Brote de ébola

García Viejo, un religioso enamorado de África

Fotografía facilitada por Juan Ciudad ONG de Manuel García Viejo
Fotografía facilitada por Juan Ciudad ONG de Manuel García Viejolarazon

El religioso Manuel García Viejo era un enamorado de África, donde decidió vivir y donde resultó infectado de ébola, una enfermedad que finalmente no ha conseguido superar, como sí lo hizo con la malaria, de la que se recuperó a pesar de que, como dice la familia, la "cosa parecía complicada".

En la Orden de San Juan de Dios, de la que formaba parte García Viejo desde hace 52 años, están hoy de nuevo de luto, como también lo sienten en Folgoso de la Ribera (León), el pueblo del que era natural y que visitaba siempre en agosto para ver a sus familiares y amigos.

Con ellos no ha podido celebrar los 70 años, que cumplía el próximo 10 de octubre, a pesar de los deseos de sus allegados -le quedaban tres hermanos vivos- por compartir esta celebración en el pueblo, que cuenta con apenas cuatro centenares de habitantes.

Allí, esta familia es una de las más conocidas y, en este municipio de la comarca de El Bierzo, Manuel admiraba una y otra vez el huerto de su hermano Antonio, quien coincide con Emilio, otro de sus hermanos, en lo enamorado que estaba de África este religioso que desde muy joven daba muestras de su inteligencia.

"Era un chaval aventajado, que con sólo cinco o seis años más que yo, me dio clases de latín, con lo que disfrutaba mucho", cuenta el hermano Clemente Gómez, superior de la Comunidad de San Juan de Dios de León y compañero de Manuel.

García Viejo, que era director médico de un hospital de la orden de San Juan de Dios en la ciudad de Lunsar, en Sierra Leona, se licenció en Medicina por la Universidad de Salamanca y pronto se involucró en las misiones.

Sus compañeros destacan su "gran humanidad"y que era un "bonachón en sus formas", al que le encantaba el fútbol, un deporte del que, según comenta Gómez, "un entendido".

Manuel, médico especializado en enfermedades tropicales, llevaba treinta años trabajando como médico en África, un continente que le apasionaba, según el hermano Miguel Ángel Varona, presidente de la Fundación Juan Ciudad y encargado de la ONG que gestiona la cooperación internacional de la Orden San Juan de Dios.

Varona describe a Manuel como un "religioso fuera de serie", como una persona "muy amigable, sencilla, dispuesta a ayudar, no buscando problemas, siempre intentando dar soluciones".

Dice que de él cautivaba su sonrisa, que ha dejado huella en los países africanos por los que ha pasado, en concreto en Ghana y Sierra Leona, donde llevaba trabajando doce años.

Su compromiso con África era tal que se negaba en principio ser repatriado. "Siembre nos había dicho -dice Varona- que él no quería salir pasase lo que pasase, pero las decisiones cambian y las situaciones y circunstancias".

Él dijo que quería permanecer en Sierra Leona, pero la Orden se puso en contacto con él y consiguió que accediera a ser repatriado. Lo fue el pasado lunes 22 en un avión medicalizado.

El Gobierno puso en marcha nuevamente un protocolo de repatriación ante el segundo caso de un español infectado por ébola, después de que en agosto lo fuera su compañero de la Orden Miguel Pajares, que falleció cinco días después de su llegada al hospital Carlos III.

Manuel fue diagnosticado de ébola en la madrugada del día 19 de septiembre, tras permanecer varios días enfermo; presentaba un cuadro importante de deshidratación y una afectación hepatorrenal marcada.

El equipo médico que ha atendido al religioso ha trabajado "a contrarreloj"en la búsqueda de alternativas al suero experimental Zmapp, cuyas existencias están agotadas, pero con la "cautela"de saber que esta enfermedad no tiene un tratamiento específico y que los que hay son todos experimentales.

Sus compañeros de orden estaban convencidos de que si Manuel conseguía vencer la enfermedad volvería a África.