Investigación

Un estudio a 200 niños exitosos demuestra que sus padres hicieron estas 9 cosas desde que nacieron

Descubre si has hecho las cosas bien como padre o si estas a tiempo de cambiarlas

Una pediatra de alto prestigio señala en qué se equivocan los padres al educar a sus hijos
Una pediatra de alto prestigio señala en qué se equivocan los padres al educar a sus hijosEuropa Press

Criar a un hijo es una de las tareas más dificiles que una persona puede enfrentar. Desde el momento en que nacen, los niños dependen de sus padres para todo, y con cada etapa del crecimiento surgen nuevas preguntas e incertidumbres. ¿Estoy tomando las mejores decisiones? ¿Estoy preparándolos adecuadamente para el futuro? Estas dudas son comunes y muestran la enorme responsabilidad de guiar a otro ser humano a lo largo de su vida.

A veces, los padres se sienten abrumados por la cantidad de consejos de crianza que su entorno les ofrece. Desde métodos estrictos a más flexibles, no hay un manual universal que garantice el éxito. Sin embargo, ciertos principios pueden marcar una diferencia significativa en el desarrollo de un niño. Un estudio realizado con más de 200 niños ha identificado nueve prácticas clave que los padres de los niños más exitosos adoptaron desde el principio.

Las 9 cosas que hicieron padres de niños exitosos desde el principio

Consecuencias de que un niño asuma las responsabilidades de sus padres
Consecuencias de que un niño asuma las responsabilidades de sus padresCottonbro Studio

Trabajaron en sí mismos

Estos padres comprendieron que su comportamiento influiría en el nivel de resiliencia de sus hijos. Modelaron la fortaleza mental y emocional al ser conscientes de cómo manejaban el estrés frente a sus hijos.

Se abstuvieron de decir siempre "¡buen trabajo!"

En lugar de eso, alentaron la reflexión con frases como “deberías estar muy orgulloso de ti mismo” o “trabajaste muy duro en esto, ¿cómo te sientes?”. Fomentaron la motivación intrínseca y ayudaron a sus hijos a enorgullecerse de sus propios logros.

Se centraron en su relación con el niño

A través del tiempo de calidad, la escucha activa y las experiencias compartidas, lograron que sus hijos se sintieran valorados, seguros y comprendidos, fomentando su confianza y capacidad de asumir riesgos.

No castigaron a sus hijos

Evitaron el castigo, optando por permitir que las consecuencias naturales enseñaran lecciones. Si un niño olvidaba sus deberes, debía explicarlo a su profesor, aprendiendo así sobre responsabilidad y resolución de problemas.

No recompensaron el rendimiento académico

En lugar de premiar las notas altas, se enfocaron en cultivar el amor por el aprendizaje, dejando en claro que el valor de su hijo no estaba definido por sus notas.

Valoraban más las preguntas que las respuestas

Fomentaron la curiosidad animando a sus hijos a preguntar "¿por qué?" y "¿cómo?", ayudándolos a desarrollar pensamiento crítico y liderazgo.

Dejaron que sus hijos les enseñaran algo

Les brindaron la oportunidad de explicar cosas, fortaleciendo su autoestima y haciéndolos sentir valorados y capaces.

Hicieron de la lectura un hábito diario

Incorporaron la lectura en su rutina, fomentando la creatividad y el conocimiento.

Enseñaron a sus hijos a aceptar sus emociones

Validaron sus sentimientos y los ayudaron a procesarlos, desarrollando su inteligencia emocional y resiliencia.