Incendios

Galicia: como si 87.000 campos de fútbol fueran arrasados

La tragedia se extiende en Orense, con el de Chadrexa como el más preocupante

Un hidroavión en las labores de extinción de un incendio en A Gudiña (Orense)
Un hidroavión en las labores de extinción de un incendio en A Gudiña (Orense)EFELA RAZÓN

Son como heridas abiertas en el corazón verde de Galicia. Laderas ennegrecidas, pueblos a oscuras, trenes detenidos y un horizonte cubierto por un velo de humo que recuerda, a cada instante, que la Comunidad atraviesa una de las peores olas de incendios de su historia. Una tan grande que ha devorado, ya, más de 62.000 hectáreas, lo que equivale a más de 87.000 campos de fútbol calcinados.

Tres de estos fuegos –el de Chadrexa de Queixa, que a última hora de la tarde de ayer amenazaba el Parque Natural del Invernadero; el de Oímbra-Xinzo y el de Larouca– se sitúan ya como los tres peores incendios forestales desde que hay registros.

En este marco, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, comparecía ayer para anunciar que el Consello celebrará la próxima semana una reunión extraordinaria en Orense, destinada a aprobar las primeras ayudas a las zonas devastadas. Serán acciones que buscan paliar daños en explotaciones agrícolas y ganaderas, negocios turísticos, industriales y comerciales, además de viviendas e infraestructuras deportivas. Incluso se contempla habilitar alojamientos provisionales. «La Xunta estará a la altura», aseguró, al tiempo que reclamaba al Gobierno central más medios «ya» y no a «cuentagotas».

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Como respuesta, el Ejecutivo enviaba ayer otros 200 militares que se suman a los efectivos ya desplegados, junto con maquinaria pesada, grupos electrógenos y camiones para reforzar las labores de contención.

Asimismo, el Regimiento de Infantería Nápoles nº 4 de Paracaidistas mantiene desplegados en Orense un centenar de militares con vehículos logísticos, mientras que desde Zaragoza han partido máquinas especializadas en abrir cortafuegos.

También llegan apoyos desde otras comunidades. Una quincena de bomberos malagueños, con seis vehículos, se desplazaron ayer hasta Verín para reforzar las tareas de extinción y proteger viviendas. En paralelo, cientos de gallegos comenzaron a organizar campañas de recogida de material para brigadistas y vecinos: ropa ignífuga, cascos, gafas protectoras, mascarillas, palas, batefuegos y alimentos no perecederos que se distribuyen en Valdeorras, Oímbra o Ribeiro.

En medio del drama, el parte meteorológico ofrece un respiro. Tras semanas de un calor no recordado, MeteoGalicia confirmaba ayer que las temperaturas máximas en Orense descenderán hasta los 30 grados. No habrá, sin embargo, un frente de lluvias generalizadas, pero al menos el alivio térmico permitirá que brigadas y militares trabajen con mayor margen.

Mientras tanto, la vida diaria de miles de gallegos busca volver a la normalidad sin conseguirlo. Más de 120 personas permanecían ayer todavía confinadas en residencias de Rubiá y Carballeda de Avia, después de que el fuego rodease sus centros. Asimismo, en lo que al transporte ferroviario se refiere, la línea de alta velocidad Madrid-Galicia continuaba este lunes interrumpida por la cercanía de las llamas, y Renfe confirmaba que no se restablecerá hasta nuevo aviso.

Mientras tanto, la emergencia mantiene su reflejo en los tribunales. Una mujer de 81 años, detenida en Celanova como presunta autora de dos conatos de incendio, quedaba ayer en libertad tras declarar ante la Guardia Civil.

Y la detención de un vecino de Petín provocaba en la mañana de este lunes un estallido de indignación: más de 150 personas se concentraron en los juzgados de Trives en su apoyo. Según relataron los vecinos, el hombre actuaba como voluntario y prendió un cortafuegos para salvar el pueblo. Finalmente, fue puesto en libertad ya por la tarde.