Un tuit del usuario Ángel Aguiló (@AngelAguiloP) ha puesto en evidencia una práctica cada vez más común en Mallorca: la aplicación de precios distintos para turistas y locales. La frase del camarero, "Os haré precio de vecino, que sois de aquí", al entregar la cuenta por dos cervezas ha generado un intenso debate en X.

La voz de la comunidad: frustración y resignación

El comentario, lejos de ser una anécdota aislada, refleja una realidad extendida en la isla, donde el turismo masivo ha alterado la convivencia y la economía local. Muchos mallorquines han expresado su apoyo al hostelero, con mensajes como el que da título a este artículo: "No tendría que ser así... Pero tiene que ser así". Otros usuarios han compartido experiencias similares, como la de un cliente al que en una frutería le preguntaron "¿Para quién son?" antes de indicarle el precio.

La situación evidencia la tensión entre la dependencia económica del turismo y el malestar por sus efectos colaterales. Mientras algunos defienden estas prácticas como un mecanismo de autoprotección frente a la inflación turística, otros las critican por alimentar la división social. El periodista Abel Riu resumió el sentir de muchos isleños: "Cuidémonos, protejámonos, prioricémonos".

Medios internacionales como The Times han abordado este fenómeno, señalando cómo el auge turístico ha encarecido la vida en zonas costeras hasta el punto de expulsar a los residentes de sus propios espacios. El caso de Mallorca no es único, pero sí especialmente visible por su alta concentración de visitantes.

A falta de medidas institucionales contundentes, gestos como el de este camarero se convierten en símbolos de resistencia. El desafío ahora es encontrar un equilibrio que permita a la isla preservar su identidad sin renunciar a su principal fuente de ingresos. Lo que comenzó como un tuit podría ser el germen de un cambio necesario.