero el incremento fue mucho más fuerte desde que tocó fondo en 2020 con 82,4 años.
El año en el que estalló la crisis de la covid, España pasó de la tercera posición que ocupaba en 2019, entonces por detrás únicamente de Japón y Suiza, a la octava. En 2021 había recuperado tres posiciones, pero seguía teniendo por delante a Corea del Sur y Australia, a los que volvió a adelantar en 2023.
Pese a que no es un país modélico en ciertos factores de riesgo para la salud, España presenta algunos de los mejores resultados de la OCDE. Por ejemplo, el porcentaje de fumadores está por encima de la media (19,8% entre los mayores de 15 años, frente al 14,8%) o el consumo de alcohol (11,1 litros per cápita al año, frente a 8,5). Es verdad que el problema de la obesidad no está tan extendido (15% de la población, frente al 19% de media en la OCDE) y que el porcentaje de los que no hacen suficiente actividad física es igualmente menor (25% en comparación con el 30%).
Como en la mayor parte de los países, el cáncer es la segunda causa de mortalidad por detrás de las enfermedades del sistema circulatorio, pero una de las peculiaridades de España es la fuerte diferencia entre hombres y mujeres.
La tasa de mortalidad del conjunto de la población española de 181 por cada 100.000 habitantes en 2023 está claramente por debajo de los 191 de la media de la OCDE, pero mientras la de las mujeres, con 130, estaba entre las más bajas (151 de media), la de los hombres, con 250, supera la media de la organización (245). Y es que España dedica un 9,2 % de su Producto Interior Bruto (PIB) a la sanidad, un porcentaje casi idéntico al 9,3% del conjunto del «club de los países desarrollados».
En términos monetarios, el gasto por habitante es menor que la media, con 5.346 dólares en paridad de poder adquisitivo en España frente a 5.967, y sobre todo muy lejos de la cifra astronómica de 14.885 dólares en EE UU, que en términos globales presenta unos indicadores de salud mediocres y una esperanza de vida de sólo 78,4 años.
Sin embargo, España tiene muchas menos camas de hospital que la media (2,9 por cada 1.000 habitantes, frente a 4,2) y también está menos equipada en aparatos para pruebas de rayos X, resonancias magnéticas o tomografías (46 por millón de habitantes, frente a 51). Las cosas son diferentes cuando lo que se compara es el personal sanitario.

En España hay 4,4 médicos en ejercicio por cada 1.000 habitantes, frente a 3,3 de media; 5,9 enfermeras frente a 9,2 (aunque en las cifras de España no se contabilizan las auxiliares de enfermería); 5,3 cuidadores de personas mayores, frente a 5 en la OCDE; o 123 farmacéuticos por cada 100.000 habitantes, comparados con 86. En otros términos, los países de la OCDE destinaron el 9,3% de su PIB a la sanidad en 2024. Esta cifra representa un descenso con respecto al máximo alcanzado durante la covid, pero es superior a los niveles previos a la pandemia. Según un nuevo informe de la OCDE, el gasto sanitario representa al menos el 10% del PIB en 16 países de la OCDE y, en promedio, concentra el 15% del gasto público en el conjunto de la OCDE.
En este sentido, el informe Panorama de la salud en la OCDE 2025 indica que el gasto público en sanidad crecerá en promedio un 1,5 % del PIB para 2045 en toda la OCDE. Este crecimiento se deberá en gran medida a los cambios tecnológicos, al aumento de las expectativas en materia de atención sanitaria y al envejecimiento de la población. Financiar estas crecientes necesidades de gasto público puede resultar difícil, dadas las prioridades políticas contrapuestas y las restricciones de las finanzas públicas. Es importante volver a centrarse en la rentabilidad, y las intervenciones preventivas pueden desempeñar un papel clave en este sentido.
«Las intervenciones sanitarias preventivas y de atención primaria pueden ser una vía rentable a la hora de combatir los principales factores de riesgo para la salud, como la obesidad, el tabaquismo o el consumo nocivo de alcohol», declaró el secretario general de la OCDE, Mathias Cormann. «Para que nuestros sistemas sanitarios sean más eficaces y sostenibles en términos fiscales, los países deberían aumentar el porcentaje del gasto sanitario total que destinan a estas intervenciones, que es actualmente del 3% para la atención preventiva y del 14% para la atención primaria».
La atención primaria contribuye a que las personas se mantengan sanas y no tengan que acudir al hospital. Por su parte, las hospitalizaciones evitables han disminuido en 28 de los 30 países de la OCDE con datos disponibles en los últimos diez años.
Los indicadores sanitarios muestran una mejora continua en la calidad de los servicios de cuidados intensivos. Las posibilidades de sobrevivir tras un infarto o un ictus son ahora mayores que hace diez años. Por ejemplo, la tasa promedio de mortalidad a los 30 días tras un infarto fue del 6,5% en 2023, frente al 8,2% en 2013.
Sin embargo, solo el 44% del personal médico y de enfermería considera que la dotación de personal y el ritmo de trabajo son seguros y, aunque las experiencias de los pacientes son en general positivas. Aun así, el personal sanitario continúa aumentando; en promedio, aproximadamente 1 de cada 9 puestos de trabajo en los países de la OCDE son del sector sanitario o de asistencia social y derivados.
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