
Ante la "desescalada"
Galicia encara el fin de la peor ola de incendios entre la calma y la cautela
Rueda pide mantener unos días más a la UME y promete ayudas «cuantiosas» a partir de la próxima semana

La tregua parecía ya cercana. Cuando Galicia empezaba a pensar en la desescalada del mayor dispositivo antiincendios que se recuerda en años, la noche del jueves devolvió la zozobra con tres nuevos frentes que pusieron en jaque al sur y al interior de la Comunidad.
En apenas unas horas, el fuego reaparecía en la parroquia de Bértola, en Vilaboa; en Mougás, en el municipio pontevedrés de Oia; y en A Cova, en Carballedo (Lugo). Un resplandor anaranjado que iluminaba de nuevo el horizonte obligando a retomar las evacuaciones: en total, un centenar de personas eran desplazadas ante la cercanía de las llamas.
Sin embargo, a lo largo de este viernes el fuego ha comenzado a perder el pulso. El incendio de Vilaboa, próximo a la ría de Vigo y que llegó a obligar a decretar la Situación 2 por su cercanía a núcleos habitados, ha quedado estabilizado. Poco después, en Oia, el fuego también ha sido controlado gracias al despliegue de brigadas y medios aéreos. Y en Carballedo, donde la proximidad a las casas generó mayor inquietud, los efectivos han consiguido frenar su avance.
En este marco, este viernes ha supuesto un punto de inflexión con los partes oficiales hablando mayoritariamente de control y de fuegos estabilizados, términos que, tras dos semanas de lucha, suenan a pequeño respiro entre las llamas. No obstante, una palabra continúa presente: cautela.
No en vano, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, ha solicitado expresamente que la Unidad Militar de Emergencias (UME) permanezca en Galicia «al menos un par de días más». Considera que, aunque los frentes principales están en retroceso, no es momento de bajar la guardia: «Hay que asegurar que ningún conato vuelva a desatar el desastre en cuestión de horas».
Situación «grave»
En una visita a una de las bodegas de la Denominación de Origen (DO) Monterrei, el titular del Ejecutivo autonómico ha subrayado que la Xunta se ha dirigido al ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, para, «entendiendo que se tiene que producir una desescalada de la UME», pedir «aguantar un par de días más» para que «la buena evolución no se tuerza».
«La situación sigue yendo a mejor. Después de estos días tremendos que vivimos, prevemos un fin de semana en el que se vuelven a recuperar las temperaturas, esto obliga a no bajar la guardia», apuntaba antes de añadir: «La previsión es una desescalada, que ya se está planteando en el Cecopi, es lógica, afortunadamente la necesidad de intervención no es la misma hoy que hace una semana, pero pedimos, ante las temperaturas, que se mantengan de manera preventiva».
Asimismo, Rueda ha solicitado también que «el Ejército eche una mano» durante estos días para labores de recuperación ante las peticiones de los municipios.
Rueda ha aprovechado la ocasión para lanzar un mensaje económico a los ayuntamientos y vecinos afectados. La próxima semana, la Xunta activará un paquete de ayudas extraordinarias «con inversiones cuantiosas» dirigidas tanto a los particulares que han perdido viviendas, cultivos o cabezas de ganado como a los ayuntamientos, que deben hacer frente a la recuperación de carreteras, instalaciones y montes devastados.
Las cifras globales de la ola de incendios siguen hablando por si solas: el parte supera las de 88.000 hectáreas arrasadas en quince días, la mayoría en la provincia de Orense, con Larouco –el cuarto mayor fuego de la historia de España desde que hay registros–, Chandrexa de Queixa y la zona Oímbra-Xinzo como los grandes epicentros.
De cara al fin de semana, las previsiones apuntan a una mejora sostenida, apoyada en la bajada de las temperaturas y un cambio en la dirección del viento. El optimismo, no obstante, se conjuga con la prudencia: los expertos insisten en que la maleza aún húmeda por las labores de extinción puede reavivar focos ocultos y que las condiciones siguen siendo frágiles.
Al alivio en las aldeas se une otro factor clave: la mejora de la calidad del aire. Tras días en los que la boina de humo cubría Vigo, Orense y gran parte del interior, los índices de contaminación han caído hasta situarse en valores normales. La Consejería de Sanidad confirma que las urgencias hospitalarias por problemas respiratorios ligados a la inhalación de partículas descendieron notablemente.
Asimismo, la previsión de Meteogalicia apunta a que a partir del miércoles la lluvia, que puede ya entrar el domingo en algunas zonas, llegará a los lugares de Orense que más están sufriendo estas semanas la ola de incendios.
En paralelo al avance de la extinción, varios ayuntamientos orensanos, entre ellos Oímbra, Chandrexa de Queixa o Monterrei, han iniciado los trámites para solicitar al Gobierno central la declaración de zona catastrófica. Los regidores insisten en que los daños ocasionados por las llamas superan la capacidad de respuesta municipal: viviendas calcinadas, cuadras reducidas a cenizas, viñedos centenarios arrasados y explotaciones ganaderas que han perdido a la totalidad de su cabaña. A ello se suman carreteras intransitables, tendidos eléctricos dañados y montes enteros convertidos en un paisaje negro y desolador.
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