Fuego
El incendio de Teruel sigue sin control y abarca ya 40 kilómetros
El viento y el calor avivan un fuego que lleva más de 4.000 hectáreas calcinadas
Los bomberos forestales encargados de las tareas de extinción del incendio que comenzó la tarde del jueves en Villanueva de Viver (Teruel) trataban esta mañana de encontrar la manera de atacar un fuego de los llamados de sexta generación, inabarcable y fuera de control. Para ello provocaron ellos mismos otro incendio cerca del foco principal como forma de cortar el avance de las llamas y refrescar toda la zona colindante. Es solo una de las estrategias que forestales e ingenieros tratan de aplicar para lograr detener cuanto antes uno de los fuegos más complicados que han sufrido en la zona en los últimos años. De hecho, el perímetro afectado hoy ya era de casi 40 kilómetros y, al cierre de esta edición, el fuego seguía sin control y con una gran «voracidad», según los expertos. Las altas temperaturas y el elevado riesgo de incendio (que provocó otros como en la localidad de Picassent) unidos a las fuertes rachas de viento y la orografía del terreno lo convierten en un incendio muy complicado de atajar. Por eso más de 1.500 personas seguían desalojadas y las llamas casi superaban las 4.000 hectáreas calcinadas.
La situación es preocupante y por eso los mandatarios de las regiones afectadas se reunieron esta mañana en el Puesto de Mando Avanzado (PMA) situado en la localidad de Barracas (Castellón) para abordar el problema.
El presidente valenciano, Ximo Puig, y su homólogo aragonés, Javier Lambán, mantuvieron una reunión para afianzar la total coordinación entre los servicios de emergencias de ambas autonomías, y agradecer la ayuda de otras regiones como Castilla-La Mancha, Murcia y Madrid. Ambos dirigentes explicaron que estos «incendios de nueva generación no pueden apagarse, como se está viendo ya en otros países europeos», explicó Lambán.
«Son incendios que no tienen nada que ver con los de hace 30 o 40 años» y, sin duda, el abandono de campos de cultivo ha convertido el monte en un «polvorín» fácilmente inflamable. Por ello, explicó que «tenemos que valorar muy en serio lo que se nos viene encima durante los próximos meses», ya que no era habitual que estos sucesos empiecen en marzo. Pero, como llevan advirtiendo los expertos desde hace muchos años, el abandono del monte unido al cambio climático, hacía esta situación más que previsible.
Por su parte, el presidente valenciano añadió que «hay que actualizar todos los procesos de prevención y tecnológicos», y recordó que este es un fenómeno asociado también a la despoblación, que junto a la sequía y las altas temperaturas componen la «tormenta perfecta» para estos incendios. Puig matizó la «enorme complejidad» del fuego, que seguía descontrolado, y cuya dirección podía variar a lo largo de las horas. De hecho, al cierre de esta edición, avanzaba hacia Teruel.
Aunque el perímetro iba siendo controlado a lo largo de esta pasado noche, puede seguir aumentando. Anoche se mantenía cerca de los 40 kilómetros y la cantidad de hectáreas quemadas sigue cerca de las 4.000.
El presidente valenciano solicitó prudencia a toda la población y agradeció su paciencia a los cerca de 1.500 valencianos que seguían desalojados de sus casas desde el pasado jueves, y a las 200 personas de Aragón que están en esta misma situación.
Aunque los bomberos trataban de mantener a salvo los núcleos urbanos desalojados no pudieron evitar que las llamas devoraran media docena de viviendas de la aldea turolense de La García, donde también ardió algún vehículo.
Con respecto a la causa del inicio del fuego, el responsable autonómico se quiso mantener prudente e insistió en que la Guardia Civil mantiene abierta la investigación y corresponde a este cuerpo de seguridad proporcionar dicha información. Hasta el momento se baraja la posibilidad de que una chispa procedente de una máquina desbrozadora de un brigadista forestal que limpiaba una senda. Los investigadores ya han tomado declaración a los cuatro brigadistas del grupo.
Lambán, por su parte, señaló que, por primera vez, el Cecopi de ambas autonomías ha funcionado con un mando único, lo cual «supone un avance sustancial y redundará en beneficios incuestionables a la hora de hacer frente a este tipo de catástrofes», que cada vez serán más frecuentes incluso fuera del verano.
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