Madrid
Fundación 38 grados: dejar este mundo sin deseos pendientes
Nace una fundación con el objetivo hacer cumplir sus últimas voluntades a los enfermos terminales
J. V. Echagüe.- Nace una fundación con el objetivo hacer cumplir sus últimas voluntades a los enfermos terminales
Te quiero", "gracias", "perdóname", "te perdono"... En el tránsito de la vida a la muerte son muchos los silencios y pocas las emociones que se expresan. Y es que para paliar el dolor físico y psíquico contamos con médicos, enfermeras, trabajadores sociales, psicoterapeutas... Pero los temas vitales que se quedan abiertos, ¿quién se ocupa de ellos? Este es el objetivo de la Fundación 38 grados: aliviar el sufrimiento de las personas al final de su vida ayudándolas a resolver sus temas pendientes de una forma única y especial: ver a un familiar con el que se perdió el contacto hace años, reconciliarse con un ser querido, decir adiós a su pueblo o a su casa, volver a ver el mar, disfrutar del reencuentro con un antiguo amor... Este proyecto, pionero en nuestro país, se presenta oficialmente mañana en el espacio Platea Madrid, y contará con la presencia de Vicente del Bosque, Matías Prats, Sergi Arola y Blanca Fernández Ochoa, entre otras personalidades.
La Fundación 38 grados es fruto del esfuerzo de cuatro mujeres que, en mayor o menor medida, han vivido experiencias muy cercanas a la muerte. Carmen Martínez, ingeniero de telecomunicaciones; Araceli Herrero, abogada y con 15 años de experiencia en el área de Recursos Humanos; María Martínez-Mena, abogada y con experiencia en el área de riesgos de Banca, y Macarena Hidalgo, emprendedora y licenciada en empresariales y turismo. A Carmen le fue diagnosticado un cáncer muy agresivo, lo que supuso para ella un "auténtico master de vida", pues aprendió a vivir "los últimos momentos con serenidad y sin dejar temas pendientes". Mientras, desde muy joven, María tuvo que enfrentarse al dolor de la pérdida de personas muy queridas. Relata que hace sólo cuatro años acompañó a una amiga en la despedida de su hijo recién nacido, que vivió sólo unas horas. "Ese niño nació y murió rodeador del amor de sus padres y hermanos. En el corto espacio de tiempo que estuvo con nosotros tocó más corazones que muchos de nosotros en toda nuestra vida". En el caso de Macarena, su madre murió repentinamente joven. "Pensé que ella era eterna, pero no fue así, y se quedaron algunos anhelos pendientes", asegura. Por último, si bien no ha tenido una experiencia cercana, a Araceli sí que le cambió su trabajo como voluntaria en un centro de escucha en el duelo. "Allí he podido ver el dolor y sufrimiento de familias que no han podido decir lo que querían transmitir a sus familiares", afirma.
Entonces, ¿cómo prestará su ayuda la Fundación 38 grados? Macarena Hidalgo explica uno de los ejemplos más frecuentes: una persona ha sido ingresado urgentemente en la unidad de Cuidados Paliativos y quiere volver a su casa para despedirse de su familia. Desde el momento en que la fundación recibe la petición del enfermo y cuenta con la autorización del equipo sanitario que le atiende, "hablamos con él y su entorno más próximo para conocer qué es lo que más añora y, con esa información y mucho cariño, intentamos regalarle una experiencia emocional que le aporte serenidad en sus últimos momentos". Así, si el paciente les cuenta lo feliz que era tomando un café sentado en su sillón mientras escuchaba su música favorita, el equipo de la fundación haría que lo primero que sintiera al entrar en su casa fuese el olor a café recién hecho, el saludo de su mascota, el sonido de sus canciones preferidas... Y si por razones médicas no puede desplazarse a su hogar, la fundación recrearía su casa en la habitación del hospital, le llevarían los olores y sonidos, "todo ello con ayuda de la tecnología y de la imaginación".
Hidalgo asegura que, si bien hay enfermos que afrontan el final de sus vidas "con todo cerrado", es "más habitual"dar con "personas que se angustian porque han dejado algo importante por hacer o decir, algo que les permita cerrar su historia en paz". "Nuestra sociedad vive de espaldas a la muerte y, cuando nos queda muy poco tiempo de vida, nos hacemos más conscientes de aquello que deberíamos haber dicho o hecho. Y eso se convierte en una fuente de sufrimiento adicional", añade.
Desde la Fundación recuerdan que, según los expertos en cuidados paliativos, "resolver los temas vitales pendientes puede llegar a ser una necesidad tan importante como aliviar el dolor físico o estar acompañado de los seres queridos. "Por ello, 38 grados actúa allí donde no llegan ni los equipos sanitarios ni las familias, contribuyendo significativamente en el cuidado integral del enfermo al final de su vida", afirma Hidalgo. Sin olvidar que las familias y los amigos más cercanos también se benefician, pues la resolución de estos temas pendientes "pueden evitar futuros duelos complicados. Un buen final no sólo debe dar sentido a toda la vida del enfermo, sino también a la de su entorno más próximo". De momento, la respuesta de su colaboración con los profesionales sanitarios "es muy positiva. Este acercamiento más humano al enfermo les da más recursos para tratar al paciente en su totalidad".
¿Por qué el nombre de 38 grados? Hidalgo recuerda que el logotipo de la Fundación es una mariposa, símbolo del final de la vida en muchas culturas. En el caso de la fundación, su mariposa vuela. "Según los biólogos, para que una mariposa pueda volar, los músculos de sus alas tienen que alcanzar una temperatura mínima de 38 grados. En nuestra fundación creamos experiencias especiales o grados en el momento de resolver los temas pendientes de los enfermos. Y así, les damos calor para que puedan iniciar su vuelo con más serenidad".
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