Cambios climáticos

"Ustedes han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías"

La joven activista sueca acusó a los Jefes de Estado de no hacer lo suficiente para revertir la crisis climática

Greta Thunberg en la Cumbre de Acción Climática en la sede de Naciones Unidas/EFE
Greta Thunberg en la Cumbre de Acción Climática en la sede de Naciones Unidas/EFElarazon

La joven activista sueca acusó a los Jefes de Estado de no hacer lo suficiente para revertir la crisis climática

Arrancó la Cumbre sobre el Clima en Naciones Unidas y Greta Thunberg, la pequeña activista, devoró con los titulares, eclipsó a los presidentes y colonizó los focos. «Todo esto está mal. Yo no debería estar aquí arriba. Tendría que estar de vuelta en la escuela, al otro lado del océano», dijo, mientras los compromisarios tragaban saliva o aplaudían sus palabras. El suyo fue el tipo de mensaje que galvaniza a los medios, espolea a sus fans y sacude a sus odiadores: «Estamos al inicio de una extinción masiva y de lo único que podéis hablar es de dinero y de cuentos de hadas sobre un crecimiento económico eterno», dijo Greta. «Acuden a nosotros, los jóvenes, en busca de esperanza. ¿Cómo se atreven? Han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías y, sin embargo, soy afortunada. La gente está sufriendo. La gente está muriendo. Ecosistemas enteros están colapsando. Dicen que nos escuchan y que entienden la urgencia. Pero no importa cuán triste y enojada esté, no lo creo. Porque si entendieran realmente la situación y, aún así, no actuaran entonces serían unos malvados. Y me niego a creerlo». Pero, «si elegís fallarnos», advirtió a los líderes mundiales, «nunca os perdonaremos».

La activista sueca soltó esta parrafada de apenas dos minutos muy en la línea de lo que había solicitado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, embarcado en esta cumbre con vocación de histórica. Entre los oradores no estaba Donald Trump ni tampoco los líderes de aquellos países que en opinión de los organizadores carecen de propuestas concretas. «La invitación para estar aquí no se logra con un discurso hermoso», anunció, «sino con un plan concreto. Los gobiernos, las ciudades, las empresas y muchos más están aquí para presentar sus compromisos para lograr un futuro verde para todos». Lo había dicho, con palabras similares, el pasado agosto, cuando aseguró que «la prevención de la perturbación climática irreversible es el reto de nuestras vidas y para nuestras vidas. Necesitamos un cambio rápido y profundo en cómo hacemos negocios, generamos energía, construimos ciudades y alimentamos al mundo. Y, habiendo soportado el que posiblemente sea el mes más caluroso en la historia registrada, necesitamos pasar a la acción ya».

Trump no intervino, pero opinó

Pero aunque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no intervino en la cumbre, al menos sí tuvo la deferencia de asistir a unos cuantos discursos. De hecho escuchó parte de las palabras del primer ministro de la India, Narendra Modi, así como las alocuciones de Angela Merkel y parte de la del chileno Sebastián Piñera. Trump, que sacó a EE UU del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, acudió a las Naciones Unidas acompañado por su vicepresidente, Mike Pence, y el secretario de Estado de Seguridad Nacional, Mike Pompeo. Y al salir de la cumbre sí opinó, evitando cualquier referencia a la crisis climática: «Soy un gran creyente en el aire limpio y el agua limpia, y todos los países deberían unirse y hacer eso, y deberían hacerlo por sí mismos. Es muy, muy importante».

Merkel, por cierto, subrayó que su país está en la vanguardia de la transformación, explicando que «Alemania acaba de acordar un paquete de inversiones de 54 mil millones de euros». «Nuestro objetivo», añadió, «es alcanzar una reducción de 45% en las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030». Pero no abundó en las dificultades logísticas y medioambientales vividas tras el abandono de la energía nuclear en Alemania, luego de lo ocurrido en Fukushima tras el tsunami. De hecho gozan de cada vez más fuerza las voces de los científicos que apuestan a la fisión nuclear, siquiera de forma provisional, en detrimento de los combustibles fósiles. Al menos hasta que el desarrollo tecnológico permita aprovechar de forma sistémica a energías más limpias.

«La naturaleza está enojada», manifestó Guterres, «y nos engañamos a nosotros mismos si creemos que podemos engañarla. Porque la naturaleza siempre contraataca. Y en todo el mundo, la naturaleza contraataca con furia». Unas palabras que no fueron escuchadas por el hombre que borró la información sobre la emergencia climática disponible en la web de la Casa Blanca y que acostumbra a bromear con los gases de efecto invernadero no bien caen las primeras grandes nevadas invernales sobre la Costa Este. Guterres, por su parte, aspira a que los países adopten reformas energéticas e industriales de tal calado que en 2050 hablemos de un mundo sin emisiones. En 2030 las emisiones ya deberían de haberse reducido en un 45%.

Pero de momento las noticias no son buenas. Y no solo por la sospecha de que ciertas pretensiones, por positivas que puedan antojarse, parecen más deseos grandiosos que programas de cambio compatibles con las necesidades e intereses de las distintas economías. De hecho, los científicos avisaron este mismo fin de semana, mientras tenía lugar la Cumbre de la Juventud sobre el Clima, que en el período entre 2015 y 2019 el cambio climático, el calentamiento de los mares, la pérdida de hielo en los casquetes polares y los fenómenos atmosféricos extremos se han agravado de forma nunca vista. Uno de los países en la línea de fuego, o de hielo, Islandia, vio como su primera ministra, Katrin Jakobsdottir, explicó que la adopción de las energías renovables fue «la mejor inversión que hayamos hecho en términos de economía y calidad de vida. Podemos salvar la Tierra si realmente queremos. Solo tenemos que romper los viejos y sucios hábitos, que mueren con dificultad». También se mostró decidido el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que aseguró que el mundo necesita de «jóvenes en nuestros países que nos digan que tomemos medidas de acción por el clima. Las cosas no están sucediendo lo suficientemente rápido. Ningún responsable político puede permanecer sordo al llamamiento colectivo intergeneracional».